El pasado 6 de febrero más de 500.000 toneladas de residuos industriales se derrumbaban sobre la AP-8. El accidente acabó con la vida de dos trabajadores y abrió una crisis de salud pública aún sin resolver diez días después. La tragedia del vertedero de Zaldibar, una pequeña localidad vizcaína en las proximidades de Eibar, ha iniciado un estricto protocolo medioambiental que afecta a más de 48.000 personas.
¿Pero qué está pasando y qué consecuencias para la salud tiene la crisis?
Accidente. El origen se encuentra en el derrumbamiento de un vertedero gestionado por Verter Recycling. Situado sobre lo alto de una colina, cerca de Ermua, la escombrera recibía miles de toneladas de residuos industriales al año, procedentes en su mayoría del sector siderúrgico, de plantas papeleras y de constructoras. Dos empleados murieron sepultados. Sus cuerpos aún no han sido recuperados.
De forma inmediata, varios incendios se adueñaron de los escombros.
Aire. Los fuegos liberaron una serie de gases que, a corto plazo, deterioraron gravemente la calidad de la salud del aire. Tres días después se detectaron en el aire 700 centogramos de dioxinas y furanos por metro cúbico, cuando los niveles normales oscilan entre los 30 y los 10 centogramos. El gobierno vasco sugirió a los habitantes de Eibar, Ermua y Zaldibar que no hicieran deporte al aire libre y que no ventilaran sus casas.
Durante el fin de semana, LaLiga suspendía el encuentro entre Eibar y Real Sociedad. Hoy los colegios han abierto, pero las actividades al aire libre se han restringido.
Toxicidad. ¿Hasta qué punto están expuestos los habitantes de la comarca? Tras hacer públicas las mediciones, el viceconsejero de Salud del gobierno vasco, Iñaki Berraondo, explicaba lo siguiente:
La OMS no establece un nivel mínimo a partir del que esta sustancia es tóxica, y una exposición a corto plazo no debería provocar efectos sobre la salud, salvo que fuese a concentraciones muy elevadas, una situación en la que no nos encontramos. Se actúa más como medida protectora que por evitar un efecto sobre la salud inmediato.
Sucede que las dioxinas emitidas por los incendios en el vertedero son muy similares a las utilizadas en el envenenamiento de Viktor Yushchenko durante la campaña electoral ucraniana de 2004. Yushchenko sobrevivió, pero los agentes químicos le desfiguraron la cara. Las circunstancias en Zaldibar son distintas, como es lógico, pero el ejemplo, citado por el propio Berraondo, no ha despejado la inquietud en la región.
Dioxinas. La OMS advierte especialmente sobre ellas, aunque con cierta prudencia. Los humanos estamos expuestos de forma general a las dioxinas, muy en especial a través de los alimentos, por lo que no suelen afectar a la salud. Sin embargo sí recomienda "esfuerzos" por reducir los niveles de exposición dado su "alto potencial de toxicidad". Y como ejemplo:
La exposición breve del ser humano a altas concentraciones de dioxinas puede causar lesiones cutáneas, tales como acné clórico y manchas oscuras, así como alteraciones funcionales hepáticas. La exposición prolongada se ha relacionado con alteraciones inmunitarias, del sistema nervioso en desarrollo, del sistema endocrino y de la función reproductora.
De ahí que el gobierno vasco ponga el acento en las bajas concentraciones y en la exposición muy a corto plazo surgida del vertedero.
Protesta. Más de 5.000 personas se manifestaron este fin de semana exigiendo responsabilidades. También reclamando la recuperación de los dos cadáveres aún extraviados. Muchos acudieron ataviados con mascarillas y trajes de protección bioquímica. "En casa tenemos todo cerrado. Vivo a 300 metros del vertedero y se pasa mal. Pican los ojos y se tapona la nariz", narró un vecino participante.
Otros elementos. ¿A qué se debe? A que el vertedero, en llamas y depositario de toda suerte de residuos y escorias, libera otros gases. Por un lado, compuestos orgánicos volátiles; por otro, hidrocarburos aromáticos policíclicos. "Es lo que están oliendo los vecinos", explicó la semana pasada el gobierno vasco, "pero siguen por debajo de los estándares establecidos". Es decir, no suponen una amenaza para la salud.
Pero huelen. Y como este reportaje de Noticias de Gipuzkoa ilustra, genera escepticismo y sospecha entre la población local. Lo ilustra una vecina:
El problema es que ahora ya no me lo creo (...) Tenían que haberlo advertido desde el principio, llevamos más de una semana así y ahora dicen que cerremos las ventanas; pero en la calle respiramos ese aire.
Amianto. Otro elemento ha contribuido a disparar todas las alarmas: el amianto. El vertedero recibió más de 6.000 toneladas del material, extremadamente tóxico y muy controvertido entre la opinión pública, entre 2018 y 2019. Cuando las autoridades recibieron el listado de residuos del vertedero paralizaron la búsqueda de los cadáveres. El amianto se entrega sellado, pero fracturado puede liberar esporas letales.
Las mediciones del aire en Eibar y Ermua no han revelado niveles de amianto fuera de lo normal. Pero su mera mención ha sido suficiente para postergar la búsqueda de los dos trabajadores y para suscitar toda clase de críticas contra el gobierno y la empresa, que lo almacenaba legalmente.
Motivos, cifras. ¿Por qué se ha hundido? Tanto el gobierno como un juzgado están investigando los hechos. Este reportaje de El Mundo abunda en cifras; es posible que el vertedero de Zaldibar acumulara en 13 años el volumen de residuos previsto para 35. Lo cierto es que la catástrofe es mayúscula: una semana después los incendios siguen activos y el vertedero corre riesgo de más desprendimientos.
Imagen: Ion Alcoba Beitia/GTRES
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