Qué es peor para el medio ambiente: ¿freír unos aros de cebolla congelados o beber leche de coco? ¿comer un bistec o un kiwi? ¿ponerle a la ensalada lechuga o maíz? Conocer con detalle el impacto del consumo de alimentos es a menudo complicado. Aunque sabemos que el veganismo es una forma de reducir moderadamente la huella de carbono de una dieta, no todo es blanco o negro. El transporte, por ejemplo, contribuye con alrededor del 10% de las emisiones totales de la mayoría de los alimentos, para la carne de vacuno suele ser inferior al 1%.
También existen diferencias si los comparamos entre los que tienen más o menos calorías o niveles más o menos bajos de proteínas. Para tener una visión más precisa, el medio británico The Economist (famoso por haber creado hace décadas el Big Mac Index, que ya comentamos en Magnet) ahora acaba de crear el Banana Index. Se trata un medidor para comparar el impacto climático de los alimentos según tres métricas (peso, calorías y proteínas) y tomando como punto de referencia el plátano, una fruta de valor nutricional medio.
Puedes consultar sus gráficos interactivos aquí.
Tal y como se muestra en el índice, cuyos datos provienen de Our World in Data, la carne picada o el magro de ternera genera 100 veces más de emisiones que un plátano. Y si ajustamos el valor nutricional, una caloría de carne picada causa 54 veces más emisiones de carbono que una caloría de plátano. Si miramos, por otro lado, la proteína, sería siete veces superior a la de la fruta.
Lo mismo ocurre para el chocolate negro, que sería como 20 veces peor para el medioambiente que un plátano según su peso, pero sólo 5 veces peor según sus calorías y sus proteínas. La mayor variación entre las emisiones por peso y las calorías se encuentra en el aceite de oliva, que tiene una puntuación de seis cuando se mide por kilogramo, pero una puntuación de 0,7 cuando se mide por calorías. Otros son los cereales, anacardos y croissants, que pasan de malas puntuaciones a buenas cuando se miden por calorías.
Como decíamos antes, el Banana Index no tiene en cuenta muchos factores importantes que determinan el impacto general que tiene la industria alimentaria en el planeta, como puede ser el transporte. Y tampoco se tienen en cuenta otras amenazas, como el uso de la tierra y el agua.
De los creadores del Big Mac Index
Hace casi cuatro décadas, The Economist también creó el Big Mac Index. En este caso, el objetivo era medir la inflación y comprender mejor la paridad de poder adquisitivo entre países. ¿Cómo? Con algo tan icónico y occidental como es una hamburguesa del McDonald’s. Las Big Macs se pueden comprar en 70 países del mundo, pero su precio varía según la región. Y ahí es donde esta herramienta cobra importancia.
Tal y como anunciaron en su lanzamiento, este índice funcionaría como una guía para saber si las monedas están en su nivel "correcto". Concretamente, se basa en la teoría de la paridad del poder adquisitivo (PPA), la idea de que, a largo plazo, los tipos de cambio harían que se igualasen los precios de una cesta idéntica de bienes y servicios (en este caso, una hamburguesa) en dos países cualquiera.
Y analizar así la evolución inflacionaria de los países. Principalmente porque el precio de una Big Mac, que ha aumentado casi un 40% en 10 años, incluye entre otras cosas el coste de la mano de obra, el transporte, los alimentos y la inflación general que exista en dicho país.
Con esos supuestos en juego, Suiza ocupa ahora mismo el primer puesto del índice, con la Big Mac más cara del mundo, seguido de Noruega. Ambos países tienen precios más altos, pero también tienen un sistema laboral con mejores salarios que otros países. En Venezuela se da otro ejemplo bastante ilustrativo de la evolución de su economía hiperinflacionaria: experimenta el mayor salto en los precios de las hamburguesas, con un aumento del coste de una Big Mac de casi un 250% desde 2004.
Gráficos: The Economist
Imagen: Unsplash
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