Siberia opera de forma singular en la imaginación de los países occidentales. Tan vasta como remota, todo lo que allí sucede se nos antoja fascinante, primitivo y salvaje. Gran parte de la responsabilidad en esta imagen la tienen la literatura, la historia de la región, muy convulsa, y el interés de los medios de comunicación por difundir las noticias más exóticas y apocalípticas que allí acontecen. Siberia es un lienzo en blanco sobre el que siempre proyectamos historias de una escala inimaginable en otras partes de mundo. Y a veces esas historias son reales.
El último ejemplo lo ofrece la ciudad de Khabarovsk, en la región más oriental de Rusia, a escasos kilómetros de la frontera con China. Khabarovsk se aposenta en la orilla del río Amur, uno de los diez más largos del mundo y también uno de los más caudalosos. A mitad de camino entre Rusia y China, el Amur transcurre por latitudes bastante septentrionales y tiende a congelarse durante los meses de invierno, tal y como sucede en el resto de grandes ríos siberianos (y no son pocos: el Lena, el Yenisei y el Ob también se cuentan entre los más prolongados del planeta).
Alejada de cualquier centro de poder político que se precie, no es habitual que la vida rutinaria de Khabarovsk asalte la actualidad mediática. Hasta hoy. Durante los últimos días se ha viralizado un vídeo en el que el Amur, a su paso por el centro de la ciudad, asalta a los viandantes en forma de gigantescos bloques de hielo. La estampa es sin duda singular: el hielo se abalanza sobre el paseo ribereño arrasando con todo lo que encuentra a su paso, ya sean bloques de hormigón, cemento o barras de hielo. En el camino algún peatón se lleva un susto importante.
Epic ice drift on the Amur river in Khabarovsk, April 22.
— Kirill Bakanov (@WeatherSarov1) April 22, 2021
Video - https://t.co/3dFcVe9bdo pic.twitter.com/Zf3BBTJ8Zx
¿Qué está sucediendo? Una inundación de hielo. En inglés el fenómeno adopta varios nombres, desde "ice drift" hasta "ice jam", y siempre hace referencia al mismo fenómeno: el punto en el que el aumento de las temperaturas y el recrecimiento de los ríos provoca que la gruesa capa de hielo invernal que hasta entonces los recubría comience a romperse. La primavera hace que el hielo se resquebraje y la circulación de las aguas se reactive. Cuando grandes bloques de hielo quedan varados en las orillas, donde el río fluye con menor intensidad, la presión del caudal interno los expulsa hacia tierra adentro. Con muchísima fuerza.
En Khabarovsk este proceso se ha saldado con una lengua de hielo entrando en pleno entramado urbano. Las imágenes son violentas y espectaculares y tienen mucho de infrecuente. Como se explica aquí, es habitual que el Amur depare estampas similares en otros puntos de su curso. No en el centro de las ciudades. Sucede que las condiciones de este año son excepcionales, según los meteorólogos y ambientalistas locales: había más hielo y el río transportaba más agua de lo habitual a estas alturas del año. Un invierno duro y una primavera de temperaturas muy altas (24º C) han acelerado el proceso, resultando en choques más abruptos.
Pero el espectáculo es frecuente en otros puntos de Siberia y del mundo. Año tras año el río Tom ofrece imágenes similares a su paso por Tomsk. Como explica una residente local en este artículo plagado de imágenes, es frecuente que el hielo arramblado en las orillas rompa el cemento y el hormigón que protege a la ciudad. Las proporciones de los ríos siberianos (tanto el Tom como el Amur aparentan una extensión infinita desde sendas orillas, más similar a un lago, nada que ver con los cursos fluviales europeos) dotan de una especial magnificencia al evento.
Si bien no es frecuente que el hielo atosigue a los viandantes del embarcadero (el hielo acumulado en el paseo ribereño alcanzaba casi el metro de altura), la región estaba advertida. El fenómeno se produce casi siempre a mediados de abril, aunque en el curso alto del Amur, no tanto en el medio. El río bajaba este año más envalentonado y caudaloso que de costumbre, con hasta 400 centímetros de profundidad más de lo habitual. La fuerza de sus aguas empujó con más intensidad que de costumbre al hielo varado en las orillas, con las consecuencias ya vistas.
La pregunta del millón: ¿tiene algo que ver el cambio climático? Hoy debemos decir que no. Es cierto que Khabarovsk vive estos días una pequeña ola de calor, motivo por el cual el deshielo ha sido más intenso y el Amur baja con mayor volumen de agua, pero hay más factores enlazados. Y como decimos, no sólo es habitual sino que estaba hasta previsto, aunque la ruptura del hielo se haya adelantado varias semanas. Lo anticipado y lo virulento de esta temporada ha provocado que incluso barcos fluviales queden varados en la orilla a causa del movimiento del hielo.
En sí mismo, todo deshielo de un gran río es un espectáculo alucinante. Este vídeo de hace unos años grabado en la orilla del Yenisei, un auténtico mar de hielo, da una sensación bastante precisa de lo intimidante del fenómeno. A menor escala también sucede en Europa, como este otro vídeo del Danubio muestra. En Estados Unidos la concatenación de "atascos de hielo" y fragmentaciones similares le cuesta al gobierno federal unos $125 millones al año en desperfectos. El hielo es una fuerza irrefrenable, como hemos visto, hasta el punto de arrasar el puente Honeymoon, sobre el Niágara, en 1938. No pudo resistir el avance de los bloques helados. Como tampoco pudo el embarcadero de Khabarovsk.