Hemos hablado con regularidad de la información falsa y de cómo la siempre confusa línea entre la verdad y la mentira se ha difuminado en el ecosistema mediático. Una parte del problema recae en nuestros sesgos (creemos lo que estamos inclinados a creer); otra parte yace en el funcionamiento de las redes sociales (grandes cámaras de eco que premian comportamientos gregarios); y otra parte reside en la propia naturaleza de los hechos, más ambiguos y complejos de lo que desearíamos.
A repetir. Pero hay otro elemento al parecer crucial: la repetición. Un reciente estudio publicado por investigadores de la Kingston University arroja algo de luz sobre el problema. Tendemos a creernos aquello que se publica más veces en los medios de comunicación o en las redes sociales. Se llama el "Efecto de Verdad Ilusoria" ("Illusory Truth Effect" en inglés) y hace buena aquella vieja máxima propagandística: una mentira repetida un millón de veces es una verdad. Al menos frente a nuestros ojos.
Precedentes. El fenómeno es un viejo conocido de la investigación psicológica. Sabemos que nuestros juicios morales o políticos sobre un hecho concreto están muy influenciados por cómo recibimos y procesamos la información, y también que no importa el grado de verosimilitud de la verdad o la mentira. Debidamente comunicada, cala. Lo relevante del nuevo trabajo son los datos. Para llegar a ellos plantearon 128 hechos o noticias a 567 participantes durante distintos periodos de tiempo (en horas, días o semanas) y un número variable de veces.
En porcentajes. El 85% de los participantes atribuyó una mayor veracidad y credibilidad a las noticias que fueron comunicadas más veces. Al margen de que fueran verdaderas o falsas. Las informaciones que más calaron fueron aquellas que se repitieron muy intensamente durante un breve periodo de tiempo. El impacto de la noticia decaía con el tiempo (al 71% tras una semana, al 61% tras un mes). Esto, explican los investigadores, se debe a que la "veracidad" y la influencia de cualquier información está directamente relacionada con nuestra memoria.
Cuanto más lo recordemos, más lo creeremos. Si quieres lanzar una exitosa campaña de propaganda, mejor copar las portadas de los diarios durante dos días que protagonizar las páginas interiores durante dos meses. "Conforme nuestros sentimientos de reconocimiento o familiaridad" hacia un hecho decae, concluyen, "también lo hace el efecto de repetición sobre la verdad juzgada". Cuando la información "se repite durante breves periodos de tiempos puede tener un mayor efecto" en su verosimilitud "que cuando las repeticiones son más distantes".
Sólido. Otros estudios han ilustrado patrones de razonamiento similares a la hora de procesar cualquier información, por absurda que sea. Este trabajo, por ejemplo, planteó a sus participantes frases como "Apple es dueña del 75% de las oficinas del país", "Los elefantes corren más rápido que los guepardos" o "George Washington nació en China". El mero hecho de repetir estas mentiras tan obvias cinco veces permitió a los investigadores aumentar su "verosimilitud percibida". Y hay pocas herramientas públicas tan útiles para repetir/viralizar algo que una red social.
Circunvalando. ¿Hay alguna forma de evitar todo esto? Sí. Rodearte de gente que opine distinto al resto de tu entorno es una buena forma de limitar el efecto de verdad ilusoria. Si todo el mundo a tu alrededor piensa igual, el fenómeno de repetición será más agudo. También puedes interpretar todos los hechos/informaciones que llegan a tu TL comportándote como una suerte de fact checker para ti mismo. Cuanto más te preocupes por la precisión y la coherencia de algunas noticias, por su plausibilidad, más difícil será creerte algo por más que se repita.
Predisponerte a no creer en tus sesgos y en los de tu cámara de eco, en suma. Porque si algo sabemos sobre la información falsa es que la veracidad es lo de menos. Lo que importa siempre es la intención política.
Imagen: Katejan Sumila/Unsplash
Ver todos los comentarios en https://www.xataka.com
VER 0 Comentario