Su nombre: Louis de Jaucourt, y fue capaz de vender hasta su propia casa por terminar la epopeya
Escribir requiere, sobre todo, de paciencia y constancia. Enfrentarse a un folio o pantalla en blanco es, en muchas ocasiones, una lucha contra el cansancio físico y mental, y muchos se dan por vencidos antes de tiempo. Por eso, cuando se trata de escribir “mucho”, en grandes cantidades y extensiones de tiempo, la lista se reduce. Hay casos notables, como Dickens, uno de los autores más prolíficos del siglo XIX, o Asimov, con más de 500 libros y miles de cartas. Sin embargo, ninguno como la historia del hombre que escribió gran parte de la enciclopedia él solo.
Louis de Jaucourt. Nacido en París en 1704 en una familia noble protestante, desde joven, Jaucourt demostró una profunda inclinación por el conocimiento, lo que le llevó a estudiar teología en Ginebra, física y matemáticas en Cambridge, y medicina en Leyden. Además de dominar cinco idiomas modernos, también tenía conocimientos avanzados en latín, griego y numerosas disciplinas, desde literatura hasta ciencias exactas, un reflejo del espíritu enciclopédico de la Ilustración en el que vivió.
Sin embargo, si por algo será recordado en la historia, es por su contribución al conocimiento con un trabajo titánico que se estaba empezando a gestar entre las élites francesas: la Encyclopédie.
Primero fue la Ilustración. Hablamos de uno de los proyectos intelectuales más ambiciosos del siglo XVIII, uno creado en un momento muy especial de efervescencia cultural y filosófica en Europa, el conocido como la Ilustración. En aquel entonces se buscaba liberar el conocimiento de las restricciones impuestas por la religión y la monarquía absolutista, promoviendo el uso de la razón como vía para entender el mundo y mejorar la sociedad.
En Francia, particularmente, este impulso intelectual cobró gran fuerza, enfrentándose al autoritarismo de la monarquía de Luis XV y a la influencia del clero, que veía las ideas ilustradas como una amenaza a su poder. En este contexto, intelectuales como Voltaire, Rousseau y Montesquieu desafiaban las creencias tradicionales y promovían un pensamiento crítico que iba a desembocar en los fundamentos de la Encyclopédie.
Creación y desarrollo. También conocida como Dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers, el megaproyecto se inició en 1751 bajo la dirección de Denis Diderot y Jean le Rond d’Alembert, siempre con el objetivo de compilar todo el conocimiento humano en una obra accesible. Inspirada en la Cyclopaedia de Ephraim Chambers, la Encyclopédie fue planeada inicialmente como una simple traducción, pero muy pronto evolucionó hacia un proyecto original y mucho más ambicioso.
A lo largo de sus 35 volúmenes, la obra recopiló más de 70.000 artículos y 3.000 ilustraciones, abarcando desde ciencias naturales y artes hasta filosofía y técnica artesanal (toda una novedad en su tiempo). La labor de Diderot y d’Alembert fue respaldada por 146 colaboradores, incluyendo a destacados pensadores ilustrados, quienes trabajaron en la recopilación y revisión de artículos en diversas disciplinas. Y por encima de todos, un hombre: Jaucourt.
Una cuarta parte. Louis de Jaucourt, ferviente colaborador de la Encyclopédie, contribuyó con nada menos que 17.200 artículos, alrededor de una cuarta parte del total de la Enciclopedia, y lo hizo, muy importante, redactando hasta ocho al día sin recibir compensación económica alguna. Con una formación extensa y lleno de recursos, el hombre dedicó gran parte de su vida al proyecto, incluso vendiendo propiedades para financiarlo.
Además, escribió de todo, cubriendo temas como democracia, libertad, igualdad y ciencia. La dedicación de Jaucourt fue tal que Diderot lo apodó afectuosamente como el “esclavo de la Encyclopédie,” dado su compromiso con la obra, en la cual invirtió décadas y gran parte de su patrimonio. Un solo hombre, en definitiva, que ayudó a expandir el alcance de la obra y garantizar su éxito.
Bola extra. Un dato para situar la titánica obra del hombre en contexto. Antes de la Enciclopedia, dedicó 20 años de su vida a escribir una obra gigantesca, el tratado de medicina, en seis volúmenes (y en latín). Tras dos décadas de trabajo, viajó a Amsterdam huyendo de la censura francesa para su impresión.
La mala suerte quiso que el barco se hundiese con la obra completa, el único ejemplar que tenía. Un evento trágico que parece que le dejó con ganas de más.
El legado. La Encyclopédie fue una obra revolucionaria que, además de divulgar el conocimiento, promovió una educación igualitaria y accesible. Su contribución más notable fue el enfoque inclusivo del saber, abarcando temas tanto académicos como conocimientos prácticos, y reflejando el espíritu de la Ilustración al borrar las barreras entre el conocimiento elitista y el conocimiento aplicado o "útil".
Este enfoque inspiró futuras obras enciclopédicas y dejó una huella profunda en la filosofía y educación modernas. La Encyclopédie también alentó el cuestionamiento del poder absoluto y la emancipación intelectual, y es considerada uno de los pilares fundamentales del pensamiento ilustrado, influyendo en movimientos posteriores como la Revolución Francesa.
En resumen, todo un manifiesto político y social que desafió las estructuras de poder y religión de entonces, y que tuvo en un solo hombre la capacidad de aglutinar una cuarta parte del conocimiento de la humanidad. Que encima lo hiciera viviendo modestamente y vendiendo parte de su patrimonio lo hace aun más extraordinario.
Imagen | PXHere
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