Uno de los grandes campos de batalla entre las formaciones conservadores y progresistas es la escala de las ayudas públicas. Los primeros argumentan que el diseño de las políticas conduce a abusos, a personas que se aprovechan del sistema. Lo cierto es que hay otro fenómeno paralelo e inverso: ciudadanos desfavorecidos que tienen derecho a las ayudas y que no las solicitan por falta de información o trabas burocráticas.
Dinero gratis. California ofrece un ejemplo claro. Como explica NPR, las autoridades locales habilitan desde hace años una serie de ayudas monetarias directas a las familias más pobres del estado. El programa, bautizado Earned Income Tax Credit, ofrece entre $6.000 y $12.000 anuales a miles de parejas en función de su número de hijos y de su nivel económico.
Es dinero gratis, sin condiciones. En teoría, una medida perfecta para los más pobres. La práctica ha resultado algo más complicada.
Problemas. Desde un primer momento, el gobierno estatal descubrió que gran parte de los potenciales beneficiarios ni siquiera las solicitaba. En 2018, un grupo de investigadores se propuso solucionar el problema mediante varios experimentos de campo. Seleccionó a tres grupos de población cualificados para las ayudas y les envió distintos mensajes, tanto al teléfono como al buzón, informando sobre ellas.
Resultados. Los mensajes incorporaban sellos oficiales del gobierno e información que avalaba su veracidad y explicaba cómo solicitarlas. Fue un fracaso. Muchos residentes accedían a la web oficial, pero no llegaban más allá, incluso informados del dinero que podían llegar a obtener. La gran traba la presentaba la declaración de la renta y de información fiscal, obligada para acceder a las subvenciones.
Burocracia. Al contrario que en otros países, donde la administración se encarga, en Estados Unidos son los ciudadanos quienes tienen que incorporar su información fiscal a sus solicitudes. Tales declaraciones son costosas en tiempo y recursos, y resultan muy complejas. Suponen una barrera básica para millones de ciudadanos pobres.
Es también la conclusión extraída por California. La burocracia es demasiado compleja, demasiado difícil, para muchas familias desfavorecidas. En todo el país, el 20% de los potenciales beneficiarios de ayudas directas no la solicitan. Pese a que aliviaría parte de sus problemas.
España. Sucede también en Europa. En España, por ejemplo, sólo entre un 30% y 40% de las personas con derecho a recibir determinadas rentas de inserción las solicitan. Cuando la Comisión Europea habilitó un programa de rentas mínimas, sólo 313.000 españoles se beneficiarion, de un total de 964.400 potenciales. Los motivos, los mismos: complejidad burocrática, falta de información, carencia de recursos.
Un ejemplo más reciente, en 2018 el gobierno habilitó un bono social que descontaría parte de la factura de la luz a las familias desfavorecidas. De los 5,5 millones de posibles beneficiarios sólo se llegó a los 1,1 millones. Las barreras, como explica Civio en este reportaje, son dos: "O no se han enterado o han tenido problemas en el proceso".
Escasez. ¿Por qué sucede esto? Es un efecto bien estudiado por la ciencia económica, y responde a la "psicología de la escasez". De forma resumida, los más pobres sufren una carga cognitiva y emocional relacionada con sus largas horas de trabajo, sus mayores niveles de estrés y las múltiples dificultades, desde pagar el alquiler hasta cuidar a sus hijos, que afrontan en su día a día. Dificultades más extremas por la falta de dinero.
Todo ello conduce a priorizar esfuerzos. Y batallar contra la administración suele quedar en la parte baja de la lista.
Imagen: AP
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