Un runner del mundo pasa de forma random por delante de un espacio de coworking montado por un entrepreneur donde un puñado de freelances muy cool sueñan con montar una app de tutoriales DIY. Hacen networking durante el brunch o el afterwork, mientras piensan si de verdad necesitan contratar a alguno de los mil coach que han llamado a su puerta para levantarles el espíritu. "Es un must", suelta uno de ellos. "Es una gilipollez", responde el más hater del grupo.
Spoiler: la gilipollez se refiere a todo lo anterior. El postureo en los anglicismos para aparentar modernidad está como a mil millones de años-luz de todo lo trendy, y aquí voy a traducir cada término para hablar de lo siempre sin que parezca que tienes un muffin en la boca. ¿Soy un hater? Nivel hardcore, amigos.
Runner: Persona que corre. Trotón (desp.)
Por alguna razón, el footing pasó a la historia con el fin del siglo. Una pena, porque al menos el palabro se refería a la actividad y no a quien la practicaba. Pero ahora estamos rodeados de runners: gente para la que correr mucho es un hito asombroso, en vez de algo que se cree que viene de serie desde que el Homo Erectus decidió echarse unos trotes para comer proteínas.
El runner, en su momento estético más postureo, es un cruce entre ninja, espejo reflectante y los restos de una supernova multicolor. Posee 40 apps para medir distancias, calorías y tiempos. Es una maquinaria sudada de precisión, el retorno a los orígenes, el... Es alguien que corre. Y punto. Es como si, cada vez que cogieses el coche para ir a un recado, te llamases a ti mismo driver.
Muffin: Magdalena (madalena)
Vamos a hacer un trato. Cuando los países de habla inglesa llamen a eso que se hace con una sartén y unos huevos batidos 'tortilla' entonces nosotros llamaremos muffin a una magdalena grande.
Coach: Mi Propio Paulo Coelho. Señor Autoayuda. Metagurú. Cochero
Ya contamos aquí de dónde venía la palabra, y por qué traducirla como cochero, aunque su uso actual no tenga nada que ver. Existen dos tipos de coach: lo que antes llamábamos "profesor privado" o de clases particulares y ahora es un "coach de idiomas"... y la gente que ha aparecido en los últimos años para prepararte el karma y la mente para afrontar el mundo. ¿Suena espiritual? Tanto, que el vocablo se ha extendido hasta el punto que lo que antes era una medio secta de toda la vida ahora son grupos que practican "coaching coercitivo".
Brunch: Segundo desayuno. Merienda. Cualquier cosa menos brunch
El brunch es un término que debería ser erradicado en todos los idiomas con un lanzallamas conectado a un condensador de fluzo: a través de las eras. También es el neologismo entre breakfast y lunch, desayuno y almuerzo: desmuerzo. Una palabra que sí podríamos aceptar porque suena horrible y describe a la perfección la tristeza de negarse a aceptar que uno desayuna por segunda, tercera o cuarta vez en el día.
El postureo con el brunch ha llegado a un nivel de cuento de terror gótico: numerosos bares publicitan ya sus "brunch hasta las 20 horas". Que, a ver, eso se llama MERIENDA. Y en su origen, esa moda de ponerse morado a comida medio pija cerca del mediodía de un fin de semana, ya tenía una acepción: "desayunar de resaca".
Pero claro, había que convertir en cuqui el arte de no hundir la cara en la ración de tortilla un domingo. El problema es que, como a Chenoa, se nos ha ido completamente de las manos.
@VEGAOFICIAL jajajajaja eres lo mas,disfruta amore del Brunch.
— Chenoa (@Chenoaoficial) septiembre 25, 2011
Afterwork: Irse de cañas a la salida del trabajo
Este palabro lo llevamos viendo desde mediados de la década pasada. Resulta que lo de salir de currar tope estresado e irse a tomar una caña rápida y despertar en alguna cuneta ya no se llama "salir de tranqui". Ahora se llama afterwork. Y hay que hacerlo en algún sitio muy fashion, con picoteo cuqui y en el que se haga algún tipo de actividad chachi o algún rollo solidario. Porque irse de cañas esta demodé.
Disfrutando de la danza de @Güngurarts en @torreamat con @bellebarcelone #afterwork #solidario pic.twitter.com/R242K0tmjl
— Sonrisas de Bombay (@Sonrisasdbombay) enero 15, 2016
Networking: Red de contactos. "Me sigues y te sigo". Hacer agenda
Como ahora somos todos entrepreneurs y tenemos cuatro ideas para startups garabateadas en alguna app, necesitamos el networking: conocer a mucha gente porque eso te va a hacer triunfar en la vida. Si puedes hacerlo en algún brunch tardío de afterwork random, pues mejor. Si no, siempres tienes la opción de brasear a todos tus conocidos desde preescolar en adelante con un bombardeo de invitaciones de LinkedIn para que validen tus capacidades de coaching y hasta running si te pones.
My resolution for 2016: Adopt a healthy #networking habit and broaden my horizons. #ResolutionsFor2016 pic.twitter.com/ppClB4jarN
— Shapr (@weareshapr) enero 8, 2016
El networker piensa en ti como un valor numérico: eres una suma de contactos y posición que puede "añadir valor" a su "algoritmo personal". Como forma de vida.
Random: Aleatorio. Al azar. Porque sí
El uso de cualquiera de estos vocablos en cualquier conversación es bastante random en sí. Originalmente, random se usaba para actos como sentarse en el mando a distancia y acabar en alguna extraña cadena viendo algo sin sentido. Como metáfora de la vida.
