La guerra entra en una nueva fase con la llegada de misiles de Estados Unidos y Reino Unido en el campo de batalla
En el mes de septiembre Putin avanzó las “líneas maestras” de una actualización de enjundia: las “instrucciones" del botón rojo de la nación. Entonces dejaba entrever que se añadiría una más que interesante adición a las condiciones por las que Rusia usaría su arsenal nuclear. A saber: si una nación o estado “no nuclear” recibe apoyo de otra que sí tiene armas nucleares, daría pie a “actuar”. Ucrania acaba de activar todas las líneas rojas de la partida.
Primero fue la doctrina. Lo cierto es que, desde el inicio de la invasión a Ucrania, Putin ha utilizado la amenaza nuclear como una herramienta de disuasión y presión. La advertencia a Occidente siempre está ahí con "consecuencias nunca vistas" si interfieren en el conflicto, e incluso se conoce que ha desplegado armas nucleares tácticas en Bielorrusia. Es verdad que en ocasiones suaviza su postura, pero Putin continúa realizando ejercicios y simulacros con armas nucleares, demostrando su disposición a usarlas si considera necesario.
Como contamos hace unos días, la aprobación de Estados Unidos para que Ucrania haga uso de sus misiles ATACMS lo cambiaba todo. De hecho, esta semana Rusia oficializaba esa doctrina añadiendo una capa más de tensión tras saberse el movimiento de Biden. Desde entonces hasta ahora han pasado muchas cosas, entre ellas que Ucrania no solo ha utilizado los misiles estadounidenses, también los de Reino Unido.
Occidente entra en juego. En un movimiento que marca un nuevo capítulo en la guerra, Ucrania lanzó hace unas horas misiles de largo alcance Storm Shadow, armas de fabricación británica, hacia la región rusa de Kursk, y lo ha hecho un día después de emplear los misiles ATACMS estadounidenses en territorio ruso. No es un hecho más. Es un cambio significativo que responde a las recientes acciones de Moscú, incluyendo ese despliegue de tropas norcoreanas en apoyo a las fuerzas rusas, una medida que intensificó la respuesta de Estados Unidos y sus aliados.
Cambio de estrategia. Hasta hace poco, Estados Unidos y Reino Unido habían impuesto restricciones estrictas al uso de estas armas avanzadas en suelo ruso para evitar una escalada directa en el conflicto. Sin embargo, las circunstancias cambiaron cuando Biden aprobó la utilización de los misiles ATACMS para operaciones de largo alcance. Poco después, el primer ministro británico Keir Starmer permitió que Ucrania empleara los Storm Shadow más allá de sus fronteras. Este giro representa un esfuerzo conjunto de los aliados occidentales para equilibrar el terreno frente a la ofensiva rusa.
Ventajas estratégicas. Con un alcance de más de 240 km, los Storm Shadow proporcionan a las fuerzas ucranianas la capacidad de atacar objetivos estratégicos clave dentro de Rusia, mientras que los ATACMS, con un alcance de 300 km, amplían aún más su capacidad operativa.
Ambos sistemas permiten a Ucrania reforzar su posición defensiva y ofensiva, en particular en áreas como Kursk, la región capturada por Ucrania en agosto, y cuya retención es considerada vital de cara a futuras negociaciones de paz.
Reino Unido, y también Francia. Ambos naciones han suministrado misiles de largo alcance, además de los Storm Shadow que hemos comentado también están los SCALP franceses, aunque inicialmente habían condicionado su uso en territorio ruso a la aprobación de Estados Unidos. Una vez que Washington dio luz verde, los aliados europeos parecen haber seguido su ejemplo, reafirmando su compromiso con el fortalecimiento militar de Ucrania.
Las miradas se dirigen a Rusia. Es la gran pregunta a esta hora. Tras el lanzamiento de misiles occidentales le toca mover ficha al Kremlin. La inminente presidencia de Trump, quien ha prometido limitar el apoyo a Ucrania, parece haber sido clave para que los aliados occidentales se hayan movido rápidamente. Además, se interpreta que la administración Biden busca maximizar el impacto de su asistencia antes de posibles cambios en la política exterior de Estados Unidos.
Esa doctrina nuclear recién oficializada se puede entender, quizás, a través de las llamadas armas nucleares tácticas. Estas armas, diseñadas para ser utilizadas en el campo de batalla, son vistas por Rusia como una herramienta tanto de disuasión como de victoria en conflictos convencionales. La estrategia de "escalar para desescalar" implica el uso de ellas para cambiar el curso de una batalla en riesgo de perderse, o, quizás también, traducida como, "escalar para ganar".
Diferencias entre armas tácticas y estratégicas. Las armas nucleares tácticas suelen tener un alcance y un poder destructivo menores que las estratégicas. Estas últimas están diseñadas para ataques intercontinentales, mientras que las tácticas tienen rendimientos de menos de un kilotón a decenas de kilotones, comparables a las bombas lanzadas en Hiroshima y Nagasaki en 1945.
Según estimaciones de 2022, Rusia posee 4.477 ojivas nucleares, de las cuales aproximadamente un tercio son tácticas. Estas fuerzas, junto con capacidades de entrega mejoradas, le podrían otorgar a Rusia ventajas significativas frente a Estados Unidos y sus aliados, según el Departamento de Defensa de Estados Unidos.
¿Y si…? Aunque Ucrania no es miembro de la OTAN, un ataque nuclear del tipo que sea ejercería una presión inmensa sobre Occidente para responder, quien sabe si también con armas nucleares tácticas propias. En cualquier caso, debería ser improbable, ya que cualquier escalada nuclear corre el riesgo de desatar un conflicto global. Como advirtió el mismo Joe Biden en 2022, "no existe un uso fácil de armas nucleares tácticas sin terminar en el Armagedón".
Dicho esto, Estados Unidos y sus aliados también disponen de armas nucleares tácticas en Europa con las llamadas bombas B-61 estacionadas en países como Alemania e Italia. Además, algunos miembros de la OTAN, como Polonia, han mostrado interés en participar en la "compartición" de armas nucleares, lo que podría incluir desde apoyo logístico hasta el alojamiento de estas armas en su territorio.
En definitiva, un panorama que aumenta las tensiones y el riesgo de escalada en caso de un ataque ruso, uno que posiblemente se quede en retórica. No hay que olvidar el elefante en la habitación que se acerca con la transición política en Estados Unidos, por lo que acciones como el uso de misiles “occidentales” de largo alcance pueden buscar consolidar una posición más fuerte para Ucrania en lo que podría ser una fase decisiva del conflicto, más que un efecto realmente devastador en las tropas rusas. Queda por saber si Rusia también lo entiende así.
Imagen | Kelly Michals
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