Durante décadas el oso fue aniquilado en España. En Asturias se ha convertido en un enorme gancho turístico

  • Somiedo recibió más de 12.000 visitantes en verano atraídos por la perspectiva de ver osos en libertad

  • Tras verse en una situación extrema, las poblaciones de oso han repuntado en la Cordillera Cantábrica

De estar al borde de la desaparición por el hostigamiento de los furtivos y el deterioro del hábitat a aumentar su población hasta convertirse en un reclamo turístico que atrae a miles de visitantes. La del oso de la Cordillera Cantábrica es una historia curiosa. Por sus cifras. Y por sus lecturas. Hubo un tiempo, no hace tanto, en el que los expertos lo daban prácticamente por perdido, con solo unas decenas de ejemplares repartidos en dos núcleos. Hoy su número se ha multiplicado en y en Asturias es un efectivísimo gancho turístico.

Tanto interés despierta allí, de hecho, que durante los meses de verano llegan al concejo de Somiedo más de 5.000 visitantes ansiosos por fotografiar oseznos.

El (gran) gancho del oso. No hace tanto los ecologistas miraban al oso de la Cordillera Cantábrica con preocupación indisimulada, pendientes de un padrón inánime, de apenas unas decenas de ejemplares, que invitaba a todo menos el optimismo. Ahora los datos son mucho más halagüeños y quienes miran a los plantígrados con interés son los profesionales del turismo. Y con razón.

Sus poblaciones se han convertido en un gancho turístico que cada verano atrae a miles de visitantes deseosos de ver osos a sus anchas. Hay puntos de observación. Hay actividades relacionadas con el oso. Hay rutas disponibles por 40 euros. Y hay una afluencia notable de apasionados de la naturaleza con cámaras al cuello.

¿Tanta gente mueve? Sí. Así lo reflejan los datos desgranados hace unos días por El Periódico, que precisa que a lo largo del verano pasaron por Somiedo más de 12.000 personas, 5.800 en julio y alguna más en agosto. Y prueba de que esa marea de visitantes lo hizo en gran medida atraído por la perspectiva de ver osos en el entorno del Parque Natural es que los profesionales del sector aseguran que esa era la principal motivación del 90% de las visitas registradas en agosto.

"Sigue siendo el rey y últimamente la gente viene solo pidiendo ver osos. Es la actividad más demandada", confiesa al diario Roberto Galán, guía y educador ambiental de Natura Somiedo. La asociación de hosteleros certifica el boom.

Aprovechando el filón. El alcalde, Belarmino Fernández, recuerda la importancia que tuvo la declaración del Parque Natural de Somiedo, en 1988, una iniciativa que favoreció "el desarrollo turístico" de la zona con el oso convertido en su imagen principal. Por entonces, eso sí, los excursionistas podían aspirar como mucho moverse por el mismo entorno que los osos pardos. Dada la población de entonces, la probabilidad de ver uno en persona eran cuanto menos baja.

Fernández apunta que a lo largo de los años se han creado "infraestructuras adecuadas" para ponerle las cosas más fáciles a los visitantes sin interferir con el medio, como aparcamientos y miradores. "Hay un 40% del parque que no se puede visitar, queremos que desde los pueblos la gente pueda ver osos con prismáticos, a distancia y sin influir en su conservación", añade el regidor a El Periódico. La apuesta no parece haber salido si se tiene en cuenta cómo ha evolucionado la población de osos y sobre todo su impacto en el turismo de la región.

"A tope de gente". En agosto Fernández reconocía que el concejo estaba "a tope de gente", en gran medida turistas que buscan osos. Los miradores se llenaban y la ocupación en los alojamientos de turismo rural llegaba al 80% en algunas zonas a las puertas del puente festivo de mediados de agosto, bastante por encima de la media nacional del sector por esas fechas, que apenas pasaba del 60%.

"Como en el zoo". El fenómeno es en realidad complejo. No solo llegan más turistas; los que visitan la región tienen también perfiles variados. Lo apuntaba hace poco Galán: "En verano cada vez nos encontramos con gente que viene con la idea de sacar una foto al oso, hacer una grabación e irse, sin mostrar mucho más interés por la especie o naturaleza". "Muchos piensan que ver el oso en estado salvaje es como hacerlo en el zoo, pretenden verlo a los diez minutos".

