El machismo no es una “práctica religiosa esencial”. Así lo dice la ley india, concretamente el Tribunal Supremo después de que la Asociación de Jóvenes Abogados india y varios colectivos feministas musulmanes promoviesen una petición para impugnar la larga tradición de exclusión de género en los templos en el país. Las feministas consideraban que tenían derecho a practicar su religión donde quisieran, incluidos los santuarios donde se veta la entrada de mujeres por tradición. En 2017 la justicia les dio la razón, y ahora la región de Kerala está sumida en el caos social.
La violencia se desata en el sur de India: así actualizaba EFE hace un par de horas. La región lleva revuelta desde hace dos días y no tiene visos de parar. De momento el saldo es de siete coches policiales y 79 autobuses destruidos, 39 agentes de seguridad heridos, una mujer de las fuerzas de seguridad asaltada sexualmente en grupo, periodistas y mujeres agredidas, comercios cerrados y transporte paralizado por una huelga forzosa, millares de detenidos y un muerto.
¿Qué ha pasado? Que dos mujeres de 40 años han entrado a uno de esos templos hindúes prohibidos, el de Sabarimala. El Gobierno regional de Kerala, llevado por una confluencia de izquierdas, quería acatar la sentencia del Tribunal Supremo de años atrás. En los últimos meses decenas de mujeres habían intentado entrar, pero los hombres sacerdotes y peregrinos les detenían constantemente, incluso ejerciendo la violencia contra ellas. Ni siquiera después de que las autoridades pusieran a disposición de las religiosas a policías escoltas habían conseguido traspasar los muros. Ahora, y aprovechando un descuido, dos ciudadanas han logrado entrar.
El triunfo del feminismo: la incursión femenina al templo transcurrió con calma, pero a medida que la población se iba enterando de lo que había pasado aumentó la violencia y las revueltas, especialmente hostigadas por los representantes regionales de Bharatiya Janata Party (BJP), partido nacionalista conservador actualmente en el Gobierno de India, y por los miembros del Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), grupo apolítico ultranacionalista y fundamentalista hindú. Como protesta de los ataques y en apoyo de la medida igualitaria, las mujeres han llevado a cabo una manifestación pacífica sin igual en la historia de la India: cuatro millones de mujeres se han encadenado en un muro femenino por 620 kilómetros, según las autoridades locales.
Libertad contra "tradición": con el machismo ocurre igual que con las normas del sistema de castas. Son ideas que no encajan en un estado democrático de derecho parlamentario como el que rige actualmente La India, y que por eso lógicamente, si es presentado ante los tribunales, va a ser eliminado. Pero en realidad el país sigue funcionando bajo esos códigos porque sigue siendo la cultura imperante, y aunque el sistema de castas se abolió en los 50 en la práctica sigue completamente vigente en lo social, lo jurídico o lo mediático.
Polémica religiosa: la prohibición de entrada de marras forma parte de los obsoletos tabúes que la ideología brahmánica impone sobre la mujer india en su período de menstruación, período durante el cual la mujer manifiesta su máximo grado de impureza y de ahí que entre los 10 y los 50 años no pudiesen entrar a estos templos. Sin embargo, ni tales tradiciones parecen ser tan tradicionales (no se conoce ninguna restricción a las mujeres a Sabarimala antes de finales del siglo XIX), ni nunca fueron tan rígidas.
Foto: Nileena S Balaram.
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