Os pongo en situación: Estados Unidos, periodo de entreguerras, la Gran Depresión, urbes en colapso por culpa del éxodo rural y la más dura y trágica crisis económica del mundo moderno (en dura pugna con la actual).
Ese es el caldo de cultivo en el que una simple publicación para la clase obrera acabó revolucionando no solo el consumo literario en Norteamérica, sino que cambió la tradicional técnica narrativa y el desarrollo de entornos y personajes en la literatura de género. Ese fue el principal legado de Black Mask, probablemente la revista literaria más influyente de la primera mitad del siglo XX.
La pulpa de celulosa. El origen de las pulp fiction
La primera referencia a las revistas pulp aparece en el año 1915 aunque no sería hasta unos lustros después cuando su fama llegó a ser tan grande como para popularizar un género, el hard boiled, el cual acabaría siendo la piedra angular de todas estas publicaciones. Sin embargo, hasta la llegada del monopolio de la novela negra, en esas páginas amarillentas y rugosas uno podía encontrarse relatos cortos de todo tipo, desde la más almibarada historia de amor al puro estilo Corín Tellado hasta relatos de terror con muertos vivientes o invasiones alienígenas con amazonas lésbicas como salvadoras del planeta tierra.
Todo con el fin de entretener al lector, usando un lenguaje ágil y sencillo y dando un papel preponderante a la acción sin andarse por las ramas, un entretenimiento ligero al fin y al cabo, pues eso era lo que demandaba el hombre de a pie a quien se dirigían estas revistan, hombre al que le resultaban tediosas las prosas barrocas, los versos alejandrinos y las disquisiciones teóricas.
Debido a que en un mismo número podían aparecer historias de distintos géneros y de distintos autores, se daba la circunstancia de que podían convivir historias cortas autoconclusivas con historias inacabadas que continuarían en sucesivos números. Este método de publicación fraccionada posibilitó el acceso al mercado literario a autores noveles y amateurs, aparte de perfeccionar un concepto hoy tan televisivo como el cliffhanger con el fin de atrapar al lector incitándole a comprar el siguiente número de la revista para saber cómo continuaba la historia que le tenía en ascuas, tal y como sucedería después con las novelas radiadas.
La estructura y estilo de las pulp fiction fueron evolucionando hasta la llegada de Black Mask, la más importante de estas publicaciones, permitiendo que aquello que era conocido como subcultura acabara estandarizándose y convirtiéndose en entretenimiento de masas. Así, de la mano de esta publicación y otras similares pudieron publicar sus obras y obtener reconocimiento eterno unos don nadie como Ray Bradbury, Phillip K. Dick, Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, Arthur Conan Doyle, H.P. Lovecraft o los máximos exponentes de la novela negra, Raymond Chandler y Dashiell Hammet, entre otros. Casi nada, ¿verdad?
Viaje por las alcantarillas de un mundo que se descompone
El crack del 29 no solo dinamitó el sistema financiero norteamericano y mundial, sino que también quebró los cimientos de una sociedad próspera que había recibido a millones de inmigrantes con los brazos abiertos prometiéndoles que todos sus sueños se harían realidad.
La dura crisis económica posterior al crack sumió a la sociedad estadounidense en una oscuridad en la que lo más abyecto, lo más cruel de la especie humana comenzó a campar a sus anchas. Gangsters, políticos corruptos pagados por los anteriores, abogados ultrapoderosos que defendían tanto a unos como a otros para librarlos de la acción de la justicia, policías que aceptaban sobornos para que mirasen a otro lado, asesinos a sueldo que mataban a testigos de cualquier acción delictiva… esos son los personajes que pasaron a gobernar el país en la sombra, dirigiendo una sociedad decadente que cayó en manos de contrabandistas y traficantes que extendieron sus redes sobre todo el sistema social y político.
Esa realidad palpable que todos conocían pero nadie podía combatir fue el ecosistema en el que se desarrollaron las tramas del género literario que nos ocupa, género que vino a reflejar las más bajas miserias de la raza humana y cómo héroes anónimos hacían lo posible por salir adelante y por derrotar a aquellos que marcaban los designios del resto gracias a su monopolio en el ejercicio de la violencia y el terror.
La búsqueda por reflejar la realidad en la que vivían no era sino un intento de los autores por empatizar con sus lectores, por mostrarles quiénes eran los verdaderos culpables de sus miserias y cómo personajes reales, con más defectos que virtudes, eran capaces de plantarles cara y desenmascararlos logrando que sus crueles actos no quedaran impunes. Esa fue la clave del éxito de Black Mask y el hard boiled, el saber reflejar con minuciosidad un mundo decadente en el que héroes tan anónimos e insignificantes como sus lectores luchaban por derrotar a los más abyectos criminales.
Fue clave en la consolidación de éste género, de ésta forma de contar la realidad, la participación de Don Joseph T. Shaw, tercer director de Black Mask y propietario de la misma entre 1926 y 1936, años de mayor esplendor de la revista precisamente por el cambio en la dirección de contenidos que su presencia significó, desterrando de las páginas de la publicación toda temática que no tuviera nada que ver con la novela negra.
Sin embargo, el trabajo de Joseph T. Shaw no se quedó solamente en una renovación estilística y temática, sino que también fue clave su apuesta por los dos escritores que encabezarían el género durante varias décadas, Dashiell Hammet y Raymond Chandler, marcando el devenir de la literatura policíaca e influenciando no sólo a la literatura de género, sino también al mundo del cine, llegando a participar en él de forma directa junto a gente como Alfred Hitchcock y Billy Wilder, o al de la televisión, generando un antihéroe arquetípico que muchos habréis podido ver en series como The Wire, The Shield o Justified.
Tanto ha trascendido Black Mask que el mismísimo Quentin Tarantino estuvo apunto de llamar así a su obra maestra Pulp Fiction.