Según varios estudios las personas tatuadas son más impulsivas que quienes no decoran su piel de forma permanente. Esta conclusión influye a la hora de hablar de inserción laboral ya que los candidatos que lucen tatuajes visibles tienen menor probabilidad de ser seleccionados en una entrevista. Sin embargo, el alto porcentaje de millennials tatuados está generando un cambio en algunas empresas que comienzan a levantar el veto a los tatuajes entre sus trabajadores.
Discriminación laboral. Un reciente estudio habla de que aquellas personas con tatuajes visibles suelen resultar más impulsivas que quienes no los tienen, lo que dificulta más su inserción laboral. Este argumento, que está recogido en un ensayo sobre comportamiento y organización económica, habla de que a su vez las personas tatuadas tienden a pensar menos en el futuro y las consecuencias de sus acciones a largo plazo.
Impulsividad. La hipótesis sobre la impulsividad también fue comprobada por este otro estudio de la Universidad de Waterloo donde mediante un test psicológico determinaron que las personas con tatuajes visibles elegían las respuestas que evidenciaban más impaciencia e impulsividad, mientras que aquellos sin tatuajes demostraban mayor capacidad reflexiva y un talante más paciente.
Por ejemplo, uno de los ejercicios del test ponía sobre la mesa una situación donde el participante tenía la oportunidad de conseguir una cantidad de dinero en función del tiempo que estuviese dispuesto a esperar: si no accedía a esperar nada, recibiría 1 dólar, por el contrario, si esperaba tres semanas, recibiría intereses y una cantidad total de 2,5 dólares. ¿Resultado? Las personas tatuadas eligieron en mayor medida la opción de coger el dinero de forma inmediata a pesar de que si esperaban podían casi triplicar la cifra.
Moda intergeneracional. Alrededor del 47% de los millennials americanos tiene un tatuaje y el 37% tiene dos. En el otro extremo, tan solo el 13% de los babyboomers luce un diseño permanente en la piel. Esta disparidad entre generaciones se alinea con una de las conclusiones que deja este otro estudio: las personas con tatuajes (como es lógico) no tienen problema en contratar a otra persona tatuada, mientras que quienes no tienen tatuajes suelen presentar más objeciones.
Aperturismo. Hay sectores como el mundo del emprendimiento o las profesiones más creativas donde los tatuajes no suponen un problema en términos generales. Sin embargo, hay varios ejemplo de ámbitos más tradicionales como el sector sanitario o los cuerpos de seguridad del estado que poco a poco se muestran más flexibles en este aspecto. Dos ejemplos. Desde el otoño de 2018, los agentes de la policía londinense pueden mostrar sus tatuajes gracias a que el gobierno ha suavizado su política en este aspecto.
En la misma línea, la compañía aérea Air New Zeland ha eliminado el veto a los tatuajes en su dresscode y, a partir del próximo 1 de septiembre, los trabajadores que estén tatuados no tendrán que tapar más su piel si no quieren.
Los arrepentidos. Aproximadamente el 23% de las personas tatuadas y consultadas en esta encuesta se arrepiente de haberse hecho alguno de sus tatuajes. Y, aunque la mayor parte de las razones tienen que ver con una desconexión con el pasado y el momento en el que se hicieron el tatuaje, el cuarto motivo de arrepentimiento está relacionado con el prejuicio a nivel laboral que asocia los tatuajes con una imagen "poco profesional".
Imagen: Luis Villasmil/Unplash
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