La confundían con una mendiga por sus vestidos rotos, pero fue la mujer más rica del siglo XIX: la "Bruja de Wall Street"

  • La pericia inversora de Henrietta Howland Robinson la llevó a convertirse en la primera mujer millonaria de Wall Street a finales del siglo XIX

  • Su austeridad extrema y la fama de avara le granjeó el apodo de la "Bruja de Wall Street"

Hetty Green
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Warren Buffett es uno de los nombres de referencia en cuanto a inversiones en Wall Street. A sus 94 años, el "Oráculo de Omaha" se ha ganado el respeto de los inversores por su frugalidad y su estilo de inversión reflexivo.

Sin embargo, el de Buffett no es el primer inversor con ese perfil que ha hecho fortuna en Wall Street. 100 años atrás, Hetty Green ya se había convertido en la primera mujer millonaria invirtiendo en Wall Street.

Hetty Green, un talento innato para las inversiones

Según el periodista e historiador Charles Slack, autor de la biografía sobre Green 'Hetty: El genio y la locura de la primera magnate femenina de Estados Unidos' Hetty Green podría considerarse como la primera magnate de la historia de EEUU y ostentó el dudoso honor de consagrarse como la "Avara más grande del mundo" en el Libro Guinness de los Récords, según un artículo sobre su fallecimiento publicado en The New York Times en 1916.

"Estaba vinculada a gente como Russell Sage, JP Morgan, John D. Rockefeller y otros financieros y magnates de la época", escribía la especialista en Referencia de Negocios Ellen Terrell, en un escrito para la Biblioteca del Congreso de EEUU.

Hetty Green nació el 21 de noviembre de 1834 en New Bedford (Massachusetts) con el nombre de Henrietta Howland Robinson. Según los documentos digitalizados del Servicio de Parques Naturales de EEUU, Hetty nació en el seno de una familia rica que había hecho fortuna en la industria ballenera. Su madre era Abby Slocum Howland, hija de Gideon Howland, rico propietario de una flota ballenera y su padre, Edward Mott Robinson, era socio comercial de su suegro.

Según Historic Women of SouthCoast, su padre siempre deseó tener un hijo al que enseñarle a llevar su negocio familiar. Cuando Hetty cumplió los dos años, su madre cayó enferma y decidieron enviarla con su abuelo y su tía materna Sylvia Ann Howland.

Matthew Astor de pie en el porche detrás de su esposa y Hetty Green Matthew Astor de pie en el porche detrás de su esposa y Hetty Green

Junto a su abuelo, la joven Hetty comenzó a desarrollar un creciente interés por los negocios y las finanzas, y este le animaba a leer libros y artículos sobre economía y resolvía todas sus dudas. Cuando cumplió los ocho años, Hetty abrió una cuenta bancaria con cinco centavos que había ahorrado con propinas y premios por su buen comportamiento. Hetty comenzó a acompañar a su abuelo y a su padre a atender sus negocios en el puerto.

Al observar su habilidad por las finanzas, su abuelo le enseñó a leer los libros de contabilidad y a negociar las acciones. Cuando su abuelo murió, su padre se convirtió en el principal accionista de la compañía porque no solo contaba con su parte como asociado, sino que también controlaba la herencia que había recibido su esposa.

A la muerte de su padre, Hetty heredó 900.000 dólares y un fideicomiso de 5 millones de dólares. Dos semanas más tarde, falleció su tía Sylvia Ann Howland, con la que vivió desde niña.

En su testamento, su tía indicaba que el 50% de su legado debía destinarse a causas benéficas, mientras que el 50% en forma de inversiones sería para Hetty en forma de fideicomiso, pero sería gestionado por su médico. Lo de no querer dejar herencia no lo inventaron los millonarios del siglo XXI.

En 1867, Hetty se casó con Edward Henry Green, un adinerado empresario de Vermont y la pareja tuvo dos hijos, Edward y Sylvia.

Las lecciones que recibió de su abuelo y de su padre le sirvieron para que Hetty hiciera firmar un contrato prematrimonial a su prometido antes de la boda. Tal y como destacan desde Museum of American Finance, fue una medida de protección frente al gusto por las inversiones de alto riesgo de su futuro esposo.

Inversora a toda costa

En el contexto de finales del siglo XIX, Hetty no disponía del control de los activos familiares, por lo que se las ingenió para invertir con los recursos que disponía, apostando por tendencias contrarias al mercado: comprando cuando los precios de las acciones estaban bajos y vendiendo cuando estaban al alza.

Esa estrategia de inversión, que actualmente es la norma general, no lo era tanto en los últimos años del siglo XIX. De hecho, la importancia del cambio de estrategia inversora que utilizó Hetty Green ha sido objeto de estudios científicos.

Mrs Hetty Green Hetty Green

La técnica que utilizaba Green para decidir en qué invertir los escasos recursos con los que le permitían operar, era estudiar a las empresas, leer sobre ellas y cuestionar antes de tomar una decisión en sus inversiones. Cuando las hacía, simplemente se mantenía en su posición y dejaba que el tiempo hiciera su trabajo. La estrategia tiene más de 120 años, pero describe al dedillo los métodos de inversión de Warren Buffett.

20 años después de la muerte de su padre y de su tía Sylvia, Hetty había multiplicado por 10 la fortuna que recibió como herencia, apostando por valores estables como los bienes raíces, los bonos gubernamentales o con inversiones en un ferrocarril en expansión.

En BBC cuentan que la millonaria tuvo una gran visión de futuro al adelantarse a la crisis bancaria de 1907, acumulando grandes cantidades de efectivo antes de que estallara y los bancos cerraran su flujo de crédito. La millonaria hizo crecer su fortuna otorgando préstamos. Entre sus deudores se encontraba la mismísima ciudad de Nueva York con un préstamo de un millón de dólares.

Carácter austero y aspecto dejado

Pese a su enorme patrimonio para la época, Hetty Green no hacía ostentación de su riqueza. The New York Times publicó que vestía de riguroso negro y con ropas viejas y sucias hasta que se convertían en harapos. "De acuerdo con casi todos los reportes, era una persona completamente desagradable, codiciosa, mezquina y a menudo francamente sucia", destacaban desde el diario neoyorquino.

Caricatura en la que aparecen los millonarios de la época y Hetty Green Caricatura en la que aparecen los millonarios de la época y Hetty Green (Derecha)

La fama de tacaña se vio respaldada por el hecho de que, en lugar de vivir en una gran casa rodeada de lujos como se espera de una millonaria, Green vivió siempre en apartamentos pequeños y baratos "para evitar establecer una residencia y pagar impuestos", aseguraban en un artículo de la New England Historical Society.

En ese texto, se pone en contexto la inusual habilidad y determinación inversora de Hetty para su época. "La gente no estaba acostumbrada a una mujer que manejaba sus inversiones espectacularmente bien en tiempos en que no se le confiaba el dinero a las mujeres", señala el texto de la New England Historical Society. "Al final, su mayor crimen parecería haber sido elegir vivir según sus propias reglas y no las de la sociedad", señalaba Charles Slack en su biografía.

Hetty Gren murió en 1916 a los 81 años de una apoplejía. Según The New York Social Diary su patrimonio al morir ascendía a 200 millones de dólares, que equivaldría a unos 7.000 millones de dólares en la actualidad, aunque hay discrepancias en la valoración de su fortuna.

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Imagen | Librería del Congreso de EEUU

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