El paraíso socialista latinoamericano ha abierto por fin la puerta al matrimonio homosexual. El artículo 36 de la nueva Constitución de Cuba, recién reformada, cambia la definición de matrimonio que existía como unión “entre hombre y mujer” a una “entre dos personas”.
Las Unidades Militares de Ayuda a la Producción: uno de los episodios más negros durante el gobierno de Castro. Eran campos de trabajos forzados para la “reeducación” de los ciudadanos que no creyesen en los valores revolucionarios. Al parecer, ser homosexual iba en contra de la revolución. Se estima que en ellas fueron recluidos alrededor de 30.000 cubanos, y específicamente unos 800 gais. Estos campos existieron entre 1965 y 1968. Cuando se erradicaron, el castrismo se desentendió de su responsabilidad sobre estos crímenes y, aunque Castro reconoció su responsabilidad muchos años después, aún a día de hoy no se ha reparado el daño contra sus víctimas y sus familiares.
Progresismo patriarcal: aunque “las relaciones sexuales privadas, no comerciales y consentidas entre personas adultas del mismo sexo de más de 16 años” se legalizaron en el 79, muchos cubanos de entonces y aún hoy rechazan y desprecian a los gays.
Cuba siempre fue tradicional. Lo fue en la época prerrevolucionaria y lo fue cuando llegó el socialismo, ya que, al morir el afán de lucro, la población tendió a ser menos tolerante contra los que eran diferentes. Después no solo se mantuvieron esas ideas de fuerte raíz católica, sino que se exaltaron estos rasgos dándole un cariz masculinista al nuevo régimen político. Poco a poco los locales gays se convirtieron en centros sospechosos de contrarrevolucionarios, y los practicantes unos antisistema. No por nada uno de los grupos de exiliados más notorios de entre la población general han sido los gays y los transexuales, cosa que derivó en la formación de una comunidad de gays cubanos en Florida. El CENESEX de Mariela Castro Espín [ha ayudado a la aceptación](Mariela Castro Espín.), pero todavía queda camino.
La perspectiva latinoamericana: Bolivia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y México (algunos estados). Son todos los países del centro y del sur de América donde todavía no se contempla el matrimonio entre homosexuales. En Chile y en Ecuador se permite la unión, pero con limitaciones. Son aún muchos territorios donde la adopción, la herencia, los derechos sucesorios y demás disposiciones de la seguridad social siguen sin respetarse a parejas del mismo sexo. Y esto sin entrar a considerar las persecuciones y los delitos de odio tanto institucional (en Jamaica los varones gays pueden cumplir 14 años de cárcel) como social (unas 600 personas LGBT son asesinadas al año por su condición en América Latina).
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