A menudo, las informaciones sobre las consecuencias del cambio climático resultan lejanas por las escalas irreales sobre las que operan. ¿Qué significa que el nivel del mar pueda elevarse más de cinco centímetros dentro de varios siglos? ¿Qué significan las millones de toneladas vertidas por la Antártida al océano si tan sólo representan una pequeña fracción de su masa? ¿Qué valor tienen las proyecciones sobre la desertificación próxima de España?
Son fenómenos tan grandilocuentes que nos parecen distantes. Y por tanto menos relevantes de lo que deberían.
Ed Hawkins, un científico climático de la Universidad de Reading, es consciente del reto comunicativo que plantean fenómenos como el calentamiento global. Y por eso lleva varios años elaborando los gráficos más sencillos para difundir entre nuestros familiares, amigos y vecinos. Hace algunos años elaboró esta visualización interactiva sobre el aumento de las temperaturas globales durante el siglo XX. Es brillante, porque es muy intuitiva.
Al poco, se inspiró en los artistas adscritos al color field, una rama del expresionismo abstracto estadounidense centrada en la representación visual y cromática del mundo que nos rodea. Franjas de colores que evolucionan y que sugieren el paisaje o ideas figurativas. Artistas como Mark Rothko, Robert Motherwell o Barnett Newman sirvieron de inspiración para Hawkins, cuyas ideas visuales trasladó al calentamiento global.
Al igual que aquellos cuadros, sus franjas climáticas se valen del color para representar el inquietante camino del planeta hacia un futuro más y más cálido. Los lienzos de Howard no contienen más información, sólo una sucesión de barras que oscilan entre el azul oscuro y el rojo oscuro, ocupando todas las gamas cromáticas intermedias. El ojo humano no necesita más. Muy azul es muy frío; muy rojo, muy cálido.
La diferencia entre los artistas abstractos de mediados del siglo XX y los lienzos de Howard es su atadura a la realidad. Todos sus gráficos parten de series de temperaturas históricas. Ahora las ha recopilado en una página web, #ShowYourStripes, donde es posible observar la evolución de las temperaturas en todos los países (y en algunos casos ciudades) del planeta. La información proviene en su mayoría de las series elaboradas por Berkeley Earth, y en casi todos los casos cuentan la misma historia.
El mundo se calienta. De forma muy evidente.
En todos los cuadros cuadro, las barras representan la temperatura media anual registrada cada año entre 1901 y 2018 (en algunos países, como Reino Unido y Alemania, se remonta al siglo XIX). Cuantas más altas hayan sido las temperaturas, más intenso será el rojo de la franja; y viceversa. Sin excepción, todos los lienzos comienzan en colores muy fríos, evolucionan hacia un azul claro, casi blanco, en los ochenta, y finalizan en colores muy cálidos, intensísimos.
Salvando pequeñas excepciones (España registró años muy fríos durante los cincuenta y sesenta, por ejemplo), la lectura visual, sin mayor información, que recibe el espectador es rotunda: caminamos hacia un rojo cada día más fuerte, más oscuro, más amenazador. En todos los países hace más y más calor cada año que pasa. No es una sensación puntual. Las temperaturas han subido mucho durante los últimos años.
El valor de los lienzos de Howard es su capacidad para contar una historia trascendental y muy compleja a golpe de colores, sin mayor aderezo, sin ornamentación que desvíe nuestra atención o que desdibuje la importancia del problema. La humanidad se está aproximando al rojo, un color asociado naturalmente al peligro, a pasos agigantados. Es tan simple y tan brutal como la traslación de un puñado de datos a colores.
Sí: bien merecería colgarse en un museo.
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