Visto por fuera el edificio 116 de la calle Urzaiz, en pleno centro de Vigo, es una construcción normal. Como las hay a cientos, sino a miles, en el resto de Galicia. Placas de granito, balcones y ventanas. Es de puertas adentro donde lleva meses cocinándose una situación tan curiosa que no desentonaría en las mejores páginas de Franz Kafka. Aunque el edificio tiene un ascensor, sus vecinos no pueden usarlo desde hace un año. Con las consiguientes molestias... y el consiguiente cabreo, teniendo en cuenta que el bloque tiene ocho plantas y en él viven ancianos.
Lo más llamativo del caso es por qué no pueden utilizarlo. Si nadie puede subirse a él desde el año pasado es —denuncian los residentes— porque una de las vecinas del bloque se niega a darle su visto bueno… y desembolsar su parte del pago.
El ascensor de Schrödinger. El del edificio del nº 116 de la calle Urzaiz, en pleno centro urbano de Vigo, es en cierto modo el ascensor de Schrödinger. Está. Y no está. La historia la avanzó hace unos días Faro de Vigo: el elevador funciona sin problemas, pero nadie desde hace un año puede montarse en él, así sea para subir o bajar plantas, carguen los residentes con bolsas de la compra o necesiten muletas para desplazarse. Y el motivo es sencillo, siempre según la versión que trasladan los vecinos al periódico gallego: una de las propietarias se niega en redondo a asumir su parte de los pagos, lo que mantiene bloqueada la cabina.
"Simplemente porque no quiere". Para entender el problema hay que remontarse algo atrás en el tiempo, a cuando los vecinos contactaron con una empresa que se encargó de arreglar el ascensor, el único de un inmueble de ocho plantas en el que residen 15 familias. El técnico que se presentó dejó la instalación lista para su uso, pero desde entonces —y ha pasado ya tiempo— ninguno de los residentes del bloque ha podido subirse a él para llegar a su apartamento.
Los afectados insisten en que ese bloqueo se explica por la postura de una sola de las propietarias, y recalcan que es así "simplemente porque no quiere" pagar.
De los rellanos... a los juzgados. El desencuentro es tan grave que ha ido más allá de los rellanos, las juntas de propietarios o las páginas de los diarios. Al no ser capaces de llegar a un acuerdo, los residentes han decidido recurrir a un abogado para que, de ser necesario, sus reclamaciones acaben en el juzgado. "Ya lo hemos contratado para que intermedie e intentar resolver una situación que provoca muchos problemas en la comunidad", confirma una de las afectadas.
Ocho pisos a pie. Para entender bien el problema hay que conocer las características del propio inmueble, un edificio de ocho plantas con un único ascensor y en el que residen 15 familias con diferentes características. En el bloque viven personas mayores e incluso una anciana de 80 años a la que operaron hace no mucho de una cadera. Una de las personas que vivía en los apartamentos de la parte alta del edificio habría hecho ya las maletas al encontrarse con problemas tan básicos como no poder llevar hasta su vivienda las bombonas de butano.
Radio Vigo aporta alguna pincelada más. Señala que todos los afectados son inquilinos y muchos no conocen siquiera a los dueños de sus apartamentos. La comunicación con la administradora se canalizaría además a través de las agencias inmobiliarias y el inmueble —explica a la emisora uno de sus vecinos— sufre otros problemas importantes, como humedades en el garaje o escasez de extintores. "Temen que estén intentando echarlos del edificio", concluye la cadena.
¿Qué dice la normativa?. En su artículo 9 la Ley de Propiedad Horizontal aclara que, entre otras obligaciones, los propietarios deben "contribuir, con arreglo a la cuota de participación fijada en el título o a lo especialmente establecido, a los gastos generales para el adecuado sostenimiento del inmueble, servicios, cargas y responsabilidades que no sean susceptibles de individualización". La misma ley establece que tienen "carácter obligatorio" ciertas obras, incluidas aquellas "necesarias para garantizar los ajustes razonables en accesibilidad".
Curioso sí; único, no. El de Vigo no es ni mucho menos el único caso de desencuentro entre vecinos por el pago del ascensor, lo que como en este caso puede derivar en la vía judicial. Tampoco es el único caso en el que esas diferencias han dado pie a situaciones kafkianas. Hace poco se viralizó un vídeo en el que un tiktoker muestra un elevador con un panel que solo muestra los números 0, 2, 4 y 7. Que falten los intermedios no es fruto de un error. "Primero, tercero y sexto no pagaron en su día para instalarlo. En su planta no hay puerta, hay una pared", aclara el autor de la grabación, que bromea: "¿No pagas? No hay puerta".
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