El abuso de antibióticos no nos está matando, pero lo hará pronto

Es una práctica habitual: llegan los meses de invierno y con ellos un repunte de los casos de enfermedades víricas y respiratorias. Dado que estamos acostumbrados a ello, acudimos a nuestro médico de cabecera, y o bien él o ella prescribe o bien nosotros mismos solicitamos el uso de antibióticos. Volvemos a casa, los tomamos y repetimos la operación. En el proceso, tan sólo hemos contribuido a que los antibióticos sean cada vez menos útiles para todos.

"Un segundo, ¿qué? ¿Resulta que utilizar antibióticos es malo?". No, no lo es: los antibióticos son medicamentos esenciales a la hora de luchar contra las muchas bacterias peligrosas que se pueden desarrollar en nuestro organismo, y por tanto juegan un papel clave a la hora de reducir y prevenir infecciones de todo tipo. Sin embargo, los estamos utilizando demasiado, y demasiado mal. De modo que estamos reduciendo su efectividad para lo que de verdad importan: las infecciones bacterianas.

De la inmunidad al desarrollo de alergias

No sólo eso. Hasta ahora, la preocupación de la comunidad científica en torno al uso y abuso de los antibióticos se había centrado en el desarrollo de microbios en nuestro organismo inmunes a los efectos de tales medicamentos. El problema ya era de por sí acuciante, pero algunas investigaciones recientes han añadido otro: de forma paralela, al sobre-exponernos a los antibióticos estamos desarrollando más y más alergias. Lo explica Avery August, profesor de Inmunología y jefe del Departamento de Microbiología e Inmunología de la Universidad de Cornell, en The Conversation.

Estamos desarrollando más alergias: la tendencia durante las últimas décadas, según explica Avery August, es al alza. De forma paralela, el consumo de antibióticos durante ese mismo periodo se ha disparado. ¿Casualidad? Puede que no

Primero, los datos: cada vez somos más proclives a desarrollar alergias. No sólo en Estados Unidos, sino en casi todos los países occidentales. El problema es especialmente grave en edad infantil: según la Academia Norteamericana de Asma, Alergías e Inmunología, alrededor de un 40% o 50% de la población escolar mundial es sensible hoy en día a uno o más alérgenos. La tendencia continúa al alza, y estudios realizados en Europa llegan a las mismas conclusiones.

Al mismo tiempo, el consumo de antibióticos se ha disparado. ¿Casualidad? Puede que no.

Como argumenta August, pese a luchar contra las infecciones, los antibióticos aniquilan parte de las bacterias normales de nuestro organismo, reduciendo nuestro microbioma intestinal. Al tomar demasiados antibióticos, destruimos el equilibrio entre el microbioma intestinal y otras células esenciales del sistema inmunológico. Alterada la interacción entre ambos elementos, nuestro cuerpo comienza a responder de forma errónea a sustancias inocuas como diferentes tipos de comida o partículas de polvo inofensivas. Y a partir de aquí, podemos empezar a desarrollar alergias.

Los antibióticos han sido parte clave del desarrollo de la medicina durante el último siglo. Si quedan inservibles, nos enfrentaremos a problemas graves

Este proceso, además, es complementario al del desarrollo de bacterias cada vez más resistentes a los antibióticos. Como se explica aquí, su uso excesivo provoca que se ejerza una "presión selectiva" sobre las bacterias sensibles y aquellas que tienen capacidad de sobrevivir al medicamento. De forma resumida y simple, eliminamos las bacterias normales de nuestra flora respiratoria e intestinal, y permitimos que se reproduzcan aquellas que han desarrollado resistencia.

El problema es bastante más grave de lo que pueda parecer. Los antibióticos han sido claves en el desarrollo de la medicina durante el último siglo previniendo infecciones. Si la tendencia de consumo continúa al alza, y por tanto seguimos desarrollando más bacterias inmunes a sus efectos, puede llegar un momento en el que los actuales sean inservibles. Eso tiene varias consecuencias: desde una mayor vulnerabilidad de los pacientes que están luchando contra el cáncer hasta un aumento exponencial de los riesgos durante las operaciones quirúrgicas. Los antibióticos no te están matando, pero quizá sí en el futuro.