Éxitos... y desafíos. El éxito turístico también llega acompañado de riesgos. Hace unos meses Diario de León se hacía eco de la inquietud con la que algunos expertos ven el aumento de visitantes deseosos de avistar osos en León y Asturias. Les preocupa cómo puede afectar a los animales. El motivo, lamentaba Vincenzo Penteriani, experto del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC), es el comportamiento de los visitantes que "no respetan" la distancia con los osos.

"Pueden causar problemas que alteren a las osas, que si se encuentran en celo pueden ser agresivas”. Incluso puede afectar al cuidado de las crías. Los ganaderos también han elevado la voz para advertir de los problemas que genera el turismo y la mayor población de osos. Hay lugareños que admitenver con preocupación las incursiones de los animales, atraídos por las colmenas de miel o los frutales.

¿Fue siempre así? En absoluto. El oso pardo ha ganado presencia y se ha convertido en una atracción turística en la Cordillera Cantábrica y en los Pirineos, pero no siempre ha sido así. A finales del siglo XX, entre finales de los 80 e inicios de los 90, se calcula que en la Cordillera Cantábrica había unos 50 o 60 ejemplares repartidos en dos núcleos, uno de ellos con la "variabilidad genética más baja del mundo", recuerda a RTVE Guillermo Palomero, de Fundación Oso Pardo.

La situación es ahora bien distinta. Se habla de más de 370 ejemplares repartidos por un área que ha crecido de forma exponencial hasta abarcar unos 17.000 km2 en varias provincias, según cálculos publicados por el CSIC el año pasado.

La situación en los Pirineos. En los Pirineos la situación también era dramática a finales del siglo pasado, lo que llevó a tomar medidas para evitar que la cordillera se quedara sin osos pardos. Los gráficos del Grupo de Seguimiento Transfronterizo GSTOP reflejan cuál es la situación hoy, tras los esfuerzos de las últimas décadas: de una presencia testimonial, con un puñado de ejemplares en 1996, se ha pasado a los 76 registrados en el censo provisional de 2022.

Fundación Oso Pardo daba cuenta además en 2023 de que una parte significa de ellos son crías y que la especie ocupa una superficie de 5.700 km2 en los Pirineos, sensiblemente menos que dos años antes, aunque el colectivo achaca esa caída a que "no hay ejemplares con seguimiento satelital". La historia del oso en la región está marcada sin embargo por logros y pérdidas. En octubre de 2010 Francia daba por muerto al último ejemplar autóctono del Pirineo, conocido como "Camille".

"Al borde mismo de la extinción". Así valora Palomero la situación en la que llegó a verse el oso pardo en su día, a finales del siglo XX. Sigue siendo una especie protegida en peligro de extinción, pero ha logrado salir de la categoría crítica y su evolución de las últimas décadas suele presentarse como "una de las mayores historias de éxito de la conservación" de España. Las cifras lo avalan.

¿La clave del cambio? Planes de protección, repoblaciones, una vigilancia que arrinconó al furtivismo, un cambio de sensibilidad social. Para lograrlo hizo falta atajar algunas de sus grandes amenazas, como la instalación de lazos o la caza, que se mantenía "con cierta impunidad", denuncia Palomero, pese a que era furtiva.

Una especie hostigada. "La población de oso pardo cantábrico quedó aislada entre el siglo XVII y principios del XIX y continuó disminuyendo durante el XX. En 1973 esta población fue protegida, pero continuó disminuyendo hasta la década de 1990. La mortalidad inducida por el hombre (caza, envenenamiento, etc.) y la pérdida de hábitat (minería (industrialización, minería o infraestructuras) fueron las principales amenazas de la población durante el declive", recogía un estudio sobre la materia publicado en 2023 en Conservation Science & Practice.

No es el único que ha incidido en las causas del declive del oso. En los 90 la publicación Ecología se hacía eco de otro sondeo durante el que se preguntó a guardias cuáles eran en su opinión las claves del "declive poblacional" del oso en la Cordillera Cantábrica. Su respuesta: cazadores ilegales, pérdida de hábitat, falta de tranquilidad y la construcción de carreteras en su entorno. La situación empieza a ser hoy distinta. Para alegría de conservacionistas y el sector turístico asturiano.

Imágenes | Wikipedia, Andara Rutas (Flickr) y AR Escuela Superior de Medio Ambiente (Flickr)

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