Consumimos tanta agua que un tercio de los acuíferos del mundo corren peligro de extinguirse

Gran parte de los recursos hídricos del planeta son invisibles. Se encuentran almacenados debajo de la superficie, en gigantescos acuíferos que alcanzan millones de kilómetros cuadrados de extensión. Todos ellos han sido utilizados durante años por el ser humano para irrigar sus cultivos y abastecer a la población. Un recurso preciado que, en tiempos de escasez y altísimo consumo, ofrecer serias señales de agotamiento: según el más reciente estudio de la Universidad de California y la NASA, un tercio corren peligro de desaparecer.

¿Cuándo? Aún no lo sabemos, y ahí reside parte del problema: los acuíferos no son lagos que desaparecen repentinamente de la superficie, ni ríos cada vez menos caudalosos o en precario estado durante los meses estivales. No los vemos, de modo que no nos preocupamos demasiado por ellos. Hasta el punto de que trece de los más grandes han visto reducidas sus reservas de forma notable durante los últimos trece años. Es decir, que hemos extraído agua de su almacén sin dar tiempo a que se repongan.

¿Dónde? Podemos echar un vistazo a la situación actual en este mapa. Los acuíferos naranjas, amarillos y rojos han perdido agua desde 2003. Los azules y verdes claro, han ganado.

Cada uno de ellos se enfrenta a diferentes problemas. Un caso evidente es el de California: el acuífero que se esconde bajo el valle es relevantísimo para los agricultores, porque el estado ha sufrido permanentes y muy graves sequías durante el último lustro. No llueve, pero seguimos utilizando el agua subterránea, por lo que las reservas se resienten. En lugares hiperpoblados como la cuenca del Ganges o del Indo, en la India y Pakistán, la situación es parecida: se consume una altísima cantidad de agua. Demasiada.

Gran parte de los acuíferos en progresivo deterioro están en el Sáhara, donde son prácticamente el único recurso para las poblaciones locales, pero también en Rusia (donde las lluvias son más frecuentes) y en Europa central, así como en el enorme acuífero guaraní, entre Argentina, Paraguay, Uruguay y Brasil.

Cultivos en Arabia Saudí, en pleno desierto. Un ejemplo de hasta dónde llega el poder del agua estancada en los acuíferos, pero también de sus limitaciones.

Según Alexandra Richey, la investigadora líder del proyecto, el objetivo del estudio, y del mapa, es señalar en qué lugares del mundo se deben articular políticas de ahorro de agua. Suelen ser aquellas donde hay inestabilidad política o sequías crónicas que impiden controlar el consumo de tan preciado y escaso recurso. Uno de los más debilitados es el sistema de acuíferos de la península arábiga, que irriga gran parte de la desértica región y abastece a casi 60 millones de personas. Si se agota, su acceso a agua dulce se antoja complicado.

Parte del problema es que aún no sabemos cuándo sucederá eso. Es una incertidumbre que, según Richey, es poco tolerable, porque no permite articular medidas efectivas o campañas de concienciación útiles. Cualquiera de los ocho acuíferos más sobreutilizados podría agotarse en diez años o dentro de miles de ellos, de ahí que mayores estudios sean necesarios para determinarlo. El agua que utilizamos depende de ello.


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