David Rubín (Orense, 1977) ha forjado una carrera en un constante ascenso que lo ha conducido del fanzinismo local a publicar en el mercado norteamericano, pasando por el éxito nacional con obras como El Héroe o Beowulf. Su personalidad y unas señas de identidad férreas, así como una capacidad de trabajo notable y la determinación de hacerse un lugar en el campo profesional del cómic, son las bases de su triunfo.
Los inicios en la escena gallega
David Rubín me recuerda en su forma de afrontar el mundo del cómic al músico Ian MacKaye. El líder de la banda hardcore Minor Theat y los posteriores Fugazi se puso a hacer lo que le interesaba por sí mismo y no esperó a que nadie le abriese camino: Do it yourself, lo llaman.
Si te hierve el arte, sácalo como sea. En el caso del dibujante, esto se tradujo en su implicación total con un proyecto que nacía con el siglo XXI: el colectivo Polaqia y la revista Barsowia. Allí Rubín se foguea como autor novel. En una entrevista concedida a Alberto García para el n.º 2 de Ninth Cómics, comenta: «El tema de Polaqia me enseñó mucho. Primero como autor, porque tenías que estar haciendo páginas continuamente. Y luego como editor, porque tenías que preocuparte de temas de edición, de hablar con imprentas, de ver cuánto cuesta esto y lo otro. A la larga me ha sido muy útil en mi carrera profesional, porque cuando le exijo a un editor esto o lo otro, sé de lo que estoy hablando.»
Las historias que escribe para Barsowia son pasos primerizos pero que muestran ya sus constantes: ímpetu narrativo, influencias americanas y japonesas, ciertas gotas del malditismo de Santiago Sequeiros, presencia de la estética de Javier Olivares y la angustia existencial de un Frank Miller.
Su coctelera bate drama urbano y superhéroes sin despeinarse. Faltan muchas páginas para el autor redondo en que se convertirá, pero desde sus primeros pasos se aprecia su marcado carácter autoral, que se reconoce con numerosos galardones locales.
Rubín aparecerá en casi toda iniciativa sólida de cómic en Galicia (y por cierto, en gallego: su marcada defensa de lo autóctono no es faceta menor) tras debutar en el álbum colectivo Mmmh!! (2001, Polaqia): desde BD Banda hasta la revista Golfiño en su segunda etapa, que publicaba el diario La Voz de Galicia, el de mayor tirada en la región.
Por otro lado en 2005 obtiene con el cómic Onde ninguén pode chegar (Donde nadie puede llegar) el Premio Castelao de Banda Deseñada en su primera edición. Cada nuevo paso consolida al autor, publica en diversos fanzines y revistas de fuera de Galicia, y pronto será objeto de atención del panorama editorial nacional. Y Donde nadie puede llegar será precisamente el relato que abre el primer libro de David Rubín editado por Astiberri.
Primeros trabajos con Astiberri
Rubín conocerá a la gente de Astiberri en el salón coruñés Viñetas desde o Atlántico, aunque ese encuentro no supuso las puertas abiertas de la editorial donostiarra.
El propio autor lo rememoraba en una entrevista concedida a David Fernández para Zona Negativa: « Conocí a algunos de los editores de Astiberri dos años antes de la publicación de El Circo [del desaliento], en Viñetas, en A Coruña, conectamos bien y les gustó mi trabajo, a raíz de ahí les presenté un proyecto (…), les gustaba, pero no terminó de convencerlos para publicarlo. Sus críticas y consejos me sirvieron muchísimo para localizar fallos en mi trabajo e intentar corregirlos (…) y, sobre todo, fue una excelente toma de contacto que me situó en el mapa editorial español; ya que gracias a ese primer acercamiento comencé a publicar en la revista Tos, que junto con la revista Dos Veces Breve, consiguieron que una cuanta gente comenzara a fijarse en mi trabajo.»1
Con este encuentro y sintonía era cuestión de tiempo (y de pulido) que la editorial y el autor confluyesen en un proyecto. Continúa Rubín recordando ese momento, en la misma entrevista: «Una vez terminé Donde nadie puede llegar, y aún sin saber si ganaría o no el Castelao con ella, me fui al Salón de Barcelona ese año ―por primera vez―con las páginas de Donde nadie… bajo el brazo y se lo presenté a Astiberri. Una semana después de haber terminado la edición del Salón de ese año me llamaron para darme el sí definitivo.»
