El tuitero Anders G da Silva le ha revelado una amarga verdad a miles de usuarios de la plataforma iTunes: muchas de las películas que creen haber comprado no cumplen esa condición. En realidad, son alquileres de licencia de uso indefinido bajo la plataforma de compra… que pueden perderse cualquier momento. Después de comprobar que había perdido tres de sus pelis, el usuario se puso en contacto con la empresa para que ésta le explicase que no se trataba de ninguna irregularidad, sino parte de los términos y condiciones de uso de la plataforma. Por las molestias, le ofrecieron dos vales de alquiler temporal para otras dos películas. Da Silva se sintió estafado y furioso.
La paradoja digital: efectivamente, Apple, así como cualquier servicio digital, tiene el derecho (si así lo ponen sus términos) de eliminar algo de la plataforma. En este caso hay que ir a la cláusula sobre la redescarga. “Es posible que usted pueda volver a descargar contenido adquirido anteriormente en otros dispositivos que hayan iniciado sesión con su mismo ID de Apple”, pero también "es posible que el contenido no esté disponible para redescarga si ese contenido ya no se ofrece en nuestros servicios”. Por razones evidentes, Apple ha publicitado la primera parte de la oración, pero no la segunda. Por eso, si borras la descarga de tu primer dispositivo y cambian los términos de acuerdo de Apple con el estudio o distribuidor del que tú tengas alguna peli (o disco, o libro), puede que ya no puedas disfrutar de tu compra nunca más.
Por supuesto que ha pasado más veces: la primera vez que este problema saltó a los medios fue en el lejano 2009, cuando miles de usuarios estadounidenses de Amazon se dieron cuenta de que habían desaparecidos de sus Kindles unas copias de 1984 y Rebelión en la granja. Resultó que el proveedor de esos libros no tenía los derechos de licencia de reproducción, de ahí que Amazon expulsara a la compañía e hiciera desaparecer las copias de los dispositivos en cuanto se conectaron a la red. Después la compañía reconoció que no era el mejor modo de proceder. Los clientes habían pagado un precio por un producto vendido en su plataforma. A día de hoy, si compras un producto pirata en copia física, ésta después no desaparece.
Y es un tema que irá a peor: muchos consumidores no son conscientes de este inconveniente digital. En Estados Unidos, dos tercios de las ventas de películas y series ya son puramente digitales. En cuanto a los videojuegos, la cifra es aún más extrema, casi 4 de cada 5 compras, según la ESA. Como advierten por aquí, si el día de mañana acabas siendo expulsado de la plataforma de Sony, tienen el poder de eliminar todas tus compras digitales (por cierto, ya le ha pasado a usuarios de Amazon). Si acaban en desacuerdos con algún estudio, también pueden eliminarlo de la PS Store. Es lógico que algunos usuarios, al ver que el precio de un ebook o una película digital sea casi igual al del formato físico (y que en el botón de adquisición ponga “comprar” en vez de “alquilar”) tengan la percepción de que será algo que estará en la nube para ellos para siempre, pero no es así.
Solución: valorar las opciones. La moraleja con la que hay que quedarse con este tema es que es importante cotejar toda la información. No siempre querremos comprar, no siempre querremos alquilar. Algunos necesitaremos ejercitar nuestro coleccionismo físico o digital, otros no. De igual manera que los suscritos a Netflix o Xbox Game Pass saben que se trata de una suscripción a una plataforma, muchos ya cuentan con que lo digital puede ocupar espacio o que lo físico también se destruye. Es cuestión de saber a qué atenerse.
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