España se enfrenta a una sequía devastadora. Hace unos días el Ministerio de Agricultura se reunía de urgencia y reconocía que la situación es grave y generalizada, destacando la afección en las cuencas del Guadalquivir, Guadiana y las interiores de Cataluña. Los datos indican que el valor medio de las precipitaciones acumuladas desde el inicio del año hidrológico en España es un 23,5% inferior al valor normal, lo que es una caída importante. Los arroceros ya en 2022 pudieron plantar solo el 30% de su superficie. Este año, si no llueve antes de mayo, podría no haber siembra.
Una sequía brutal. Una de las zonas con más riesgo para los cultivos es la cuenca del Guadalquivir, donde el nivel de precipitaciones es peor que el nacional: un 35% menos que la media, siendo el 5 de marzo el último día que cayó una gota del cielo. Eso ha resultado en un déficit del 70%, lo que ha llevado a la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir a establecer el final de la campaña de regadío el 30 de septiembre. Su presidente lo resumía en tres frases contundentes: "La situación es muy mala. Es el peor año desde el 95. Administrar la miseria es muy complicado".
Todo esto ha traído a una serie de medidas extraordinarias que desde hace tiempo no se veían en Andalucía. Para paliar la situación, la Comisión de Desembalse de la Demarcación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), el organismo encargado de repartir el agua disponible entre los usuarios de la cuenca, ha acordado iniciar ya la campaña de regadío con un desembalse de 385 hectómetros cúbicos para el riego de 345.000 hectáreas. Un descenso del 36% respecto a la campaña anterior.
La situación de los cultivos. El motivo es principalmente que la siembra de arroz requiere un manejo de los desembalses que ahora mismo no se puede garantizar. Por eso la comisión también ha autorizado una dotación 700 metros cúbicos de agua por hectárea para los cultivos de mayor consumo de agua, lo que representa una reducción de casi el 90% respecto a su dotación concesional, que es de 6.000 metros cúbicos. Y que se puedan adoptar desembalses auxiliares para octubre, fundamentalmente para garantizar el mantenimiento del olivar y la arboleda.
Desembalse por sorpresa. Con todo el lío normativo y una situación de urgencia apremiante, lo que no se esperaban los regantes de la cuenca es que la Confederación iba a empezar a desembalsar este sábado pasado sin avisar y sin dar información sobre la dotación de riego definitiva, lo que ha generado un desconcierto generalizado. Y muchas críticas. Desde la Asociación de Comunidades de Regantes de Andalucía (CREA), este inesperado desembalse ha sido una muestra "del descontrol absoluto" en la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir.
Sobre todo porque la institución ya había descartado hace unos pocos días desembalses prematuros antes del periodo establecido de finales de abril a pesar de las peticiones de los agricultores que ven peligrar sus cosechas por la falta de agua. Y ahora mismo lo que más preocupa a todos es que se desperdicie ese recurso de valor incalculable: el agua.
Lo que piden los regantes. Principalmente un apoyo que les ayude a sobrellevar el fuerte impacto que está teniendo la sequía en los cultivos andaluces mientras no caiga una gota de agua. La Asociación de Comunidades de Regantes de Andalucía (Feragua) ha solicitado medidas como que se incluyan en el Decreto de Sequía medidas paliativas y compensatorias de tipo económico y fiscal, como la condición de cánones y tarifas de riego para 2023, las exenciones de IBI y otras medidas de tipo laboral que faciliten los posibles ERTE por parte de las comunidades de regantes ante la falta de actividad en esta campaña de riego.
También consideran necesaria la disponibilidad de pozos de emergencia u otras herramientas de cesión de derechos del agua, para facilitar el uso de los escasos recursos disponibles. Entre ellas, emprender algunas obras a corto plazo, como conexiones de estaciones depuradoras y desaladoras a punto de consumo, y algunos proyectos de emergencia como, por ejemplo, mejorar el canal de entrada y acondicionamiento del bombeo de la presa de Arenoso, en Córdoba.
Imagen: Flickr (Jesús Rodríguez)
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