Fue liberador para miles de mujeres, importante a nivel profesional para al menos un centenar de ellas. El #MeToo, que arrancó con las alegaciones de varias actrices de Hollywood contra los abusos sexuales y de poder de Harvey Weinstein a lo largo de las décadas, acabando con la omertá que reinaba en su industria, terminó impregnando toda la conversación sobre el acoso laboral tanto dentro como fuera de sus fronteras. Y hoy tenemos los jugosos resultados de una encuesta sobre la relevancia social del movimiento.
El blog Heartbeat en colaboración con la página de citas Match han realizado unas encuestas personales a 5.000 varones solteros estadounidenses (los solteros corresponden un 40% de la población adulta del país) para preguntarles sobre sus actitudes interpersonales con respecto al #MeToo desde que saltase a la conversación.
El 51% dijo que les había motivado a cambiar sus actos de alguna forma, el 40% dijo adoptar ahora unas actitudes más reservadas hacia sus compañeras de trabajo y el 34% que se cortaban más a la hora de hablar o actuar durante el transcurso de sus citas. La generación que más constata haber modificado sus conductas ha sido la millennial. Como señalan desde la empresa, esa percepción en la variación del trato no implica necesariamente que hayan mermado los casos de abuso o acoso sexual.
Cambios para hombres y para mujeres. El estudio también señala que ahora hombres y mujeres dicen ser más reservados a la hora de conocer a alguien en la vía pública (un 35% reconoce ser más cauteloso), al quedar para una cita (33%) o al decir algo sobre las relaciones entre hombres y mujeres en Internet (28%). El 46% y el 69% de hombres y mujeres respectivamente dicen que el #MeToo ha sido importante en su vida, así como una discusión necesaria. Por otro lado, un 19% de hombres y un 10% de mujeres dicen que el #MeToo ha influido en las citas negativamente, haciendo el ligoteo "más difícil".
La norma Billy Graham. Otra de las ideas que ha cruzado la mente de muchos ha sido la de solventar el dilema matando moscas a cañonazos: no teniendo ningún tipo de encuentro profesional con mujeres por si acaso. Billy Graham es la ley fundamentalista evangélica por la que hombres protestantes mantienen su integridad religiosa evitando la tentación al no estar en la misma habitación que una mujer soltera. Mike Pence, el actual vicepresidente del país, es uno de los practicantes de la norma más populares.
Limitaciones. Una encuesta que ganó mucha tracción gracias a los medios también reflejaba que los hombres decían haber limitado las posibilidades de contratar a mujeres muy atractivas en un 3%, y también se afirmaba que un 6% de hombres eran menos favorables a contratar a mujeres para puestos donde hubiese contacto habitual con ellas. Paradójicamente ese mismo estudio hecho un año después decía que había una caída del 14% de hombres que decía que no tendría una reunión individual con una colega mujer. Según Bloomberg sí es una idea que ha ganado tracción en Wall Street.