David Bowie, Alan Rickman y Prince. Tres iconos universales que atraviesan prácticamente la totalidad de las artes escénicas pop del siglo XX: música, teatro y cine. Los tres han muerto a lo largo de 2016, cuya vida aún es corta (escasos cuatro meses a sus espaldas), pero cuyo carácter parece haber tornado en letal para los iconos pop que han educado a tantas generaciones durante décadas. ¿Pero de verdad están muriendo tantos ídolos pop en 2016 como parece? ¿O quizá sólo se trate de una ficción mediática creada por todos nosotros al albur del fallecimiento de figuras tan grandes como Bowie o Prince?
Nosotros hemos tratado de averiguarlo echando un vistazo a los números.
2016: veamos quién ha muerto hasta ahora
Uno de los problemas de ponderar si un año ha sido más o menos letal para el firmamento pop es la propia consideración de "estrella mediática". Es decir, ¿cómo valoramos que una figura en concreto es un ídolo de masas? Hay diversas cuestiones a tener en consideración. La primera de todas, la nacionalidad: si mañana se muriera Julio Iglesias, España y gran parte de la esfera latinoamericana sentiría el deceso como propio, y como una enorme pérdida, pero es complicado que alguien en Kazajistán se preocupara demasiado.
Wikipedia cuenta con un listado más o menos actualizado de personalidades, de distinta condición mediática y nacional, que han pasado a mejor vida en lo que llevamos de año. Nosotros hemos recopilado las que, a nuestro juicio, son algunas de las figuras más trascendentales en sus respectivos campos.
- David Bowie: estrella andrógina universal.
- Alan Rickman: un gran actor, pero ante todo, Hans Gruber,
- Prince: aristócrata hortera del funk.
- Erik Bauersfield: la voz del almirante Akbar.
- Imre Kertész: primer húngaro en ganar el Nobel de Literatura.
- Jim Harrison: el autor de Leyendas de Pasión.
- Phife Dawg: maestro del flow y fundador de A Tribe Called Quest.
- Keith Emerson: Emerson de Emerson, Lake and Palmer.
- George Martin: el productor de The Beatles.
- George Kennedy: el amigo brutote de Paul Newman en La leyenda del indomable.
- Douglas Slocomb: mente pensante detrás de Indiana Jones.
- Umberto Eco: escribió uno de los mejores inicios literarios de siempre.
- Herper Lee: mató a un ruiseñor. Y escribió un libro sobre ello.
- George Gaynes: el comandante de la Loca academia de policía.
- Maurice White: líder de Earth, Wind & Fire, la banda más cool de la Tierra.
- Paul Kranter: uno de los fundadores de Jefferson Airplane.
- Jimmy Bain: uno de los muchos culpables de Rainbow.
- Glenn Frey: el principal culpable de Eagles.
- Pierre Boulez: compositor y director de orquesta, ganó 26 grammys.
- Chus Lampreave: abuela de todos los españoles.
Bien, ahí arriba contamos un mínimo de diez figuras musicales, ya sean de carácter clásico o pop, de indudable importancia (al margen de filias y fobias). Dos autores reconocidísimos internacionalmente (Eco y Lee) y al menos otro de gran calado cultural dentro de su esfera nacional y lingüística (Kertész), además de unos seis nombres de mayor o menor importancia dentro de la esfera cinematográfica (desde actores talentosos y muy bien considerados como Rickman hasta detalles mitómanos como Gaynes o Bauersfield). Son muchos.
Todos ellos, además, aparecen en este recopilatorio del Telegraph, que, a su vez, incluye a un montón de importantes británicos.
Mmmmm, pero eso es algo impreciso, ¿no?
Claro que lo es: es una selección arbitraria en base a nuestras afinidades. Sería peor engañarse: todos y cada uno de los medios hacen su selección en base a lo que exige su audiencia y a sus propios marcos de referencia sociales. Por ejemplo, pocos medios anglosajones o europeos destacarán la pérdida de Kōji Wada (japonés, compositor de la canción original de Digimon), Malick Sidibé (importante fotógrafo maliense), Attila Özdemiroğlu (relevante figura dentro de la composición musical turca) o Ismael Quintana (cantante y compositor puertoriqueño de salsa). Son sólo cuatro ejemplos, pero hay más.
Es normal que así sea, por otro lado. Como ya explicaron en Rasgo Latente a raíz del duelo posterior a los atentados de París (y no homólogo a nuestro duelo colectivo tras cualquier evento trágico que sacuda Beirut o Kabul), tendemos a dotar de mayor importancia a los eventos que afectan a nuestra identidad colectiva, en este caso cultural. Y bajo cualquier parámetro ponderable, Prince es mucho más importante que cualquier estrella pop de Camboya. O mejor dicho: nos es mucho más importante. Llegados a este punto, puede que lo mejor sea optar por el método BBC: comparar dentro de una esfera propia.
