Por Álex Serrano.
Es un hecho. Es realidad. Tras Daredevil, Alias y Cage (y con el permiso de la Distinguida Competencia, que cuenta con Arrow y Gotham), Netflix es territorio Marvel cuando hablamos de serie. La última en llegar a la escudería de los mutantes, los vengadores y el arácnido azul y rojo es Puño de Hierro, estrenada el 17 de marzo con comprensible expectación.
Finn Jones ha pasado de ser Loras Tyrell en Juego de Tronos a ser el héroe de alquiler Danny Rand, alter ego de Puño de Hierro. También de la serie de George R. R. Martin sale Nymeria Sand, interpretada por Jessica Henwick, convertida en la Colleen Wing del universo Marvel televisivo. Carrie Ann Moss (Jeri Hogarth en Alias) y Rosario Dawson (Claire Temple de Daredevil) completan un reparto en el que las sinergias son inevitables: los personajes de las distintas series se unirán en un supergrupo televisivo, Los Defensores.
Las series Marvel gustan. Con sus altibajos, todas han conseguido generar un consenso que las sitúa en esa cómoda clase media en la que los seriéfilos se tornan más benevolentes. Se tratan, en todos casos, de series con presupuestos holgados, rostros reconocibles y matices apreciables, sin pretender alcanzar la grandilocuencia de Juego de Tronos ni el marchamo de estar viendo algo grande de House of Cards.
Además, las series Marvel de Netflix tiene como nexo común lo exótico. España, como contaremos otro día, es un país Marvel desde su ADN, pero pocos discutirán que Daredevil, Luke Cage y Jessica Jones son, sobre todo los dos últimos, personajes extremadamente secundarios en un universo en el que circulan más de 5.000 creaciones y que siguen teniendo a Lobezno, Spiderman, Iron Man o el Capitán América como rostros inmediatamente reconocibles.
Puño de Hierro: entre Batman, Bruce Lee y Chuck Norris
Puño de Hierro es Danny Rand. Un millonario con poderes místicos asociados a las artes marciales con una especie de dragón tatuado en el pecho. En su encarnación original, la del cómic, se gastaba un traje verde amarillo con bailarinas y solapas imposibles. Suena chiflado pero, os aseguramos, en la época tenía todo el sentido.
Porque, pese a que Puño de Hierro está más de actualidad que nunca, se trata de un personaje surgido de una época muy concreta. Durante los años setenta del siglo pasado, películas protagonizadas por Bruce Lee como Karate a Muerte en Bangkok, Furia Oriental u Operación Dragón despertaron una auténtica locura alrededor de todo lo que tuviese que ver con las artes marciales.
Marvel Comics quiso aprovechar ese zeitgeist a partir de toda una serie de creaciones relacionadas, desde un sosias de Bruce Lee llamado Shang-Chi, el maestro del kung-fu, a los Hijos del Tigre, Tigre Blanco o las Hijas del Dragón, todos ellos habituales de las páginas de la revista The Deadly Hands of Kung-Fu, en la que también aparecía el propio Puño de Hierro, y que combinaba cómics con entrevistas con gente como Chuck Norris.
Fueron Shang-Chi y Puño de Hierro quienes lograron una mayor popularidad y serie propia. El primero, con un acercamiento más ortodoxo a lo que se podía ver en las películas de género, se benefició enormemente del trabajo de equipos estrella de la época como Steve Englehart y Jim Starlin y, sobre todo Doug Moench y Paul Gulacy, que supieron transmitir las virtudes del cine de acción a las páginas de la serie.
Por su parte, el personaje de Puño de Hierro suponía un acercamiento de las artes marciales al territorio superheroico propiamente dicho. Su estatus de excéntrico millonario, en la onda de Bruce Wayne (Batman) y su condición de superhéroe urbano (con frecuentes escapadas internacionales, eso sí) en una conflictiva Nueva York que compartía con Spiderman o Daredevil no ofrecían, a priori, demasiadas sorpresas para el lector habitual de superhéroes.
