La tabla periódica es la clave de bóveda del desarrollo científico que ha propulsado a la humanidad durante los últimos tres siglos. Casi todas las innovaciones tecnológicas que disfrutamos hoy en día se pueden explicar a través de los elementos químicos que la componen, aunque en un sinfín de ocasiones los pasemos por alto. Desde el molibdeno hasta el vanadio, en ella residen los materiales que nos han permitido crear desde las radiografías hasta los microchips.
Ya vimos en su día cómo su realidad es menos estable de lo que quisiéramos imaginar. La tabla periódica tal y como la conocemos también está en peligro de extinción, en gran medida por la incesante demanda industrial de numerosos elementos químicos. Minerales como el fósforo o el galio disfrutan de escasas reservas (el primero repartido en sólo cinco países), y otros caminan hacia el total agotamiento.
Su recorrido ha sido, en ocasiones, breve. El galio tan sólo fue descubierto en 1831. Para entonces la tabla periódica no había sido publicada por primera vez (el boceto original, a cargo de Dmitri Mendeleev, no vería la luz hasta 1869), pero muchos de sus elementos sí habían sido descubiertos. La historia de la tabla, de hecho, es la de 300 años de permanentes avances y hallazgos. El ser humano la ha ido completando poco a poco.
Es lo que trata de ilustrar este vídeo, creado por Jamie Gallagher la pasada primavera, en el que se repasan de forma simple tres siglos de descubrimientos. Se inicia en 1718, cuando el conocimiento humano sólo sabía de la existencia de 13 elementos de la tabla (apenas el 11%) y termina en 2018, con los 110 elementos ya identificados y el 100% del proyecto finalizado. Trescientos años de un viaje científico apasionante.
El avance es apasionante. A la altura de la Revolución Francesa la humanidad sólo había completado el 24% de la barra de progreso (al modo de un videojuego), sumando 28 elementos en total (el descubrimiento de minerales como el magnesio el uranio es herencia del siglo XVIII). En la última década de la centuria se avanza rápidamente, y para 1801 ya se ha llegado al 30% (35 elementos, el wolframio, el primero descubierto por un español, entre ellos).
El avance real llegaría en el siglo XIX. Ya en 1850 se conocían 59 elementos, la mitad de lo que posteriormente se bautizaría como "tabla periódica". Tras una década de impás, a partir de 1860 el ritmo se acelera: aparecen los actínidos (el lantano, el cerio y el terbio, entre otros) y se completan los alcalinotérreos. Para el cambio de siglo se han identificado casi todos los actínidos, y el avance es brutal: 69% de la tabla está completa (82) elementos.
Los primeros compases del siglo XX elevarían el porcentaje al 75% (con la aparición de casi todos los lantánidos y la columna completa de los metales alcalinos y los gases nobles, bastante tardíos), y la segunda mitad de la pasada centuria llevaría el avance al 96%. A lo largo del siglo XXI se descubrirían los elementos superpesados restantes (la confirmación y el bautizo definitivo de los cuatro últimos no llegaría hasta 2016).
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