Dinamarca sacrificará a 17 millones de visones para evitar la propagación de la Covid. Nos beneficia a todos

“Todos los visones daneses deben morir", anunció ayer Mette Frederiksen, la primera ministra danesa, durante una rueda de prensa celebrada online, ya que está en cuarentena por el brote de covid-19 surgido en el Gobierno. Lo ha dicho y lo van a cumplir, matarán a todos estos pequeños mamíferos en una masacre inconmensurable con consecuencias catastróficas para la economía de su país.

Los visones han estado contaminando a los humanos. En el país escandinavo hay casi 400 personas cuya contracción del coronavirus se ha vinculado a visones enfermos. Esto se produce porque hay una nueva mutación del virus que se pasa de animales a hombres. Pero aún más importante: según los hallazgos de la autoridad de salud pública del país, el State Serum Institute, se cree que se ha detectado en 12 ciudadanos daneses una cepa de este virus que circula entre ambas especies que debe haber mutado de forma que ahora estos pacientes no están siendo capaces de generar un nivel adecuado de anticuerpos, lo que comprometería la eficacia de la futura vacuna no sólo sobre ellos, sino sobre toda la población.

Solución final de entre 15 y 17 millones de visones sacrificados, según las cifras del Gobierno. Las autoridades habían detectado ya ejemplares infectados en 207 de las granjas de un país en el que hay aproximadamente 1.200. Dinamarca es el segundo mayor productor mundial de pieles de visón después de China, sólo ellos aglutinan el 40% de las exportaciones mundiales, por lo que el sacrificio de todos los visones restantes tendrá enormes implicaciones para el sector peletero y, por supuesto, para las arcas del estado. En 2018 su industria exportó pieles, en su mayoría de visón, por valor de más de 800 millones de euros, y se estima que hay 6.000 empleos que dependen de ello (para los 5.8 millones de habitantes del reino). Habrá compensaciones para los criaderos, promete el Folketing.

¿Por qué los visones? Se cree que por lo mismo que sucede con las especies de la ganadería intensiva para la eficiencia del consumo humano, como ocurre con los cerdos. El visón de cultivo presenta una escasísima diversidad genética para que los productores puedan estandarizar la calidad y el color de la piel, y a menor diversidad genética más probabilidades de que los especímenes sean susceptibles a enfermedades infecciosas y a su transmisión. Eso, sumado a que viven en explotaciones masificadas, ayuda a propagarlo.

Dinamarca fue tarde en la erradicación del problema, ya que desde junio, cuando se detectaron los primeros casos en estos entornos y se creía que la transmisión sólo iba del hombre al animal, sólo se había terminado con 1.2 millones de animales. Muchas de estas investigaciones aún no son concluyentes y están pendientes de la revisión científica, pero el riesgo en sí es demasiado alto frente al coste de exterminarlos ahora. El actual gesto, además de necesario, se trata de una dura decisión por el bien común, también del de la ciudadanía del resto del mundo, a cambio de cargarse por completo uno de sus sectores.

Ya ha habido sacrificios en otros países. Aragón vivió en junio el sacrificio masivo de una de sus granjas, 100.000 visones, después de que se comprobara que más del 80% de ellos estaba infectado. Más duro aún fue lo que sucedió en Países Bajos, donde se mató a más de un millón de estos mamíferos, puntilla que ha acelerado sus planes de finiquitar la industria, que preveían dar por finalizada en 2024 y ahora será en 2021. Sobre este tema China aún no se ha pronunciado.

Y así es cómo el virus podría acabar con una de las demandas históricas de los movimientos por derechos de los animales.

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