Un hit de los ochenta y un lento apagón hasta hoy
El añadido de especias orientales, como pueden ser su llamativo uniforme, el uso predominante de las artes marciales de manera diversa y espectacular y unos superpoderes místicos de atractiva raigambre oriental, sí acababan por dotar de ese algo único y estimulante al personaje. Combinar unos códigos reconocibles del género de superhéroes con un envoltorio totalmente de moda resultó ser un gran acierto. Además, Puño de Hierro era un personaje nuevo, sin cientos de páginas a sus espaldas ni, sobre todo, una legión de seguidores acérrimos poco proclives a aceptar cambios en su héroe, lo que permitía una gran libertad creativa a los autores al mando de sus aventuras.
El personaje, además, es hijo de su tiempo, y elementos como su espiritualidad zen y su personalidad muy "de la época", hicieron que calase entre un público ávido de nuevas emociones. Que el arranque de las aventuras de Puño de Hierro recayese sobre el equipo creativo formado por Chris Claremont y John Byrne, que poco más tarde protagonizarían una de las etapas más memorables de la historia de los X-Men, también resultó un importante activo.
Conforme fue remitiendo la fiebre por el kung-fu y derivados, la popularidad de Puño de Hierro y sus compañeros de dojo fue descendiendo. La solución para salvar al personaje fue unir su destino a otro producto directo de una moda cinematográfica: Luke Cage, también conocido como Powerman. Concebido para aprovechar el interés por películas de blaxploitation como Shaft, su serie acabó acogiendo al alter ego peleón de Danny Rand y fue rebautizada como Power Man and Iron Fist. Esta pareja de héroes de alquiler estuvo ofreciendo su justicia a quien pudiese pagarla hasta mediados de los ochenta, siendo cancelada en su número 125 donde, acabando con la vida de Puño de Hierro.
Tras un lustro en el limbo de los superhéroes, Danny Rand volvía a la vida y, desde entonces, ha ocupado casi todos los escalafones posibles en el Universo Marvel: secundario de lujo, miembro de supergrupos como los Héroes de Alquiler o los Nuevos Vengadores e incluso protagonista absoluto de una serie con su propio nombre en distintas etapas. Con sus luces y sombras, Puño de Hierro es uno de los pocos superhéroes verdaderamente únicos y singulares que pueblan las páginas de los cómics de género. Un personaje de una época muy determinada que ha conseguido sobrevivir a su fecha de caducidad prevista hasta convertirse en objeto de culto.
Una pequeña selección de sus mejores cómics
Desde su debut en el número 15 de la colección Marvel Premiere, en 1974, al grito de "You karate killers wanted a shodown. Now you got it!", Puño de Hierro ha sufrido una azarosa vida editorial, marcada por diversas reconversiones y transformaciones. Sin embargo, el personaje ha conseguido llegar a nuestros días tras una época en la que parece tener más peso específico que nunca en el Universo Marvel. Hemos elegido cuatro cómics definitivos (fáciles de encontrar en librerías) protagonizados por el personaje.
Marvel Gold. Puño de Hierro: Chris Claremont y John Byrne pasarían a la historia de Marvel por su estapa definitiva y definitoria al frente de los X-Men, pero antes se encargaron de dar forma y origen al personaje. Las primeras aventuras de Danny Rand en todo su esplendor setentero.
El Inmortal Puño de Hierro: Considerado por muchos como el título que abriría la veda a la Marvel más "indie", esa que con títulos como Ojo de Halcón o Hulka, La Visión o Spider-woman ha mostrado que hay buenas historias más allá de los megaeventos. Ed Brubaker y Matt Fraction, dos de los guionistas estrella de la editorial, idearon una epopeya apasionante ilustrada por el español David Aja en un estado de forma sencillamente espectacular.
Puño de Hierro: Arma Viviente: Kaare Andrews se propuso un reboot del personaje tras una temporada de bandazos. El dibujante asumió el control creativo completo de la serie y embarcó al personaje en un camino de venganza, sangre y redención.
Power Man y Puño de Hierro: Los Héroes de Alquiler, la pareja de héroes urbanos formada por Puño de Hierro y Luke Cage, vuelve a las andadas de la mano de David F. Walker y Sandford Greene. Estética moderna y de cultura de la calle y un tono desenfadado que pretenden seguir la estela de las películas de colegas, las buddy movies de toda la vida.
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