Con Franco se pillaba más cacho: por qué el sexo ha dejado de molar entre los jóvenes de hoy

O si no con Franco, hace 20 años sí que sí. Y tenemos datos que lo demuestran. En los últimos años los estudios han ido confirmando que los adultos jóvenes de hoy en día practican mucho menos sexo que los de antes. Tendríamos que irnos a la década de los años 20 para encontrar tasas de abstinencia como las actuales.

Ya, ya. Todos hemos escuchado eso de que los jóvenes solo están interesados en, como dirían en mi pueblo, "follisquear como si no hubiera un mañana". Pero esto es algo que no se sostiene con los datos en la mano.

Abstinencia, moderación y electro-latino: retrato de una generación extraña

El último estudio es norteamericano y ha utilizado datos de casi 27.000 personas (de los cuales un 96% era heterosexual homosexual). Los resultados, que coinciden con el resto de los países industrializados, dejan claro que pasa algo: los adultos de la primera mitad de la década de 2010 hacen el amor siete veces menos que los adultos de la década de 1990.

Y no solo eso: el porcentaje de adultos entre 20 y 24 años que no había tenido ninguna pareja sexual son más del doble que en los años 60: pasando del 6% al 15%. Junto con la moderación en el consumo de drogas, el mito de la juventud rebelde se va cayendo a trozos. El mítico 'sexo, drogas y rock'n'roll' ya no es lo que era.

Eso de "Sexo, drogas y rock'n'roll" ha quedado como una antigualla del pasado

Estos datos, y otros que se publicaron también en Archives of Sexual Behavior el verano pasado, parecen confirmar que las nuevas generaciones practican menos sexo que las generaciones anteriores. Mucho menos.

Aunque esto no tiene por qué ser malo. O eso afirma Ryne Sherman, coautor del estudio, "es muy posible que para los jóvenes esta opción de vida sea consciente". Y no debe de estar muy equivocado cuando, según los datos, las tasas de insatisfacción sexual son muy bajas pese a el declive general de las relaciones sexuales.

La vida sexual de 26.000 personas

Aunque podemos ver una tendencia similar en muchos países, los datos norteamericanos son los más precisos. Fueron recogidos entre 1989 y 2014 por la General Social Survey, una encuesta sociológica bastante minuciosa que se realiza cada año desde 1972 (aunque las preguntas sobre sexualidad se incorporaron a partir de 1988).

El escenario que dibujan es interesante: los y las jóvenes con pareja estable son quienes se llevan el cinturón de campeones de frecuencia sexual. Es así porque, por un lado, los emparejados tienen, de media, más relaciones que los que no tienen pareja. Y, por el otro, conforme aumenta la edad, baja el número de relaciones pasando de una media de 80 veces al año en la veintena a unas 20 veces en la sesentena.

Pero, sin lugar a dudas, el dato más interesante es que (al comparar con otras bases de datos) los nacidos a partir del año 1995 tienen seis veces menos sexo que los nacidos en la década de 1930 a su edad. Sólo en los nacidos en la década de los 20 se pueden encontrar datos parecidos.

Mucha soltería, poca diversión

Según los investigadores, la causa de todo esto es combinada: las nuevas generaciones tienen menos parejas estables que antes (con la reducción aparejada). Pero también que existe una importante disminución del sexo entre las parejas.

Cosas como el retraso generalizado en la edad de emancipación (los jóvenes no se van de casa ni con una espátula), las nuevas formas de relación personal y, sobre todo, a los cambios de roles entre hombres y mujeres parecen estar detrás de la reducción de la frecuencia sexual.

Emancipación tardía, cambio de roles y nuevos tipos de sexualidad parecen impulsar este declive de la frecuencia (que no de satisfacción sexual)

Curiosamente, trabajar más horas o ver más pornografía son actividades que están relacionadas, según el estudio, con practicar más sexo. Y no al contrario, como a veces se defiende.

Estos cambios sociales afectan (en mayor o menor medida) a todas las sociedades contemporáneas. De hecho, donde se ha replicado el estudio (en el Reino Unido) los resultados son muy parecidos. No obstante, sólo queda insistir que cantidad y calidad no siempre van de la mano. Los bajos índices de insatisfacción y la aparición de nuevas formas de entender la sexualidad están cambiando la forma en que entendemos el sexo. Algo que no tiene por qué ser precisamente malo.

Imágenes | Eneas

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