Venecia está construida sobre millones de troncos que han resistido durante cientos de años
La ciudad podría tener los días contados si no se hace algo para no alterar sus cimientos
Venecia es hoy un parque de atracciones. Cuenta con algunos de los edificios más bellos de Europa y es Patrimonio de la Humanidad, pero las oleadas de turistas acuden también por el otro gran atractivo turístico: sus canales. La ciudad se ha romantizado tanto que vive prácticamente del turismo y una tragedia como la pandemia del COVID-19 fue toda una catástrofe. Esta simbiosis con el turismo es una relación de amor/odio, pero lo más importante es que puede ser algo que acabe con la propia ciudad.
El motivo es que Venecia está construida sobre un bosque de millones de troncos que se han mantenido en perfectas condiciones durante cientos de años. Un bosque que estamos poniendo en peligro.
Huyendo a las islas. La actual Venecia está construida sobre un archipiélago de 118 islas que están unidas entre ellas por 455 puentes. Es un entramado impresionante y pasear por sus calles es realmente especial. No parece el mejor lugar para construir una ciudad, pero podemos decir que los primeros pobladores no tenían otra opción. La ciudad se fundó en el siglo V en este espacio que otorgaba una protección especial contra los ataques de los pueblos germánicos.
En un principio era simplemente una laguna con salida al mar Adriático y habitada por pescadores, pero bueno, era un enclave con las características ideales como para resistir ataques y ahí es donde se asentaron las personas que huyeron de las ciudades de alrededor por esos ataques de los ‘bárbaros’. Había que dar cobijo a todo el mundo, así que se empezaron a expandir la ciudad y, como suele es habitual, comenzaron a comer terreno al mar.
Pilotes. Cuando construimos un edificio, asentamos los cimientos sobre el terreno. Son vitales, ya que es lo que sustenta la construcción, pero el problema de Venecia es que no había un terreno sobre el que construir, sino lodo. No era viable evacuar todo eso y, evidentemente, tampoco poner cimientos de ladrillo, por lo que empezaron a talar millones de árboles de los alrededores para construir pilotes y cimentar la ciudad a partir del siglo IX.
Se trata de pilares de madera que se clavaron en el suelo inestable (arcilloso) y con una altura de varios metros para llegar hasta un estrato lo suficientemente resistente como para sujetar esos pilotes. Todo el pilote quedaba bajo el agua y, en el extremo más superficial, se empezaron a construir los edificios. Si visitásemos Venecia, de hecho, la madera que veríamos asomar sería únicamente la de los postes en los que se amarran las barcas.
Espera, ¿madera en el agua? La pregunta ahora es… ¿no se pudre? En la naturaleza, los árboles vivos y la madera se llevan bien, pudiendo estar semisumergidos. Sin embargo, cuando el árbol muere, si está en contacto con el agua, se empieza a pudrir. Esto es debido a que los organismos (xilófagos) acuden y se lo empiezan a comer. Sin embargo, si mantenemos la madera completamente sumergida, esos xilófagos no empiezan a hacer de las suyas.
Esto es debido a que los organismos que se comen la madera necesitan oxígeno y sí, en el agua hay oxígeno, pero no es el adecuado para estos organismos, por lo que la madera se mantiene intacta. Esto es más que teoría, ya que en algunos accidentes ocurridos en Venecia se ha descubierto que los pilotes, precisamente, estaban prácticamente intactos tras ciertos de años.
Madera de la buena. Como comentábamos, la madera para construir los cimientos de la ciudad se extrajo de los bosques cercanos de robles y encinos. Son un tipo de madera con una resistencia natural a los xilófagos, pero también con muy buenas propiedades para servir como cimientos y cargar un gran peso. El agua salada, además, ha ido endureciendo poco a poco los troncos, haciendo que se parezcan ahora más a una roca que a madera como tal.
Venecia entendió la importancia de la madera para su supervivencia. No sólo la usaban para ir comiendo terreno a la laguna, sino para construir la flota de su importante brazo naval. Los barcos eran cruciales para la ciudad tanto para defenderse como para comerciar, por lo que se estableció un programa para controlar las épocas de tala, la reforestación y se prohibió el uso de árboles de calidad (utilizados, como decimos, en edificios y árboles) para hacer leña. De hecho, no sólo hay madera bajo la ciudad, sino que las estructuras de los principales edificios tienen una gran cantidad de ella.