Es lo que han hecho en este artículo. Tirando de su archivo de obituarios de gente importante (entre las que incluyen a muchas personalidades británicas cuya trascendencia fuera de las islas es reducida), la emisora pública llega a una conclusión: sí, 2016 está siendo especialmente lesivo para con nuestros ídolos. ¿Cómo lo miden a nivel númerico? Según sus cálculos, llevamos 24 personalidades relevantes fallecidas en estos cuatro meses, frente a los 12 de 2015 en el mismo periodo, los 11 de 2014, los 8 de 2013 y los 5 de 2010. A priori, parece un salto cualitativo destacable: nada menos que el doble.
Hay varias cuestiones a tener en cuenta. Por un lado, como el propio responsable de los obituarios de la cadena explica, cada vez escribe más (dicho de otro modo: no es que muera más gente, es que se presta más atención a la gente que muere). El listado del Telegraph que enlazábamos antes, sin embargo, apoya los números de la BBC: a estas alturas lleva ya 75, cuando el año pasado, en las mismas fechas, no acumulaba más de una treinta. Por su parte, Deathlist, la lista que recopila a los famosos muertos, está acertando más que nunca en sus predicciones anuales: lleva ya cinco fallecidos adivinados, más que nunca.
2009 o cómo podemos hacernos trampas contando
Parece una tendencia clara replicada por otros medios. Pero hemos tratado de imitar el ejercicio del principio acudiendo a otro año, 2009, y seleccionando a un puñado de personalidades que merecerían engrosar una lista semejante (en el mismo periodo). Los resultados han sido parecidos, aunque no se contaron figuras tan trascendentales (al menos en el campo de la música popular: sí en literatura y en arte cinematográfico) como las de David Bowie o Prince (Michael Jackson moriría unos meses más tarde, en junio). Es hacerse trampas contando, ¿pero acaso no es la nostalgia un eterno autoengaño?
- Steven Gilborn: le has visto en casi todas las series americanas.
- Pat Hingle: entre otros muchos, el comisario Gordon en Batman (1989).
- Sam Taylor: figura del blues histórico, colaborador habitual de los más grandes.
- Ricardo Montalbán: relevante figura actoral del cine mexicano del siglo XX.
- John Updike: premio Pulitzer y figura clave del realismo americano del siglo XX.
- Claude Berri: director francés, ganó el BAFTA a la mejor película por Jean de Florette.
- Andrew Wyeth: pintor, uno de los artistas americanos más reconocidos internacionalmente.
- Maurice Jarre: compositor cinematográfico francés (colaboró codo con codo con David Lean).
- J. G. Ballard: escritor, figura esencial de la literatura británica del XX.
- Ekaterina Maximova: bailarina rusa, internacionalmente reconocida por su trabajo en el Bolshoi.
- Bea Arthur: una de Las chicas de oro, entre otros papeles.
- Maurice Druon: novelista francés, académico y ministro de Cultura.
- Mario Benedetti: brillantísimo escritor uruguayo.
- Lux Interior: miembro fundador de The Cramps.
- James Whitmore: Brooks Hatle en Cadena Perpetua, entre otros muchos.
- Paul Scofield: actor, ganó un Oscar por Un hombre para todas las estaciones.
- Bebe Barron: uno de los compositores pioneros en música electrónica.
- Charlton Heston:
El putoCharlton Heston.
Si te lo propones, puedes encontrar gente importante muriendo durante todos los meses de todos los años. Porque...
Sorpresa: nuestros ídolos se han vuelto muy viejos
El impacto de Bowie o de Prince es demasiado magnético como para tratar de establecer un paralelismo racional con años anteriores, pero lo cierto, lo único cierto de toda esta historia, es que nuestros ídolos pop se están haciendo mayores. Muy mayores. Tan mayores que, oh, sorpresa, han comenzado a morirse. Prince lo ha hecho joven (con 57 años), pero Bowie rondaba ya la setentena (había nacido en 1947, tan sólo dos años después del final de la Segunda Guerra Mundial). Hablamos de figuras cuya juventud más esplendorosa, su producción artística más notable, data de hace cuarenta años.
Además, casos como el de Bowie (Prince menos) coinciden con el albur de la cultura popular de masas, la década de los sesenta y el inicio de una revolución en las costumbres culturales de la sociedad occidental. Ellos fueron los primeros, y los más influyentes, y han logrado acaparar la primera plana de la producción artística mundial años después de que sus mejores años quedaran en el olvido. Sumado al influjo de la mitomanía y a que fue una generación muy numerosa, el resultado es el que tenemos delante de nuestros ojos: se están empezando a morir, y nos está resultando, en ocasiones, traumático.
De modo que lo que nos espera, de ahora en adelante, serán más Bowies y más Princes: más productos, iconos, mitos de décadas pasadas cuya impronta en la música y en el cine actual es multinacional y multigeneracional. Sí, puede que los números de la BBC sean ciertos: cada año se mueren más y más ídolos. Y sí, puede que sólo sea un hecho biológico normal. Y que en el futuro, con seguridad, se mueran aún más.