"No tener hijos les ha permitido comprar las cosas que quieren, disponer de tiempo" para ellos, dicen las encuestas
Una de las grandes preguntas de los últimos años es por qué la tasa de fertilidad de la humanidad se está desplomando tan rápidamente. Pero es un ardid, una pregunta trampa, una coquetería. Una forma de esquivar el 'elefante en la habitación'.
Y es que, más allá de tendencias sociales y las bases materiales, sabemos perfectamente por qué ha caído la tasa de fertilidad: porque la gente no quiere tener hijos y, cada vez, lo dicen más claramente.
¿No quiere tener hijos? Vayamos a los datos. En EEUU, sin ir más lejos, la proporción de adultos menores de 50 años sin hijos que dicen que es poco probable que alguna vez tengan hijos aumentó 10 puntos porcentuales entre 2018 y 2023 (del 37% al 47%). Más de la mitad de ellos (el 57%) dicen que es poco probable porque simplemente no quieren tenerlos.
De hecho, ese último dato tiene letra pequeña porque, si nos fijamos solo en las mujeres, la proporción de ellas que dice que no quiere tener hijos alcanza el 60%. Esto es un cambio muy profundo porque, entre los mayores de 50 años sin hijos, solo el 32% dice que no quiso tenerlos.
¿Y por qué no quieren tenerlos? Es difícil decirlo, pero los datos del Pew Research Center nos dan ciertas pistas. Sobre todo, porque las respuestas de fondo nos permiten ver los cambios en la visión del mundo que hay entre los menores y los mayores de 50 años.
En este sentido, las cuatro razones más importantes son que "quieren centrarse en otras cosas" (44% de los menores frente al 21% de los mayores), que "están preocupados sobre el estado del mundo (38% frente al 13%), que "no pueden permitirse tener un hijo" (36% frente al 12%) y que "realmente no les gustan los niños" (20% frente al 8%).
Motivos, temores y justificaciones. En lo que sí coinciden la mayoría de ambos grupos es en que "no tener hijos les ha permitido comprar las cosas que quieren, disponer de tiempo para sus aficiones y pasatiempos y ahorrar para el futuro". Esto último es interesante porque, también ambos grupos, señalan que "para los padres es más fácil tener a alguien que los cuide a medida que envejecen" y muestran cierta inquietud a este respecto.
Pero, sea como sea, un enorme porcentaje personas de los dos grupos están convencidos de que "tener una vida plena no tiene mucho que ver con el hecho de tener o no hijos".
¿Un cambio de fondo? Hace unos años, el demógrafo Lyman Stone señalaba que "la transición a tasas de fertilidad más baja podría haber ocurrido en 1500 o 1300 o 900 o 500 aC; de hecho, probablemente sucedió en esos períodos en varios lugares, pero debido a que no sucedió al mismo tiempo que el crecimiento económico masivo para mejorar el nivel de vida, mejorar la supervivencia infantil y compensar las pérdidas de población por la caída de la fertilidad, nunca se mantuvo".
Lo característico de nuestro tiempo es que, efectivamente, si se está manteniendo y eso tiene consecuencias éticas, morales y legales más que importantes. Consecuencias que no solo conformarán la sociedad del futuro, sino que cambiarán la misma definición social de lo que es una vida plena y llena de sentido. Ya lo han cambiado.
Imagen | Dragos Gontariu
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