Pero ahora mismo random es un estado del alma. Una aspiración. Un llenar un tuit con algo muy profundo y que suene a que has tecleado al azar y el autocorrector ha hecho el resto:
El principal objetivo de este año sigue siendo obtener un gran disco con un repertorio moderno que me obligue a dar lo mejor de mi mismo.
— David Bisbal (@davidbisbal) enero 11, 2016
Hater: Cenizo. Pesao (sin la d). Plomo. Tuitero
Existe una ley no escrita que afirma que, sean cuales sean los temas de discusión del día en Twitter, todo el mundo estará en contra. Es como la Ley de Godwin, pero aplicada a las redes sociales. Y que se resume muy bien en uno de los mejores tuits de todos los tiempos:
No os gusta El Hobbit, no os gusta Hitler, NO OS GUSTA NADA.
— Mrs.Calamitycool (@mariadlaO) diciembre 14, 2012
Es la descripción perfecta del hater tuitero. Un tipo que por principios está en contra de todo (que nos parece bien) pero que tiene que hacérselo saber a todos los demás todo el rato.
En general, nuestro idioma cuenta con bastante sinónimos para definir al hater:
"Chicos, no uséis hater, el español tiene palabras preciosas como adusto, desabrido, huraño o Pérez-Reverte"
— Antón Varela (@anton_varela) Mayo 18, 2015
Freelance: Mercenario. Pequeño Timmy. Autónomo
Empecemos por el principio: todos los freelance son autónomos, pero no todos los autónomos son freelance. También hay entrepreneurs y otras cosas. El palabro define a los juntateclas, diseñadores, inserte aquí su profesión liberal, sin nómina ni red de seguridad. Les caracterizan los horarios absurdos, trabajar casi siempre solos o en su casa o ambas a la vez. Y un estilo de vida posadolescente que consiste en quejarse mucho. Si alguien presenta su vida así en las redes sociales
no lo dudes, es un freelance. Y posiblemente sea la forma de vida con más postureo que existe: malvivir para mantener esa imagen es de un malditismo que ya quisieran literatos pobres y músicos sin éxito.
Entrepreneur: Empresario. Emprendedor. Autónomo
Aquí la tendencia es global: de repente, ser un businessman o similar ya no le bastaba al idioma inglés. Y tuvo que llegar entrepreneur que, aparte de ser una herencia del francés, le molaba mucho a todos los medios de habla inglesa por la segunda parte de su definición: "que corre riesgos". De repente, que emprendedor (que ya de por sí en la RAE es de traca: "Que emprende con resolución acciones dificultosas o azarosas". Aquí no pone nada de montar una empresa) tuviese rango de ley en España
Ley de Apoyo al Emprendedor y medidas para apoyar la internacionalización. Medidas fiscales,impulso de la financiación y segunda oportunidad
— Sáenz de Santamaría (@Sorayapp) abril 26, 2013
no era suficiente. Había que ser entrepreneur.
Spoiler: reventón, destripe [de una peli, serie, libro o similar]
"Spoiler" es parte de un curioso síndrome de Tourette de las redes sociales: el que lleva a los que lo padecen a gritar a todo el mundo que no hablen de algo para que no se lo revienten. Se popularizó en España en tiempos de Lost y su mayor problema no es el término, sino el sobreuso: hay gente para la que todo es un spoiler.
Startup: Empresa emergente. Pelotilla (de pelotazo).
En el imaginario popular, una startup es una compañía recién nacida, casi seguro que tecnológica, que necesita mucho dinero ajeno para funcionar pero que no puede (o no sabe) generar su propia pasta. Ejemplos hay tantos como startups: Tinder, Snapchat, los primeros años de Twitter... Lo importante de una startup, eso sí, es molar. Que salga bien es secundario.
Guía definitiva para el emprendimiento:
1. Idea millonaria
2. Prototipo
3. Selfies y futbolín
4. Fracasar
5. Contarlo
6. Repetir
— Postureo StartUp (@PostureoStartUp) diciembre 19, 2015
Fundeu recomienda 'empresa emergente' como traducción. A nosotros nos gusta más 'pelotilla', como heredera de una cultura muy española de hacer las cosas.
Coworking: Despacho compartido. Oficinita de alquiler. Pesebre.
Si tienes una profesión liberal o una pequeña startup (población: tú) es normal que necesites un espacio de trabajo. Un despachito, un lugar tranquilo sin vecinos ni carteros comerciales timbrando porque saben que eres el único del bloque que siempre está en casa. La solución es un coworking, que básicamente es un sitio dividido en un montón de puestos como si fuera una oficina de cubículos o de teleoperadores. Puestos que se alquilan por un dinerito porque a) tienen decoración supermonérrima y b) te permiten hacer un networking que lo flipas. ¿Qué sitios valen para un coworking?
VIA LAB coworking en la Estación de Trenes de Valladolid. Compartimos un espacio de trabajo, reuniones e ilusiones https://t.co/lKGRANCJ58
— VIA LAB #coworking (@vialabcoworking) enero 7, 2016
Todos. Una buena forma de saber si un barrio se está gentrificando es ver si, de repente, abren tres o doce espacios de coworking de nombre ingenioso en unos pocos meses. Aunque veo muy difícil que alguien supere éste:
Eso sí, cumplen con una importante labor social: te sientes menos solo y, cuando llega la declaración trimestral del IVA, puedes llorar haciendo piña con gente que comprende e-xac-ta-men-te cómo te sientes.
Foto: Paulo Coelho - NRKbeta