El resultado de esta primera colaboración es El circo del desaliento (2005, Astiberri), un libro que recopila obras prepublicadas, obras inéditas y el mentado premio Castelao.
Rubín, sin abandonar la actividad y el compromiso con Polaqia (y otras cabeceras), vuelve al año siguiente a la más plena actualidad nacional con La tetería del oso malayo, con la que Astiberri sigue apostando por el dibujante gallego. La particularidad es que ahora si bien se vuelve sobre material antiguo, el dibujante no solo entrega como en el libro anterior material inédito, sino que redibuja y amplía los contenidos publicados con anterioridad.
La tetería muestra un crecimiento como autor, su dibujo se afianza y su narrativa sigue caminando su viaje personalísimo: romanticismo y malditismo, acción y contemplación, reflexión y arrebato, universos antropomórficos entre el imaginario del cómic americano y Akira Toriyama. El libro obtiene el premio al autor revelación en el XXV Salón Internacional del Cómic de Barcelona (2007).
Consolidación
El ritmo no para. Entre 2006 y 2008 David Rubín publica historietas breves en fanzines como Carne Líquida o Usted, mantiene colaboraciones con la gallega BD Banda y por supuesto sigue activo dentro del colectivo Polaqia al que pertenece hasta su desaparición en 2011. Y en 2008 dos nuevos trabajos vuelven a posicionarle en el panorama nacional. Primero, su aportación a la colección de SM Editorial « Adaptaciones de clásicos al cómic» con una revisión para lectores adolescentes de Romeo y Julieta, con guión de Ricardo Gómez. Y poco después con Cuaderno de tormentas.
Si la traslación del clásico de William Shakespeare demuestra su versatilidad (bien es cierto que el cómic más o menos infantil ya lo había abarcado con éxito en Golfiño y BDBanda), Cuadernos de Tormentas (para Editorial Planeta) apuntala las constantes de sus historietas breves en un relato extenso, recrea sus universos plenos de lírica onírica y urbanismo dirty y revela al buscador infatigable. Entre el relato ilustrado y el cómic, esta obra llamó más la atención de crítica y lectores, y demuestra que el prometedor fanzinero no era flor de un día, sino germen de un autor de referencia.
En 2010 David Rubín vivirá su particular crisis creativo-profesional. Su carrera se cimentaba en un crecimiento rápido como autor de cómics ―publica en 2009 otra revisión de un clásico para SM, El monte de las ánimas, y mantiene su ritmo de colaboraciones― y en su asentamiento en la industria del cine de animación. En este sentido, trabajaría en los estudios Limaía y Dygra, codirigiendo para este último el famoso largometraje El espíritu del bosque (2008).
Pero el autor sufre un revés con Uxío Novoneyra: A voz herdada, un cómic sobre el escritor gallego, con guión de Kike Bonlloch: el libro es objeto de una historia laberíntica en la que un encargo de la Xunta de Galicia termina con toda la tirada almacenada. Además decide renunciar a su colaboración con Dygra. Traspieses con libros, agotamiento ante la industria de la animación, ¿qué podía hacerse? Algunos, tirar la toalla. Rubín opta por apostar por el cómic. Su siguiente obra será la más ambiciosa que jamás haya creado.
