Uno de los lugares más desconocidos de nuestro planeta son los océanos. Nadie sabe lo que ocurre en ellos: son intrigantes y misteriosos. De vez en cuando sus mareas nos hacen llegar obsequios a las costas: una vela de un barco que naufragó hace años, un mensaje en una botella o un delfín exhausto que ha quedado varado en la playa. Pero nadie imaginaba en Canadá lo que el mar les iba a mandar a las playas durante más de una década: decenas de pies humanos.
El misterio ha intrigado todo este tiempo a los habitantes de la Isla Gabriola, un enclave con una población de mil habitantesen el que de vez en cuando, bajo la espesa bruma, la corriente deja ver otra zapatilla flotando. El 20 de agosto de 2007 una niña de 12 años vio una deportiva azul y blanca, una talla 46 para hombre. Miró dentro y encontró un pie humano.
Seis días después, una pareja de Vancouver que disfrutaba de una caminata junto al mar se encontró con una Reebok blanca y negra. Dentro había otro pie en descomposición. También era de la talla 46, de un hombre. Los dos pies no pertenecían a la misma persona; no solo los zapatos eran diferentes, sino que ambos eran el derecho. Al año siguiente, aparecieron cinco pies más en las cercanas playas canadienses. En el transcurso de los siguientes 12 años, un total de 15 pies llegaron a la costa en el área alrededor de la isla de Vancouver, una red de vías fluviales llamada Mar Salish. El último fue descubierto por un hombre que paseaba en la playa. Atrapado entre una pila de troncos, estaba dentro de lo que lucía como una bota de excursión, según informaba la Real Policía Montada de Canadá.
¿Cuál es el motivo de tan macabro suceso? Hay una explicación científica.
Los descubrimientos han hecho que la gente especule todo este tiempo: “Se trata de un tsunami”, “un asesino en serie está mandando un mensaje a la policía”, “es tráfico de órganos” o “un fetichista loco anda suelto por Canadá”. Otros proponían que las extremidades flotantes podrían pertenecer a gente que hubiera caído desde una embarcación o que hubiera muerto en un accidente aéreo. Pues bien, nada de esto es cierto. Un portavoz del Servicio Forense decía hace unos años que en todos los casos se habían descartado como motivo los crímenes violentos. Los forenses creían, de hecho, que los pies cercenados pertenecen a personas que se suicidaron o tuvieron un accidente: alguien que se resbaló y cayó al mar, por ejemplo, o nadadores que habían sido engullidos por el océano (en efecto, esto es lo que ocurrió, como te explicamos más adelante).
Resulta que después de todo, este tipo de misterio requería de una investigación científica, en lugar de criminal. Los investigadores siguieron rastros inesperados que involucran de todo, desde la ciencia del hundimiento hasta la descomposición de los cerdos y la propagación de fugas de petróleo.
Para empezar, debemos entender qué le sucede a un cadáver una vez que está en el agua. Sólo puede flotar o hundirse. Un objeto flotante puede ser transportado por el viento y pronto llegaría a la orilla. Uno hundido permanecería en el fondo marino o sería movido por corrientes más profundas. También, uno flotante, expuesto al aire, se descompondrá de manera diferente a uno que se hunde. Los datos científicos sugieren que, en general, los cadáveres tienen más probabilidades de hundirse que de flotar, y las personas que se ahogan —con agua en los pulmones—son las más propensas a hundirse. Es más, una vez que un cuerpo se hunde, tiende a ir directamente al fondo. A veces, un cadáver submarino se puede hinchar, al igual que un cuerpo en tierra, haciendo que salga a la superficie.
Pero eso no siempre sucede, dicen los investigadores. A veces, algunos procesos microbianos toman el control y convierten los tejidos de un cuerpo hundido en adipocere —un tejido ceroso, parecido al jabón— que puede persistir durante años, incluso siglos, en un entorno con poco oxígeno. Y eso es lo que los forenses vieron en los pies del Mar Salish. Estaban cubiertos de adipocere, lo que sugiere que los cadáveres se hundieron y permanecieron bajo el agua mientras se descomponían.
Pero, ¿por qué los pies no se quedaron con los cuerpos? Para comprender cómo los pies zarparon por su cuenta necesitamos saber cómo un cuerpo humano podría descomponerse bajo el agua. En el verano de 2007, una científica realizó un estudio para comprender la velocidad en la que se descompone una víctima de homicidio en el océano. Debido a que las reglas éticas excluyen el uso de un cuerpo humano, usó un cerdo muerto en su lugar.
Su equipo arrojó al animal al agua y rápidamente se hundió 100 metros hasta el fondo del mar. El cadáver fue devorado rápidamente por una multitud de camarones, langostas y cangrejos. Resulta que los carroñeros submarinos comen lo que rodea a los huesos y otros obstáculos difíciles, prefiriendo separar los tejidos más blandos como ligamentos y otros tejidos. Por lo tanto, es probable que un cadáver hundido con zapatos en el mar de Salish sea masticado y que sus pies se desarticulen del resto del cuerpo en poco tiempo.
Y como señalaban los forenses, todos los pies del mar Salish parecían haber sido separados de sus cuerpos por procesos naturales, como la limpieza y la descomposición. Es más, los pies con zapatillas de deporte fabricadas en la última década es muy probable que pudieran flotar. Ahora faltaba descubrir por qué todos acababan en el Mar de Salish y no en cualquier playa del mundo.
Parker MacCready, un profesor de oceanografía construyó una simulación por ordenador en tres dimensiones del océano del noroeste del Pacífico, incluido el mar de Salish. El oceanógrafo usaba el modelo para predecir a dónde viajaría una fuga de petróleo en el transcurso de tres días. Resulta que el programa advertía que gran parte de los desperdicios iban a parar a aquel lugar. Esto explica por qué los pies también seguían el mismo rumbo una vez flotaban en las aguas.
Pero, ¿quiénes eran los dueños de los pies del mar Salish? El primer lugar donde los investigadores buscaron fueron los informes de personas desaparecidas. El Servicio Forense comparó el ADN de cada pie con una base de datos de más de 500 personas desaparecidas en Columbia Británica. El equipo vinculó nueve de los pies a siete personas desaparecidas. La persona desaparecida por más tiempo había desaparecido en 1985; su pie en una bota de montaña fue encontrado en 2011. En el caso más reciente, se documentó que el pie de un joven que desapareció en 2016 había ido a parar a una isla en Puget Sound en 2019.
Probablemente, como apuntaban los forenses desde el principio, se trataba de deportistas que podrían haberse caído desde los acantilados que bordean la playa. Algunos, sin duda, se sentirán decepcionados al saber que no era un asesino en serie —y obseso de los pies— quien acechaba a la población de las costas rocosas del noroeste del Pacífico.
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 0 Comentario