Tiempos de transición para la industria tabacalera. Las duras regulaciones estatales implantadas durante las últimas décadas ha provocado que el volumen de consumidores se desplome. Cada vez menos personas fuman. De ahí que haya que buscar una reconversión. ¿Solución? Cigarrillos electrónicos y nuevos dispositivos como Juul o IQOS.
¿Qué? De Juul hablaron nuestros compañeros de Xataka aquí. IQOS es un instrumento de funcionamiento similar: introduce pequeñas dosis de tabaco en su interior que posteriormente calienta hasta el punto previo a la combustión (hasta 400 grados). El tabaco no prende, por lo que no emite humo ni tampoco ceniza.
Inhalas el aroma del tabaco, y la sensación es similar a la de un cigarrillo.
¿Quién? Phillip Morris, o lo que es lo mismo: Altria. IQOS lleva dos años en el mercado. Ahora la compañía ha presentado dos nuevos productos en España. Su objetivo declarado: que dentro de seis años el 30% de sus ventas provengan de productos similares a IQOS. En Juul, también de su propiedad, han invertido ya más de $12.000 millones.
¿Es sano? La madre de todas las preguntas. Altria afirma que sus consumidores inhalan menos nicotina.
Algunos estudios son escépticos: este, publicado en JAMA Internal Medicine, afirma que una dosis de IQOS contiene el 84% de la nicotina de un cigarrillo corriente. Este otro, realizado por investigadores japoneses, descubrió que si bien IQOS reducía la exposición a determinadas sustancias cancerígenas, aumentaba la exposición a otras (formaldehído, acetaldehído).
Es decir, no es más perjudicial. Pero tampoco sabemos si lo es menos.
¿Y los e-cig? También tienen problemas. Diversos estudios han evidenciado que los vaporizadores exponen a sustancias como el plomo,, el diacetilo, el zinc o el arsénico. No todos incluyen nicotina, pero Juul sí (el 5% de cada cápsula). Como analizaron en Xataka, no hay consenso científico sobre sus implicaciones en la salud, pero se sabe que no son inocuos.
¿Inducen al tabaco? La otra gran cuestión. El uso de e-cigs entre adolescentes se ha duplicado durante los dos últimos años. El gobierno estadounidense ya se ha planteado prohibir los vaporizadores con sabores, los más populares. Otros países como Uruguay y Brasil ya lo han hecho; la Unión Europea estudia medidas similares.
¿Por qué? Se teme que sirvan de puente al tabaco. Varios estudios han demostrado una alta correlación entre el uso de e-cig y el consumo posterior de tabaco. Es una cuestión irresuelta. Sí hay algo claro: pocos jóvenes lo juzgan dañino. En algunas encuestas, sólo el 16% encontraba riesgos a vaporizar de forma regular. De ahí su creciente popularidad.
Imagen: Rehab Center Parus.
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