El Héroe: la plenitud
El Héroe es una revisión en clave rubiniana de la leyenda de Heracles, casi 600 páginas en dos tomos a publicar consecutivamente (en 2011 y 2012). Astiberri apoya la arriesgada apuesta. Y David Rubín entrega una novela gráfica en dos partes que es ya uno de los referentes insalvables de la presente década.
El Héroe es un trabajo que abreva de todas las constantes de su autor, las refina y las empuja hacia adelante. La mitología grecorromana (el tema es la revisión de las doce pruebas de Hércules) se da la mano con una reflexión sobre la industria del cómic de superhéroes norteamericanos, y por encima, como corazón delator, palpita una confesión a pecho descubierto del propio Rubín. Confesión de amor al cómic como medio. Fe en sus posibilidades, que literalmente catapulta en una progresión libre y valiente.
Volvemos a la entrevista de Alberto García, en la que el autor comenta respecto a la importancia de El Héroe: «Con El Héroe por fin me encontré con un campo totalmente abierto y pendiente de sembrar. Me dije, “Por fin tengo todo esto, inabarcable, para hacer lo que yo quiera. No tengo ningún tipo de condicionamiento. No tengo ningún tipo de límite. Puedo coger todas estas pequeñas cuestiones que he ido planteando aquí y allá como píldoras a lo largo de los últimos años y construir por fin un castillo, algo con entidad”. Eso fue lo que me propuse, y en cierto modo cierra una etapa en mi vida, porque creo que ya he contado todo lo que tenía que contar respecto a esos temas.»
Es importante destacar además la implicación de Rubín con su trabajo. Con El Héroe el orensano se embarca en una larga gira por toda la geografía española para presentar y hacer maratonianas sesiones de firmas en librerías, salones y todo evento posible. Da conferencias sobre su obra, concede entrevistas a todos los medios y se bate el cobre más allá de la mera realización del trabajo creativo. Sienta así un precedente que otros autores seguirán.
También adopta en este sentido las redes sociales como Caballo de Troya. Sobre todo, Facebook. Usa su muro como ariete penetrante: promueve desde su perfil concursos, ofrece adelantos, apoya a otros autores (muchas veces, noveles) y sobre todo cincela su personaje que tiene mucho de su persona: voraz, incontinente, polémico. Todo ello, del león que ruge en las redes sociales al estajanovista de las firmas multitudinarias y cercanas, tiene un único fin: demostrar, y demostrarse, que si se tiene talento y voluntad, se puede vivir del cómic en España.
¿Hemos dicho estajanovista? En noviembre de 2012 el autor, cuando estaba a punto de salir al mercado la segunda parte de El Héroe, ya estaba trabajando en un nuevo proyecto. Y ese nuevo proyecto será su segunda obra fundamental, esta vez como coautor, y nuevamente una de las novelas gráficas más importantes que se publicarán en España: Beowulf (Santiago García y David Rubín, nuevamente en Astiberri).
En 2012 Beowulf era el gran proyecto maldito de Santiago García (guión) y Javier Olivares (dibujo). Una obra de la que habían trabajado y hasta completado varias páginas pero que no cuajó. Se desestimó y cerró el proyecto. García lo hizo público en su blog personal, y Rubín salió al encuentro metafórico del guionista.
La obra merecía un renacer de sus cenizas, el autor gallego se prestaba a encarar con García una reconstrucción de la idea original. Olivares dio su “visto y place”, y la energía volvió a fluir por las venas del héroe del poema épico anglosajón.
De tamaño descomunal, de pulso riguroso y nada posmoderno, Beowulf es una de las cumbres tanto de García como de Rubín. El ilustrador se apodera del espíritu indómito del cantar heroico, crea monstruosidades entre el bestiario fantástico medieval y las pesadillas de Lovecraft y nos brinda el que puede ser considerado su mejor trabajo gráfico.
El amigo americano
En 2014 se publica un caramelo para los fans de El Héroe: Las tripas del héroe, dos volúmenes donde se muestran originales a lápiz y procesos creativos varios. Pero el acontecimiento del año será la colaboración de Rubín con Paul Pope, para el mercado americano.
