La detención de cinco hombres (que se hacían llamar la “nueva manada”) por la violación de una menor en Gran Canaria ha generado un intenso debate sobre si hablar de conductas criminales puede acabar por 'promocionarlas'. Es una duda legítima y recurrente: lo escuchamos constantemente al hablar de imitadores de asesinos en serie, suicidios, matanzas en los institutos o ‘lobos solitarios’. Pero, ¿es cierto?
¿Los crímenes son contagiosos?: Sí y no. Las encuestas que se han realizado en las cácerles suelen hablar de hasta un cuarto de los criminales juveniles reconocen haberse inspirado en otros crímenes previos. Eso no quiere decir que ese 25% de los crímenes estén provocados por otros. Sencillamente que, a la hora de cometerlos, unos crímenes sirven de modelos a otros.
Siguiendo con la metáfora médica ('contagio'), podríamos decir que los síntomas se repiten, pero las causas son distintas. Aunque no es un tema tan estudiado como debería serlo, los datos señalan que hay un problema subyacente sobre el que merece la pena pararse y reflexionar. ¿Qué sabemos sobre el asunto?
Motivos individuales A nivel psicosocial, en todas las sociedades conviven dos mecanismos de influencia distintos: el primero se articula a través de "arreglos interpersonales" que nos ayudan a comportarnos de forma adaptativa frente a las demandas del entorno. Son los mecanismos que nos permiten llevar una vida exitosa y adaptarnos a los cambios para conseguir nuestros fines.
Pero morfologías parecidas. El segundo mecanismo de influencia es una "homogeneización" de prácticas culturales, una presión (a menudo implícita) por comportarnos de forma parecida. Este mecanismo se basa en fenómenos como la deseabilidad social o el aprendizaje vicario y que hunde sus raíces en las estrategias ecológicas que se empiezan a estudiar desde la genética conductual.
Así se hace una sociedad concreta. Somos animales sociales y la coordinación entre nosotros es algo fundamental. Eso es lo que explica por qué, de entre todas las potencialmente infinitas conductas que podría haber, todos nos comportamos más o menos igual; es lo que llamamos ‘prácticas culturales’. Hay mucha gente que fuma, que bebe o que juega al fútbol; lo hacen por motivos distintos, pero hacen las mismas cosas. Esa dialéctica entre motivos individuales distintos y morfologías sociales parecidas es lo que hace que compartamos 'rasgos culturales' con nuestros convecinos y, a la vez, mantegamos la individualidad.
Reforzando problemas (sin querer). El fenómeno del "contagio criminal" hunde sus raíces en esa dialéctica. En cada comunidad humana existen "formas culturales" para hacer las cosas, unas formas en permanente cambio. La vida social consiste fundamentalmente en ir 'conformando' prácticas culturales. Es decir, ir 'controlándonos' la conducta entre todos. Y, a veces, nuestros intentos por 'controlar' la conducta de la gente (para evitar crímenes) resulta contraproducente (de la misma forma que hay campañas de prevención que acaban animando al consumo).
Así, el tratamiento inadecuado de ciertos asuntos contribuye a fijar y reforzar esas "formas culturales" (aunque sea con la intención de acabar con ellas): las similitudes en la violencia interpersonal, social o política se deben a estos fenómenos de confluencia cultural. No es que la prensa o la sociedad promuevan ciertas conductas de forma directa; sencillamente es que ponen en el mapa ciertas acciones que, por los "motivos individuales" de los que hablábamos antes, acaban apareciendo una y otra vez.
¿Puede haber un efecto contagio con el caso de la Manada? Sería extraño. Aún siendo, relativamente frecuentes los crímenes por imitación son algo bastante raro. Pero el riesgo está ahí, ya ha pasado (y lo hemos estudiado) en otros contextos. Si no informamos adecuadamente sobre el suicidio, podemos contribuir a promoverlo. De la misma forma, si informamos indevidamente de los crímenes, podemos hacer que se contagien.
Aunque hay buenas noticias Sin embargo, de igual manera (siguiendo ciertas recomendaciones) se puede hacer justo lo contrario desincentivar ese tipo de fenómenos. Las recomendaciones cambian de autor en autor, pero suelen desaconsejar simplificar el relato, dar detalles del método utilizado, presentarlo como algo inconcebible o inevitable y utilizar demasiadas fotografías e información íntima de los implicados. En cambio, siempre se recomienda mostrar alternativas, reflejar cómo ha vivido el suceso el entrono y dar herramientas a las personas para tratar con problemas reales en su vida.