Japón, Israel, Portugal, Alemania, Australia, República Checa, etcétera. El listado de países que durante el último año han sido presentados como un "milagro frente al coronavirus" es tan largo como decepcionante. Casi todos ellos se han anotado éxitos puntuales en la gestión de la epidemia. ¿Baja la IA? Las explicaciones sobre su secreto caducan cuando vuelven a subir. ¿Vacunan muy rápido? En unos meses, estancados.
El ejemplo. No todas las naciones se han apuntado triunfos igual de resonantes que sus fracasos. Para algunos, los "mejores" en la gestión de la epidemia, los primeros han superado a los segundos. Dinamarca es uno de ellos. A día de hoy ha vacunado completamente al 76% de su población, ha contenido su IA por debajo de 300 desde principios de año y ha limitado su exceso de mortandad durante los meses más críticos del covid. Bajo cualquier punto de vista, es uno de los éxitos de la pandemia.
¿Por qué? Si algo hemos aprendido durante el último año es que la clave de un éxito no es cultural (rendimiento dispar de países afines en una región) y sí multifactorial. Esto último también vale para Dinamarca, como ilustra un estudio elaborado por Michael Bang Petersen, profesor de Ciencia Política en la Universidad de Aarhus, sobre las respuestas de varios países a la epidemia. Petersen está al frente del proyecto Hope (acrónimo en inglés de "Cómo las democracias lidian con el covid"), un trabajo sobre el comportamiento social y político durante la pandemia.
Tras 400.000 entrevistas conducidas desde marzo de 2020 en ocho naciones, Dinamarca incluida, ha llegado a las siguientes conclusiones.
La confianza. Primera clave: la confianza en las instituciones. Si un ciudadano cree en el aparato del estado para resolver sus problemas es más probable que siga sus recomendaciones. En este sentido, los daneses han destacado sobre el resto: el 90% de ellos han mostrado un apoyo y una confianza continuada en el estado. Un aspecto clave para su éxito en materia de vacunación (tanto para España aquí). Y uno previsible, dado que los escandinavos siempre han confiado mucho en sus instituciones.
Con matices, eso sí. Suecia, un país equiparable en todos los sentidos a Dinamarca, ha sido más escéptica sobre la gestión de la epidemia. El gobierno danés ha comunicado de forma más clara y precisa, facilitando la aceptación y comprensión de medidas.
La polarización. El coronavirus ha monopolizado la conversación pública de todos los países. En la mayoría de ellos, el debate político simplemente se ha proyectado sobre la epidemia. No en Dinamarca. "El apoyo cae con el tiempo. Cómo de rápido depende de la polarización. En Dinamarca la polarización se evitó porque la oposición priorizó el control de la epidemia sobre ganancias electorales. Cuando la segunda ola llegó, hubo un repunte en el apoyo al gobierno", explica Bang Petersen.
Esto último es excepcional. Como vimos en su momento, el mundo llegaba a la epidemia en un contexto de polarización (cultural, política, afectiva). España fue un ejemplo claro. El coronavirus acrecentó las dinámicas. En Dinamarca, al parecer, no. Esto facilitó la imposición de medidas, pero también el seguimiento de las mismas, generando un círculo virtuoso por el cual se esquivaron restricciones más duras que hubieran minado la confianza en el gobierno y avivado la oposición.
Y la no vigilancia. La confianza pública se trasladó también a los propios ciudadanos. Cuestionados sobre si "está completamente justificado condenar a aquellos que no mantienen la distancia de seguridad en público", los daneses, en general, se mostraron bastante cautos. Su nivel de "juicio" hacia los demás se ha mantenido comparativamente bajo, llegando apenas al 50% de respuestas positivas este año (un porcentaje sólo superado por Estados Unidos, país culturalmente presto a las libertades individuales).
Es decir, ha habido menos "policías de balcón".
Eficiencia. El estudio es interesante porque arroja luz sobre el secreto de los estados funcionales. No es una buena red hospitalaria (que también) ni aplicar en un momento dado cuarentenas más o menos exigentes o sistemas de rastreo más o menos detallistas (que también). Es en muchos sentidos una cuestión de confianza pública (creer en las instituciones y en los demás ciudadanos) lo que hace de un país "eficiente".
Esto no significa que Dinamarca lo haya hecho todo a la perfección. Uno de los episodios más extraños de la epidemia llegó de su mano, cuando sacrificó a todos los visones del país, los enterró deprisa y corriendo en fosas comunes... Y los cadáveres terminaron aflorando. Su IA no ha sido nula y también ha contado muchos fallecidos. Pero sí lo ha hecho comparativamente mejor que los países de su entorno. Lo que le ha permitido llegar a septiembre de 2021 sin restricciones.
Imagen: Sanshiro Kubota/Flickr
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