El accidente de Chernóbil ha creado un paraíso natural de animales radioactivos

A la hora de hablar de Chernóbil, nadie espera leer nada no relacionado con fascinante despoblación, cosas mutantes y héroes anónimos de la Unión Soviética. Hoy no es uno de esos días. El mayor accidente nuclear de la historia de la humanidad ha creado un área virtualmente inhabitada por ser humano alguno. Y la consecuencia derivada, al parecer, ha sido un incremento en el número de ejemplares de la fauna local. Chernóbil es hoy un paraíso natural radioactivo.

Tan sorprendente conclusión ha sido alcanzada por un grupo de investigadores de toda Europa. En su trabajo, titulado "Long-term census data reveal abundant wildlife populations at Chernobyl" y publicado ayer mismo en la revista Current Biology, prueban el progresivo crecimiento de las poblaciones de ciervos, lobos y osos de la Zona de Alienación, un área de varios miles de kilómetros cuadrados donde la presencia humana se ha reducido por el alto nivel de radiación.

100.000 personas menos, tantos animales más

Tal y como explica Jim Smith, uno de los autores del estudio, en The Guardian, el accidente de Chernóbil demuestra algo que más o menos intuíamos, pero cuya certeza a esta magnitud nos era incierta: la presencia humana y su actividad económica es más nociva para la fauna que la mayor catástrofe nuclear de nuestra historia. Aunque con matices, como veremos.

Polesia no era una zona demasiado habitada, pero el accidente la vació por completo. A cambio, lobos, osos, ciervos y caballos se han reproducido con tranquilidad, sin injerencias humanas. En consecuencia, han aumentado

Los datos: desde 1986 hasta nuestros días, los investigadores han podido constatar que el número de grandes mamíferos presentes en el sur de Bielorrusia ha crecido. La zona, la región histórica de Polesia, nunca había contado con un muy elevado grado de desarrollo económico (zonas pantanosas y boscosas), pero fue parcialmente evacuada (más de 100.000 personas) tras el estallido del reactor 4. Pese a no contar con datos previos a 1986, los autores del trabajo constatan que la ausencia de seres humanos ha permitido que el número de ejemplares se haya disparado.

Todo ello habida cuenta de dos factores que podrían haber mermado su población. Por un lado, el alto grado de radioactividad de la zona. Por otro, la amplia y documentada presencia de cazadores (especialmente de ciervos y alces, piezas codiciadas por la calidad de sus cuernos).

Las cifras sorprenden. Cuando el reactor 4 de la central nuclear de Chernóbil saltó por los aires, los vientos soplaban en dirección norte. El complejo energético se encontraba a la orilla del río Pripyat, en el extremo norte de Ucrania, de modo que fue el sur de Bielorrusia quien sufrió la mayor parte de la radiación. Es parte del área de estudio incluida en el trabajo. La exposición a la altísima radiación, la más alta de todo el planeta, no ha parecido tener efecto en el número de animales.

En general, las poblaciones de mamíferos han crecido en todos los rincones de Europa. ¿Han crecido más en Chernóbil? Es la pregunta que se lanzan otros investigadores en relación al trabajo de ayer

En la pieza de The Guardian también se incluye la opinión de otro biólogo que investiga el estado de la fauna en la Zona de Alienación, Anders Pape Møller, quien matiza el hallazgo del trabajo: el repunte de población de mamíferos se ha dado de forma generalizada en toda Europa. Lo interesante, según él, sería comparar las cifras del sur de Bielorrusia (donde se centra el estudio) con las de Francia, Escandinavia o Alemania. Ahí se observaría si Chernóbil ha cambiado la tendencia.

Son más, pero también son más radiactivos

Pero, ¿qué hay de la radioactividad? Sabemos que hay más animales que antes, aunque no sepamos a ciencia cierta si se debe sólo a la despoblación total de Polesia, ¿pero en qué condiciones se encuentran esos ejemplares? Para los autores del estudio, como bien se señala en Popsci, sus consecuencias se ven difuminadas por el excelente estado de salud numérico de las poblaciones.

La fauna de la zona está mucho más contaminada que antes, y algunos investigadores afirman que la diversidad es menor, pese a que la densidad de ejemplares sea ahora mucho más alta que antes del accidente de la central

Lo cierto es que diversos estudios han alcanzado conclusiones esclarecedoras: los altos niveles de radiación del norte de Ucrania y el sur de Bielorrusia sí están teniendo un impacto significativo en la fauna de la región. El problema principal no son las mutaciones extravagantes, como nuestra imaginación pudiera sugerir, sino otras más pequeñas. Timothy Mousseau es un biólogo que lleva años estudiando a los animales de la Zona de Alienación. The New York Times visitó con él los alrededores de Chernóbil, y editaron un pequeño vídeo informativo muy interesante.

En él, Mousseau explica cómo animales como los pájaros o las arañas han desarrollado frecuentes tumores y mutaciones. Además, si bien su número total no ha disminuido, sí lo ha hecho su diversidad (hay menos especies de pájaros, por ejemplo). Los insectos expuestos a más radiación desarrollan más manchas. Las arañas, al igual que en Fukushima, tejen telas erráticas. Y los troncos desarrollan capas de un color distinto al que tenían antes del accidente de Chernóbil. En resumen, la radiación, como señala Mousseau, es muy palpable en las poblaciones de la región.

Algunos jabalíes, ciervos o linces están contaminados: se alimentan de vegetales y hongos del suelo, donde los niveles de radiación son mucho más altos

No es el único que se ha dedicado a estudiar el fenómeno. Otros trabajos de campo han comprobado cómo algunos mamíferos herbívoros de Polesia eran radiactivos. Por un motivo simple: se alimentan de hierbas, plantas, hongos o trufas del suelo, donde se concentra gran parte de la radiación. Es el caso del jabalí, el lince (que ha visto cómo su población revivía gracias a la ausencia de seres humanos) o el ciervo. Numerosos ejemplares están contaminados.

Chernóbil y su zona de exclusión, además de la reserva natural bielorrusa, se han convertido en una mina para biólogos. Durante este año, un grupo de investigación llamado Tree, formado por diversas agencias británicas y liderado por un investigador de la Universidad de Salford, se ha servido de cámaras fijas en la zona de exclusión para observar los patrones de comportamiento de la fauna polesia. Las fotos son públicas y están diseminadas a lo largo y ancho de la región, permitiendo comprobar cómo se comportan los animales en un entorno sin vida humana. (Todas las de este post son del proyecto).

El objetivo del estudio es analizar de forma más precisa el impacto tanto de la despoblación como de la radiación en la cada vez más numerosa fauna que rodea Chernóbil. Algunas especies en peligro de extinción, como el caballo de Przewalski, fueron introducidas en la Zona de Alienación con el objetivo de fomentar su preservación, pese al riesgo de radioactividad. Sea como fuere, es evidente que Chernóbil suma otro motivo más para resultar tan estremecedor como fascinante.

Imagen | Tree

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