El crucero de lujo que se convirtió en una cárcel de excrementos: la desagradable historia del Carnival Triumph

La historia fue tan sonada que se rebautizó el viaje como "la semana de la caca"

Pasar las vacaciones en un crucero es el objetivo de muchas personas. Hay muchos tipos de cruceros, pero estos últimos años, casi tan importante como el destino del propio crucero, es la estancia en él. Estamos viendo barcos vacacionales que son auténticos parques de atracciones y tenemos los tematizados de grandes compañías (como los de Disney) o, simplemente, parques recreativos en los que, además, puedes dormir. La idea de un crucero es subir en una determinada fecha y… despreocuparte hasta que salgas. No tendrás que acordarte de nada durante tu estancia.

El problema es cuando algo sale mal. Porque, si sale mal, estás en mitad de la nada. Y eso es, precisamente, lo que ocurrió a los 3.413 pasajeros y 1.086 tripulantes del Carnival Triumph, que pasó a la historia como… ‘El crucero de la caca’.

El Triumph. El nombre de Carnival Triumph puede que, actualmente, no te diga nada. Sin embargo, puede que el de Carnival Sunrise sí te resulte más familiar. Es el nombre con el que se conoce a este crucero de la clase Destiny que, desde 2019, opera con ese 'título'. Desde 1999 hasta 2019, era el Triumph, y lo cierto es que su vida fue complicada.

Este crucero de más de 400 millones de dólares fue, en su día, el barco de pasajeros más grande del mundo gracias a su eslora de más de 272 metros y con un tonelaje bruto de 101.509. Aunque algunos modelos de Carnival habían sido polémicos, la vida del Triumph estaba siendo tranquila, hasta el fatídico 10 de febrero de 2013.

Motores incendiados. Cuando el pasaje dormía, a eso de las cinco y media de la madrugada, a unos 240 kilómetros de Yucatán, algo ocurrió: un incendio en la sala de máquinas. No hubo heridos, no se comprometió la estructura del barco y el incendio se extinguió rápidamente, pero el resultado fue fatal. El incendio fue causado por una fuga en una de las líneas de retorno del combustible, que terminó desparramándose sobre una superficie caliente e incendiándose.

El barco perdió la capacidad de propulsión y, aunque los sistemas auxiliares permitieron que funcionaran algunos mecanismos y protocolos para atracar en el puerto de Progreso, en México, el Triumph fue arrastrado por la corriente hacia el norte. No podían hacer nada más que esperar a que los remolcadores fueran al rescate.

Y no era la primera vez. ¿Recuerdas que comenté que cruceros de Carnival habían tenido accidentes? Bueno, pues el Tripicale en 1999, el Splendor en 2010 y el Costa Allegra en 2012 también tuvieron pérdidas de potencia debido a incendios en la sala de máquinas. El propio Triumph tuvo problemas dos semanas antes del incidente.

El 28 de enero, el buque experimentó pérdida de potencia, lo que retrasó cinco horas el atraco en el puerto de Galveston. En el puerto, la Unidad de Seguridad Marítima de Estados Unidos realizó una inspección y se llegó a la conclusión de que un cortocircuito en la caja de conexión de uno de los generadores había causado daños al resto de cables encargados de la unidad de potencia. Tras el informe, se puso una fecha máxima para reparar el error, pero se descubrió tras el incendio del 10 de enero que el error no había sido subsanado.

Crisis. Las primeras horas debieron ser tensas. Hemos venido las suficientes películas de desastres en aviones y barcos para que algunas personas se pongan nerviosas cuando todo no va como debería. Carnival realizó una comunicación pública: "la tripulación técnica del barco sigue evaluando los daños e intentando restablecer el suministro eléctrico. MIentras tanto, se está enviando un remolcador a la ubicación en caso de que sea necesario. Se ha notificado a todas las autoridades pertinentes, incluida la Guardia Costera de Estados Unidos".

En el propio barco, se pidió a los pasajeros que permanecieran en áreas públicas y en las cubiertas abiertas. Allí se les proporcionó comida y refrescos, pero no fue más que el inicio de la pesadilla. Con unos sistemas que no funcionaban, el Triumph era incapaz de servir comida caliente. Tampoco funcionaba el aire acondicionado, pero lo peor fue lo de los baños.

La semana de la caca. Estaba previsto que el crucero estuviera en marcha durante cuatro días, pero al final fueron siete. Simplemente, no estaba preparado para tanto tiempo en alta mar, lo que unido a los problemas eléctricos provocó que el sistema de deshechos colapsara. Los inodoros empezaron a desbordarse y los desechos humanos de los pisos superiores comenzaron a filtrarse a través de las paredes de los camarotes de la cubierta inferior.

Olía tan mal en el interior que los pasajeros escaparon al exterior, donde utilizaron las mantas y sombrillas para crear refugios en las zonas recreativas. Y, además de colchones, en las zonas exteriores se empezaron a amontonar bolsas rojas con el símbolo de 'Riesgo biológico' —'Biohazard'— que guardaban… lo que te puedes imaginar. Si no se podía hacer en el váter, en algún lado debía hacerse.

Terrorífico. Las fotos que los pasajeros, medios y remolcadores tomaron de esa semana fatídica son lo opuesto a un buen plan vacacional. Hacinados durmiendo en las cubiertas para poder respirar, comida que consistía en bocadillos con unos trocitos de jamón y mostaza, ropa sucia y un olor general que hizo que algunos se pusieran mascarillas. Hubo quien desembarcó, tirando de humor, portando toallas con el lema "sobreviví al viaje de las bolsas rojas del Carnival Triumph" y a esa semana andando entre excrementos.

Un helicóptero de la Guardia Costera entregó un cargamento de suministros de 3.000 kilos, así como un generador de emergencia

Cosa seria. Finalmente el 14 de febrero, el Triumph, que iba a ser remolcado hasta el puerto mexicano de Progreso, terminó atracando en el puerto de Mobile, Alabama, terminando con un viaje que comenzó al 7 de febrero. Pero esto no se quedó en anécdota para algunos. Lisa Williams era fue una de las pasajeras que iba en el Triumph y se apresuró a demandar a la compañía. Pidió 75.000 dólares por daño físico y mental que afirmaba haber sufrido a bordo. "Cuando tu instinto te dice que es posible que no sobrevivas a este evento… eso no debería existir".

Lisa comentó que se vio privada de las necesidades básicas fundamentales de la vida, algo que no espera que ocurra en un crucero de lujo y afirmó que había estado expuesta a "condiciones extremadamente tóxicas que le provocaron lesiones graves y permanentes".

No fue la única. Cassie Terry también fue de las primeras, afirmando que había resultado "herida como consecuencia de las condiciones insalubres, inseguras y despreciables del barco". La compañía afirmó que se iba a compensar a cada pasajero con un reembolso completo, un viaje gratis, los costos del regreso a casa y 500 dólares adicionales por las molestias, lo que no convenció a los pasajeros.

Un héroe llamado Nicholas Burge creó una película casera del viaje con su GoPro 3 que nos permite ver todo esto con una narrativa espectacular: todo va bien… hasta que deja de ir bien. Y con un sentido del humor impecable al utilizar la canción 'Radioactive' de Imagine Dragons:

Imágenes | U.S. Customs and Border, Nicholas Burge

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