El asentamiento. Volviendo a los pilotes, algo que ocurre con cualquier edificio es que tiene un periodo de asentamiento. Esto es algo que ocurre en cualquier ciudad y provoca que, poco a poco y debido al peso del propio edificio, este se vaya hundiendo. Digamos que se asienta en el terreno y es algo que afecta a muchas zonas, independientemente de la calidad del suelo, pero en algunas es un problema más grave. En China, por ejemplo, estamos viendo que las grandes ciudades se están hundiendo debido a que el lecho está aguantando muchísimo peso, y eso en Venecia es un festival.
Debido a que el lecho no deja de ser arcilloso y blando, por mucho que los pilotes estén clavados en un estrato más duro, se produce ese asentamiento. Y el resultado es que hay edificios con un desplazamiento de varios centímetros. De hecho, lo curioso es que muchos de ellos no hayan colapsado (aunque, como decíamos, a lo largo de la historia han ocurrido accidentes).
Acqua alta y defensas. La ciudad es una maravilla de la ingeniería, pero cada cierto tiempo se inunda. Esto se conoce como acqua alta y, básicamente, es la subida de la marea que se produce entre el otoño y la primavera. Cuando el agua supera cierto nivel, gran parte de la ciudad se inunda, siendo uno de los puntos más comunes la Plaza de San Marcos. Es un evento muy popular entre los turistas, que se hacen fotografías y pasan por pasarelas elevadas, pero es un verdadero problema para la ciudad.
Se estima que estas investigaciones cuestan a la ciudad unos cinco millones y medio de euros al año por horas no trabajadas (porque no se pueden abrir los comercios), pero también afecta al patrimonio. Es por eso que, en 2020 se estrenó el sistema MOSE. Se trata de unas enormes defensas (diques) dispuestas en los principales puntos de unión entre el Adriático y la laguna que se elevan cuando es necesario para que las crecidas no afecten tanto a la ciudad. Son unas defensas que han costado unos 7.000 millones de euros y, según sus responsables, han funcionado de manera adecuada desde que se instalaron.
Cambio climático y cruceros. Ese asentamiento de la ciudad provoca que la ciudad se hunda entre 2 y 4 centímetros cada siglo, pero es algo que puede acelerarse. Aquí hay dos problemas principales: el cambio climático y el turismo. Que se derritan los polos es algo que amenaza a todas las ciudades costeras, pero en una tan sensible como Venecia, puede ser catastrófico. Además, el turismo es algo que también está perturbando el lecho de la ciudad.
No es que Venecia se hunda por los millones de turistas anuales, sino por la actividad de los cruceros y otros barcos. Las calles son canales y las barcas llevan años surcándolos, pero actualmente hay barcas de todo tipo (policiales, las típicas góndolas turísticas, barcas privadas y hasta de reparto). A esos vehículos se suman los cruceros, moles que pasan a escasos metros de la ciudad dejando imágenes impresionantes, pero también revolviendo el lecho marino y perturbando que ese suelo arcilloso blando que es parte de los cimientos de la ciudad. Tanto es así que prohibieron que se acercaran a cierta distancia.
Venecia, no eres especial. Todo esto hace que Venecia sea una ciudad especial, pero igual que en esta maravilla italiana, los pilotes se han utilizado en todo el mundo. Hay varios pueblos de algunas regiones construidos sobre pilotes, pero estos suelen asomar, por lo que están bastante deteriorados debido a los ataques de los xilófagos. Sin embargo, otras dos ciudades que son un ejemplo del uso de pilotes son Ámsterdam o Ciudad de México. Además, construcciones como el Puente de Londres, la catedral de San Isaac de San Petersburgo o los puentes de Brooklyn en Nueva York, Notre Dame en París o Toledo en Madrid, están construidos sobre pilotes de madera.
Imágenes | Science Channel, Paolo da Reggio, Slice Science, Didier Descouens
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