A principios de año, los medios australianos anunciaban que sus jóvenes beben mucho menos. Según los datos, los adolescentes entre los 12 y 17 años han bajado su consumo alcohol de un 45% a un 25%, una cifra impresionante. ¿Pero qué ocurre con el resto del mundo? Especialmente en España, parece que las bebidas alcohólicas no han remitido.
En los últimos años, el alcohol etílico ha superado al tabaco como droga legal más extendida. Esto hace pensar, por cuarta vez en nuestra historia reciente, en los posibles beneficios de una ley antialcohol. ¿Por qué los jóvenes parecen preferir el alcohol? ¿Estamos ante un problema creciente? ¿Lo solucionarán las leyes?
Jóvenes y bebedores por el mundo
Según la última "Encuesta sobre uso de drogas en enseñanzas secundarias en España", o ESTUDES de 2016, más del 75% de los jóvenes consume alcohol. Esto supone un total estimado de 323.900 jóvenes que comienzan a beber antes de los 18 años. 37.900 más que en 2014. Los datos de la Encuesta sobre alcohol y otras drogas en España, la EDADES no difieren demasiado: al menos un 68% de los jóvenes han consumido alcohol en el último año. La diferencia de los datos puede deberse a que la muestra de edad es más pequeña, pero refleja el mismo problema: muchísimos jóvenes españoles beben.
Como decíamos al comienzo, esto se contrapone a los habitantes australianos. Un estudio publicado en enero ponía de manifiesto una impresionante bajada entre los bebedores más jóvenes de su población, desde 1999. Esto no se observa, sin embargo, en la cantidad de alcohol que beben sus padres, según indica el estudio. ¿Y qué ocurre con el resto del mundo?
A pesar de los interesantes datos de Australia, los censos de la Organización Mundial de la Salud indican que la juventud mundial sigue bebiendo. De hecho, el patrón mundial, según la OMS, tiende a crecer en el número de bebedores, con la excepción de Europa. Sin embargo, las cifras indican que los más jóvenes siguen en los mismos rangos de números.
Volviendo a España, las estadísticas del Plan Nacional Sobre Drogas, recogidas en el EDADES, señalan una cuestión preocupante: el número de jóvenes que beben mantiene, sí, pero los binge drinkers, o bebedores episódicos por atracón, han aumentado su número y frecuencia de consumo desde 2003. Y la tendencia sigue hacia arriba.
"Beber hasta no tenerse en pie"
En mayo de este mismo año, Salamanca recibía una terrible noticia: una joven veinteañera moría a causa, supuestamente, de un coma etílico. En 2016, una niña de 12 años fallecía tras ingerir una botella entera de vodka en un parque de San Martín de la Vega. En 2007, un joven de 17 también sufría un coma etílico mortal en Valladolid...
Cada cierto tiempo aparecen en prensa este tipo de noticias, asociadas a los episodios de bebida esporádica sin control. Esta práctica se conoce como Heavy Episodic Drinking, binge drinking o atracón. A diferencia de los bebedores regulares, los binge drinkers se atiborran a alcohol esporádicamente: en fiestas, fines de semana, etc.
El Plan Nacional Sobre Drogas considera binge drinking el consumo de 4 o más bebidas alcohólicas en la misma ocasión, es decir, seguidas o en un intervalo de dos horas. Como consecuencia de estos atracones, obviamente, los bebedores consiguen un estado de embriaguez importante. Lo más preocupante, indican en el EDADES, es que esta práctica ha aumentado entre los españoles, especialmente entre los más jóvenes.
Según los datos, entre los 20 y 24 años es cuando más se da esta práctica, especialmente entre hombres (alcanzando un 40% de la población total), aunque el número de mujeres ha crecido muchísimo en la última década (en torno al 10%, alcanzando un 25% del total). Las bebidas fuertes son las más consumidas entre los más jóvenes, mientras que el vino y la cerveza ganan terreno a medida que crece la edad de los consumidores.
El curioso caso del tabaco
La Estrategia Nacional sobre Drogas 2009-2016 advertía que el tabaco, por primera vez desde 1994, estaba perdiendo terreno contra el alcohol. Según los datos, los jóvenes comienzan ahora a beber antes que a fumar, aunque siendo más precisos, según el último EDADES, la edad viene a ser la misma (entre los 14 y los 16 años), más o menos. Además, el consumo de tabaco entre esta parte de la población se ha reducido al 40%. El alcohol, como veíamos, sigue manteniéndose.
¿Qué ha ocurrido para que el tabaco haya perdido el interés de los jóvenes? Existen varias hipótesis al respecto. La que más fuerza coge es que la prevención contra el tabaquismo está surtiendo efecto. En especial si hablamos de la ley antitabaco de 2011, actualmente vigente. Esta ley impide fumar en locales cerrados y públicos, a excepción de ciertos lugares habilitados a tal fin.
Según el Observatorio para la Prevención del Tabaquismo, esta ley habría servido como medida disuasoria contra el tabaquismo de los menores. Esto se podría deber a que los obliga a exponerse, además de resultar más incómodo fumar que antes. En cualquier caso, lo cierto es que desde 2011, el número de fumadores ha visto un enorme descenso no solo para los menores, sino para toda la población. Mientras que en los 90 fumaban un 60% de los jóvenes, ahora la cifra se ha rebajado hasta el 38%, unos 184.600 jóvenes, según las estimaciones.
