España afronta este jueves su primera gran ola de calor del verano. La Agencia Española de Meteorología (Aemet) prevé temperaturas superiores a los 40º C en múltiples puntos de la península, y registros por encima de los 36º C y los 38º C para el resto. Hay al menos 24 provincias en alerta. Se trata de la tónica habitual en julio. Temperaturas que suben, advertencias, recomendaciones, sufridas tardes pegados al ventilador.
Pero también se trata de una realidad cada vez más insoslayable.
Recurrencia. Lo explicaba la propia Aemet el año pasado, al hilo de una de las olas de calor más virulentas de la historia reciente de Europa que dejó temperaturas récord, por encima de los 40º C, en puntos tradicionalmente templados del continente: "La frecuencia de episodios extremadamente cálidos ha aumentado en las últimas cuatro décadas, siendo diez veces superior en las dos primeras décadas del siglo XXI que en la década de los ochenta y noventa del siglo XX".
La ola de calor de hoy es la nueva normalidad del mañana.
Extremo. Así que disfrútala mientras puedas. Algunos modelos son muy pesimistas respecto a nuestro futuro. Hace algunas semanas, eltiempo.es publicaba una proyección de temperaturas extremas para 2050. Veredicto: máximas de hasta 47º C en el Valle del Ebro; y de hasta 48º C y 49º C en la España meridional. Temperaturas antaño extremas, aún no holladas por el mercurio (la máxima histórica sigue estando en los 47,3º C de Montoro, en 2017), serán cada vez más comunes.
Este mapa, en su previsión más pesimista, es muy ilustrativo:
Mundial. Es un fenómeno global. En Estados Unidos, por ejemplo, las temperaturas de las ciudades más septentrionales avanzarán durante los próximos años hacia las meridionales, con temperaturas máximas y mínimas hasta 2º C y 3º C superiores a las actuales, tanto en invierno como en verano. A nivel mundial, las temperaturas de 2015, extraordinarias por sus elevados números, se convertirán en la "nueva normalidad" para 2040. La ola de calor se convertirá en "calor", a secas.
Ya lo sabíamos. Es algo que hemos podido comprobar año a año. En este modelo un climatólogo de la NASA divide todas las temperaturas veraniegas desde mediados del siglo XX en cinco categorías: muy frías, frías, normales, cálidas y muy cálidas. Hasta 1980, un tercio del total computaban como "normales" (en la media), un tercio como "cálidas" y otro tercio como "frías". Entre 2005 y 2015, sin embargo, dos tercios entraban ya en la categoría de "cálidas", y un 15% en las de "extremadamente" cálidas.
¿Aún parece demasiado abstracto? Fijémonos en las temperaturas registradas en un único mes, junio, desde 1980 hasta nuestros días. Desde el cambio de siglo están hasta 1º C por encima de la media de las últimas tres décadas. La curva es siempre ascendente.
Sin cambios. A principios de este año, este gráfico viralizado en redes sociales ilustraba qué había sucedido con la temperatura media en cada país desde principios del siglo XX. En azul, bajaba aquel año. En rojo, subía. A mayor intensidad del color, más pronunciado el cambio. Pues bien, a partir del siglo XXI todos los países entran en un rojo cada vez más intenso. Sabemos que todas las décadas desde 1960 han sido más cálidas que la anterior, y que los seis años más calurosos de la historia del planeta son...
2014, 2015, 2016, 2017, 2018 y 2019.
Larguísimo plazo. La mayor parte de los climatólogos son pesimistas. El calor ha llegado para quedarse. ¿Pero hasta qué punto? Una mirada a 2300, el modelo predictivo más ambicioso hasta la fecha, ofrece un lienzo poco alentador: un Ártico liberado de hielo en 2130, un aumento del nivel del mar de hasta 1,5 metros y temperaturas sistemáticamente por encima de los 2º C, los 3º C y los 4º C respecto a la era preindustrial. Para este último escenario hay un excelente mapa que habla por sí solo.
¿Lo peor? Lo sabíamos. En 2007 la BBC preveía horribles olas de calor en Reino Unido para 2020, este mismo año. La de 2018 fue ya peor que su escenario, por aquel entonces tan remoto. Nuestras olas de calor ya son los peores escenarios del pasado. Algo que también será cierto en 2050.
Imagen: GTRES
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