Paul Pope es un autor estadounidense afianzado en el ámbito alternativo y en el más comercial gracias a obras como Escapo (Horse Press, 1999) o Batman year 100 (DC, 2006). Su poderoso dibujo es una influencia más, confesa, en el abanico de autores que han dejado poso en Rubín.
Juntos colaboran en The Rise of Aurora West / El Momento de Aurora West (Paul Pope, JT Petty y David Rubín, en First Second su edición original, editado en España por Debolsillo). Aurora es un personaje salido de un título de Pope, Battling Boy, en pequeño formato y a color.
El Momento de Aurora West reduce algo más su tamaño y opta por el blanco y negro con grises. Rubín emplea un dibujo detallista y busca soluciones narrativas y planificaciones de página ingeniosas, en su carta de presentación en el mercado de los Estados Unidos. The Fall of the House of West / La caída de la Casa West es su conclusión, publicada en 2015 y por el mismo equipo creativo.
En 2015 vuelve a publicar en Estados Unidos, para BOOM! Studios. The Fiction / La Ficción (Astiberri). No será el último trabajo para el mercado americano, y su nueva obra vuelve a contar con un colaborador de empaque. El primer número de Ether, con guiones de Matt Kindt acaba de ser publicado por la editorial Dark Horse, casa que ha publicado a autores como Frank Miller y personales como Hellboy.
Vuelta al ruedo nacional
Es interesante destacar que mientras en autor de El Héroe potenciaba su penetración en el mercado norteamericano, siempre eligiendo proyectos en los que se sentía cómodo, no abandonaba ni el mercado español ni proyectos como Miguel EN Cervantes, una exposición con Miguelanxo Prado alrededor del 400 aniversario del fallecimiento del escritor en 2016.
Miguel EN Cervantes. El retablo de las maravillas es también un libro con sendos trabajos de las dos firmas gallegas: un cómic de Rubín que adapta el relato cervantino “El retablo de las maravillas”, y una semblanza ilustrada por Prado sobre el propio Cervantes y su vida. Además, dicho libro era el catálogo de la exposición. En el caso de la obra de Rubín, se atreve a respetar la integridad del texto original y practica un dibujo más limpio y caricaturesco que nunca.
Y finalmente Gran Hotel Abismo (Astiberi) es su última obra para el mercado nacional. Nuevamente supone una colaboración, esta vez con el autor Marcos Prior. En palabras de Prior la obra surgirá de «la necesidad de crear un contradiscurso a lo que generalmente estamos escuchando en todos los medios».2 Esta novela gráfica nos entrega al Rubín más desatado y barroco desde Beowulf, en un cómic que parece un manifiesto ético ante un panorama político y social.
Panorama que es el caldo de cultivo para que Prior desarrolle sus universos colectivos y conectados a los mass media (televisión, internet) y Rubín desate un ambiente apocalíptico.
David Rubín es uno de los historietistas más importantes del paisaje contemporáneo nacional. Un autor prolífico y constante (de hecho faltan por citar algunas referencias menores de su producción, en esta semblanza). Desde sus inicios ha defendido la libertad creativa del artista, el compromiso con el medio y la honestidad con el lector. Se sabe polémico y su carácter se percibe en su estilo, un ímpetu que ya se puede reconocer como influencia en trabajos de nuevos historietistas.
Por otro lado su carrera le está llevando al mercado anglosajón sin renunciar al nacional, y su energía no se agota: ya está trabajando en un nuevo proyecto, en ciernes, como autor completo. El rugido no calla.
Referencias
1 Fernández, D, Zona Negativa entrevista a David Rubín, en Zona Negativa.↩
2 Declaraciones de Marcos Prior en el programa de Radio 3 La hora del bocadillo, entrevistados los autores el 10 de diciembre del 2016 por Laura Barrachina. ↩
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