Un problema en la infancia... y en el ganado

La cuestión es más delicada en la infancia. Avery August enlaza un estudio que indica que los niños que viven en entornos rurales tienen menos tendencia a sufrir alergias que aquellos que lo hacen en entornos urbanos. Se debe a que están más expuestos a las bacterias y los microbios ambientales. A través del uso indiscriminado de los antibióticos, estamos reduciendo su exposición natural a un catálogo diverso de bacterias. "En nuestro intento de prevenir enfermedades, podemos estar exponiendo a nuestros niños a desarrollar peligrosas alergias de por vida y asma", indica August.

Nos afecta particularmente. Los españoles tendemos a tomar más medicamentos que el resto de europeos, y también tendemos a dárselos a nuestros hijos en mayor medida que otras poblaciones del continente. Al parecer, sólo Francia nos supera en consumo anual de antibióticos.

Se ha descubierto que algunas bacterias inmunes se traspasan desde los productos cárnicos hasta nuestro organismo: el problema también afecta al ganado

El problema, además, no se limita a la cantidad, sino también a cómo consumimos los antibióticos. Tendemos a hacerlo erróneamente y por motivos equivocados. Según este informe del Ministerio de Sanidad, más del 85% de los antibióticos en España se consumen en el ámbito extrahospitalario. Y lo hacen obedeciendo a un patrón muy concreto: su consumo está concentrado anualmente entre los meses de noviembre a febrero. Coinciden con los periodos de repunte de infecciones respiratorias, la mayor parte de ellas virales. Precisamente aquellas que no combaten los antibióticos.

Nuestro consumo de antibióticos es tan alto que hemos logrado traspasarlo a los animales. Recientemente, se ha descubierto que algunas bacterias inmunes a su tratamiento están siendo transmitidas por los productos cárnicos que consumimos en nuestro día a día. Según parece, se debe a que los ganaderos utilizan un amplio rango de antibióticos no sólo para tratar enfermedades en su ganado, sino para mejorar su desarrollo y crecimiento. Los animales, también sobre-expuestos, desarrollan bacterias inmunes, y esas bacterias terminan en nuestro plato (y en nuestro organismo).

Cómo estamos luchando contra ello

La mayor parte de organismos nacionales e internacionales relacionados con la salud están al tanto del problema, y llevan cierto tiempo desarrollando campañas para reducir nuestro consumo de antibióticos. El NHS británico, por ejemplo, ha lanzado programas de concienciación en colaboración con otras entidades para prevenir sobre los riesgos de utilizar tantos (y tan mal) antibióticos. El vídeo de más arriba pertenece a la campaña Antibiotic Guardian, por ejemplo.

En Reino Unido, Antibiotic Guardian, apoyado por el NHS, persigue que tanto médicos como el público general firmen una promesa por la cual se comprometen a evitar el uso excesivo e innecesario de antibióticos

¿En qué consiste? El objetivo es testimonial, pero va dirigido tanto a médicos de cabecera como a potenciales pacientes. Antibiotic Guardian propone la firma de una promesa por la cual ni los unos recetarán antibióticos por más que se lo soliciten, ni los otros tenderán a solucionar todas las enfermedades comunes (como una gripe) acudiendo a la consulta y pidiendo antibióticos para tratarla. Se trata de un paso más dentro de una carrera que se antoja larga y difícil.

En ella, también juega un papel relevante el Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos. Se celebra cada 18 de noviembre y en él participan organismos públicos de la mayoría de países de la Unión Europea, entre ellos España (a través del Ministerio de Sanidad). Su objetivo principal es luchar contra la automedicación con antibióticos, señalando los problemas de su uso excesivo y las alternativas que tenemos a nuestro alcance en nuestro día a día.

Si suena dramático, es porque lo es. Un nuevo antibiótico tarda en desarrollarse alrededor de una década. Es bastante tiempo comparado con nuestro altísimo consumo de medicamentos de este tipo, y sus consecuencias

¿Suena dramático? Quizá porque lo es: el problema es doble si pensamos en el tiempo que lleva desarrollar un nuevo antibiótico al que no sean resistentes las nuevas bacterias inmunizadas. Alrededor de una década, según recuerda Avery August. En ese plazo, las consecuencias para nuestra salud global pueden ser bastante negativas. De ahí que tanto organizaciones internacionales como gobiernos estén tan empeñados en que dejemos de tomar tantos antibióticos.

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