Encender un televisor y colocarse frente a un programa de la BBC implica recibir una clase maestra de pronunciación y habla inglesa. Durante décadas, la cadena pública por antonomasia ha cultivado y fomentado la proyección internacional del "inglés neutro", una serie de inflexiones vocales, acentos y registro hablado y escrito bautizados como la "Received Pronunciation", o lo que es lo mismo, el inglés que aprende cualquier extranjero cuando llega a Inglaterra.
La BBC ha tenido una relevante cuota de responsabilidad en ello. A lo largo de su historia, sus presentadores y locutores, al margen de su origen, estaban obligados (no oficialmente) a informar y comunicarse con su audiencia siguiendo las pautas de estilo de la RP. En esencia, se trataba de emular el habla digna y elegante, bien educada y formal, de las clases nobiliarias del sur de Inglaterra, surgidas de las universidades de Oxford y Cambridge.
Aquel "inglés neutro" es el equivalente al "español neutro" o "español de Valladolid" que durante décadas también ha permeado tanto la radio como la televisión como el discurso público e institucional de España. Una suerte de dialecto sin acento, proveniente de algún punto indeterminado de Castilla que representa "el buen español", en contraste no ya con las bárbaras costumbres hispanoamericanas, sino con los dialectos y marcados acentos de Canarias, Murcia, Andalucía o Extremadura.
El "acento neutro": de la televisión a todo el país
El asunto vuelve a estar de actualidad con motivo de una cofradía de Salamanca que ha rechazado expresiones andaluzas con un deje a mitad de camino entre lo costumbrista y lo clasista. Un artículo escrito por la lingüista Elena Álvarez Mellado en El Diario, en el que reivindica el valor de los acentos en el espacio público, ha viralizado el asunto. Porque resalta una verdad soterrada en España y Latinoamérica: los acentos sólo son acentos.
La cuestión atraviesa de raíz a medios públicos y privados, pero es especialmente evidente en el Telediario de TVE. Ana Blanco es de Bilbao y sin embargo desliza las palabras por su boca sin el deje habitual de los nobles habitantes bilbaínos, en un acento inexistente al que marcaba Leticia Ortiz, asturiana, cuando se desempeñaba en su mismo puesto, o idéntico al que mostraba Francisco Montesdeoca, canario.
¿Tan malo es mostrar variantes dialectales en la televisión? Como se explica en este estupendo vídeo de vanfunfun, no: sólo redunda en estigmas sociales. Y ese es el motivo por el que la proverbial BBC se está quitando de la "Received Pronunciation".
Desde sus orígenes, la televisión pública asoció a determinadas formas de hablar una idea de "lo correcto" y "lo adecuado" frente a otros acentos del resto de Inglaterra. En 1924, el primer director general de la BBC consideraba que la misión del ente público era la de educar al resto de ingleses en las formas correctas de pronunciación, donde "correctas" significaba "del sur y, preferiblemente, de las clases acomodadas". La cuestión era importante dado que el inglés cuenta con enormes variaciones fonéticas vocales.
Pero partiendo de la particularidad de su idioma (que ha sufrido drásticos cambios en la forma de pronunciar las palabras históricamente y que cuenta con variaciones dialectales muy pronunciadas debido a su carácter abierto en lo fonético), la BBC instaló en el ideario colectivo una forma "apropiada" de hablar inglés. Pero aquella corrección era sólo pura imaginación: diversos estudios han estimado que sólo un 3% o 5% de la población total británica utilizaba de forma nativa el registro oficial.
Como se explica aquí, ese diminuto porcentaje había colonizado los medios e impuesto su visión de los dialectos ingleses, colocándolo en un nivel predominante. Como resultado, ha gozado durante décadas de una preponderancia exagerada en la esfera pública británica, laminando el prestigio social de otros dialectos (el norteño, por ejemplo, muy diferenciado del sureño) y privando a posibles presentadores o profesionales mediáticos de encontrar acomodo en los rígidos estándares lingüísticos de la BBC.
Adaptarse o morir: los acentos son importantes
De forma reciente, la BBC ha tratado de adaptarse a los tiempos modernos. Ya en 1994 el habla engloada y romantizada de los presentadores británicos comenzaba a considerarse "anticuada" para los estándares modernos, y durante la última década diversos dirigentes de la cadena han optado por abrir el abanico de dialectos y acentos en las retransmisiones. El director general de la cadena en 2008, Mark Thompson, argumentó en su momento que la BBC había perdido el pulso de la calle, demasiado centralizada en Londres.
La situación normativa de la Received Pronunciation tanto en la BBC como en las esferas públicas y el desprestigio social asociado a otros acentos había provocado, entre otras cosas, un desarraigo: para dos tercios de los escoceses o ingleses del norte la BBC era una cadena prescindible, mientras que el 85% de los sureños y londinenses consideraban su papel esencial. Había disonancia identitaria porque la BBC resumía Inglaterra al dialecto del sur, de resonancias pijas ("posh") y elitistas (en resumen: poco realistas).
Y si bien la BBC ha mostrado una incapacidad crónica para adaptarse a las realidades dialectales y lingüísticas del resto del país, lo cierto es que sí ha sido capaz de imponer su versión del "inglés correcto". Un estudio desarrollado por la Universidad de Cambridge basado en encuestas personales y en una aplicación lingüística descubrió el año pasado que el acento del sur estaba sustituyendo de forma sistemática otras variaciones dialectales.
La migración y la integración mediática e informativa del país gracias a las redes sociales ha logrado que el inglés británico sea cada vez más homogéneo, con excepciones, especialmente al norte. En comparación con mapas dialectales de hace medio siglo, han desaparecido numerosos acentos o dialectos, sustituidos por la visión del inglés oficial.
No existen mejores o peores acentos
A nivel mediático, la televisión española ha mimetizado el proceso. Al igual que en la BBC, cuando una serie de televisión caracteriza a personajes de diversa procedencia lo hace a través de un dialecto y de un acento común, a menudo estandarizado a la variante madrileña o castellana del norte. Así, si Galdós, Picasso, Velázquez o cualquier otra figura histórica andaluza tienen un papel en la trama jamás recitan su guión en su acento natural, el andaluz, sino en una ficción "neutra" que otorga prestigio social.
En Inglaterra, de hecho, la Received Pronunciation ha dejado de ser un marcador regional para ser un marcador social: su habla no está tan relacionada con el sur de Inglaterra como con las clases medio-altas o altas. En España ha sucedido algo parecido: las variantes dialectales del sur, especialmente la andaluza, están relacionadas con un menor nivel de cultura y con clases más empobrecidas, por lo que redundan en el desprestigio.
El fenómeno afecta a todos los países hispanoamericanos. En Argentina o Uruguay las variedades dialectales platenses gozan de mayor prestigio y en los países andinos son los acentos capitalinos los que marcan la pauta. Cada país cuenta con sus dinámicas. La paradoja resulta cuando, en busca de un "español neutro", los españoles nos topamos ante la cruda realidad: lo "neutro" no es en realidad el ceceo, sino el seseo latinoamericano, entre otras muchas variaciones.
El caso anterior ejemplifica lo evidente: no existe un "español sin acento" o "el mejor español del mundo". Por lo que, al igual que el inglés oficial, es absurdo negar las otras realidades dialectales en la televisión pública. De modo que sí: por más que te chirríe, abraza el acento murciano. Puede que tu próximo presentador favorito lo utilice.