Consecuencias de la mayor campaña de márketing de los tiempos recientes: todo el mundo es consciente de la existencia de los Minions. Otras consecuencias de la mayor campaña de márketing de los tiempos recientes: parte de ese mundo comienza a odiar a los Minions con todas sus fuerzas. Explosiones, hogueras, asociaciones con ISIS, los Minions han abusado del exceso y eso ha provocado que ciertos sectores de la humanidad pierdan su cabeza. Ya no hay amor, sólo odio.
Y es totalmente legítimo, del mismo modo que muchísimas personas han caído rendidas a sus pies. En todo ello juega un papel fundamental la ubicuidad de los Minions, la segunda creación de la humanidad capaz de estar en todas partes a la vez después de Dios. Abres el frigorífico y ahí hay un yogurt con la cara de los Minions. Vas a cualquier tienda, y hay un Minion por alguna parte. Te llega un paquete de Amazon y el envoltorio es amarillo... con un Minion serigrafiado. Infalible.
Quema a un Minion, explota a un Minion
Dadas las circunstancias, no es complicado dar un paseo por Internet y descubrir las muy diversas formas de odiar a los Minions que han surgido durante los últimos meses. El grupo "I Hate Minions" lleva existiendo desde hace dos años, cuando los pequeños seres amarillos se hicieron muy populares al co-protagonizar la película Gru: mi villano favorito. Pero ha sido durante los dos últimos meses, durante la campaña de promoción de su spin-off, cuando ha entrado en otro nivel.
En ella, alguien recopila las muy diversas ideas y homenajes que la gente rinde a los Minions. Y lo hace con un inmisericorde sentido del humor.
El nivel de desesperación es evidente en ciertas ocasiones. Cuando nos referíamos al pedido de Amazon que llega envuelto en un cartón de los Minions no exagerábamos. Sucede. Y lo hace sin previo aviso. Hasta el punto de que hay quien no hace prisioneros, cueste lo que cueste.
La presencia constante, inalterable, inevitable de los Minions en todos los rincones de nuestra vida ha conducido a otros a la demencia, incapaces de encontrar un sólo rincón donde huir de ellos.
Y, por supuesto, luego tenemos a los clásicos: gente crucificando a un Minion y prendiéndole fuego. Gente tirando a un Minion al suelo y prendiéndole fuego. Gente prendiendo fuego a un Minion allí donde tiene la ocasión de hacerlo.
La situación está llegando a puntos insostenibles. Hay terribles relatos de padres espantados ante la idea de cruzarse con otro Minion en su vida. Hay quien ha creado un test para saber cuál es tu grado de odio a los Minions: alto, muy alto, por encima de la estratosfera o justo el que merecen. Y hay quien ha tratado de poner orden y concierto en la creciente oleada de odio hacia los Minion que ha dominado las redes, buscando una explicación racional. Pista: no la hay.
Y sin embargo, odiarles es totalmente lógico. Hasta el punto de la desesperación.
Hay quien incluso ha creído conveniente poner en boca de los Minions un cántico en árabe dedicado a ensalzar a ISIS. No va en coña, alguien lo ha hecho de verdad. A este nivel hemos llegado.
En serio, se han pasado con la promoción
Lo sentimos, Time, pero no, no podemos disfrutar en paz de una máquina promocional que lo ha invadido todo. Nada queda sin ser fagocitado por las figuras amarillas y azules que viven bajo tierra desde hace milenios y trabajan para El Mal. ¿Quién en su sano juicio se podría fiar de un Morlock? Nadie. Menos aún cuando cualquier objeto, cualquier acontecimiento de tu vida diaria se ve acompañado por él, por ellos. Porque todo esto es excesivo, Universal.
En serio. De verdad. Se nos ha ido de las manos.
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