De hecho, según el informe "Juventud y tabaquismo", los jóvenes ven con buenos ojos este tipo de medidas para controlar el consumo de tabaco. En términos generales, y a pesar de los recelos de la industria hostelera, parece que esta ley no ha supuesto ninguna carga, y ha ayudado a reducir el número de jóvenes fumadores. ¿Y si hiciéramos lo mismo con el alcohol?
A la cuarta, ¿va la vencida?
El pasado abril se daba "luz verde" a las que serán las bases de la nueva "ley del alcohol". Esta tiene como objetivo principal el reducir el consumo entre los jóvenes. Entre las propuestas estaba el reducir la tasa de alcoholemia al volante a 0 para menores conductores (de ciclomotor), el etiquetar las bebidas, eliminar la publicidad en Internet o sancionar duramente a las compañías que incumplan la ley. La más polémica de las medidas, sin embargo, probablemente sea la de multar a los padres.
Pero esta no es la única proposición de ley sobre las bebidas etílicas. Desde 2006, con este van cuatro intentos de firmar por una "ley antialcohol". En febrero de 2007, el borrador de ley recibía unos cuantos "recortes" para suavizar sus medidas. Especialmente polémica fue la presión del sector vitivinícola, que terminó por ser mayormente excluido de muchas de las medidas consideradas. Finalmente, la tramitación de la ley fue interrumpida.
En 2014 se volvió a hacer otro intento. En la propuesta también se recogían importantes sanciones para aquellos establecimientos recurrentes en la venta de alcohol a menores. Adultos, colegios, parques... Las medidas propuestas suponían un cambio importante en muchos aspectos. La ley, finalmente, no fue aprobada, lo que nos lleva a 2016. Tras la muerte de la niña de 12 años por coma etílico, el Gobierno anunció la creación de una ley contra el alcohol que debía aprobarse por consenso. No ocurrió.
Estamos a 2018 y se vuelve a oír hablar de una ley que protegerá a los menores de los estragos del alcohol. Entre las medidas potenciales están muchas de las que pretendían recoger las anteriores leyes nonatas. Los objetivos de esta nueva ley antialcohol serían "retrasar la edad de inicio en el consumo de alcohol e incrementar la percepción social del riesgo que supone beber, sin olvidar responsabilizar a todas las personas, tanto físicas como jurídicas, que estén implicadas en el problema".
Ley antialcohol, ¿es la solución?
La apuesta del Gobierno es fuerte: acabar con los botellones prohibiendo la bebida en la calle, eliminar las happy hours, registrar a los menores que sean atendidos por coma etílico, multas a los padres, eliminar los concursos de beber, horarios de venta restringidos, eliminar mucha de la publicidad o recurrir a un etiquetado parecido al del tabaco... No son pocas las iniciativas de esta ley.
La idea que subyace es crear concienciación y una especie de perímetro antialcohol para proteger a los más jóvenes. Además, también se pretende gravar con un impuesto especial a las bebidas, de manera que sean económicamente menos accesibles. Desde el cambio provisional de Gobierno, tras la moción de censura vivida en junio de este año, no hemos vuelto a saber nada de esta ley.
A diferencia de la ley antitabaco, esta posible ley antialcohol se centra especialmente en los menores, aunque afecta también a los consumidores adultos. Mientras que la primera es de ámbito mucho más general, de aplicación extensiva, la segunda parece mucho más específica.
Por otro lado, el descenso de consumo de tabaco, según se observa en el último ESTUDES, ya venía descendiendo entre los jóvenes desde 1994, mucho antes de la aprobación de la ley. Por el contrario, el alcohol, como veíamos, se mantiene. La pregunta, entonces, es inevitable, ¿servirá la ley, si se aprueba, para reducir su consumo de bebidas etílicas?
En Estados Unidos, la aplicación de las leyes antialcohol han tenido efectos muy diversos. Sin embargo, algunos estudios indican que, allí, ha sido mucho más efectiva una correcta educación de los jóvenes que la prohibición. Esto puede funcionar enseñando los límites o aplicando técnicas de "reducción de daños". Otro resultado interesante, procedente de este páis, lo observamos al reducir la tasa de alcoholemia permitida. Esta medida parece efectiva a la hora de reducir el consumo, aunque esto se da en toda la población, lo que podría no ser cierto para los más jóvenes.
En Argentina, por ejemplo, las leyes contra el consumo de alcohol por parte de los menores son bastante parecidas a las españolas, pero más severas. Su implantación, en 1997 tenía como objetivo el retrasar la edad de consumo. Sin embargo, los últimos datos no indican que hayan sido especialmente efectivas, y el número varía de un año a otro, aumentando o reduciéndose de forma heterogénea.
Lo que está muy claro, en las revisiones a nivel global, es que la percepción del alcohol y el efecto de las medidas para controlarlo varían muchísimo en cada país. Por el momento, no sabemos si la ley será efectiva o no, entre otras cosas porque no la hemos puesto en práctica. Tal vez la solución pase por otras medidas, como mejorar la educación. Tal vez sea solo suficiente con subir el precio de las bebidas espirituosas. O puede que aninguna de las anteriores. Todavía es demasiado pronto para saberlo.
Imágenes | Arkangel, Joan Llado/AP
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