El axolote está desapareciendo, y salvarlo es esencial si queremos aprender a regenerarnos

El axolote está desapareciendo, y salvarlo es esencial si queremos aprender a regenerarnos
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El axolote mexicano es un animal que fascina dentro y fuera de la cultura pop, ya sea por su extraño, adorable aspecto de salamandra marina o por sus increíbles propiedades regenerativas. Oriundo de México y en grave peligro de extinción, la investigación científica se ha centrado en el pequeño anfibio durante el último siglo por sus extrañas habilidades para regenerar los órganos de su cuerpo que, eventualmente, pierde. Pero su pervivencia corre peligro, y con ella nuestro aprendizaje.

¿Por qué es importante? Porque hay pocos animales en el planeta capaces de regenerarse al nivel del axolote. Si pierde un brazo, el tiempo no sólo lo cura, sino que le permite crecer otro. Lo mismo sucede con otros órganos vitales como el corazón. Se han dado casos de transplantes ¡de cabeza! entre un ejemplar y otro. Es algo extraordinario desde el punto de vista genético: mientras las células de los mamíferos cicatrizan (y curan, pero no se regeneran) las del axolote siempre reaparecen.

¿Por qué está en peligro? Se cuenta en este artículo de JSTOR: el hábitat natural del axolote salvaje era el antiguo lago Texcoco, bajo la actual Ciudad de México. La laguna se ha ido desecando poco a poco desde los tiempos de los aztecas hasta desaparecer por completo, diezmando el espacio vital del axolote. A mediados de los setenta se introdujeron carpas y otras especies predadoras en las escasas aguas que pervivían de la laguna, contribuyendo a su dramático declive.

Hoy tan sólo quedan unos 6.000 axolotes salvajes.

¿Y es un problema? Sí. El axolote es valioso no sólo como especie en sí misma, sino como instrumento científico. Desde que una expedición francesa enviara un puñado de ellos a París a mediados del siglo XIX, los laboratorios de todo el mundo han logrado reproducirlos con éxito. Sin embargo, al proceder de cinco ejemplares originales, su diversidad genética es limitadísima (son más endogámicos que los Austrias), lo que amenaza seriamente al futuro artificial de la especie.

Escasos en libertad y limitados genéticamente en laboratorio: ambas circunstancias pueden matarlos.

¿Qué hemos aprendido? Su estudio es utilísimo: el genoma completo del axolote, el más extenso de cuantos se conocen, sólo se ha descubierto recientemente. Gracias a su estudio se ha logrado desarrollar la técnica CRISPR/Cas9, un complejo proceso genético que permite a los científicos modificar el ADN dado de un axolote. El hallazgo ha resultado fundamental a la hora de comprender los procesos que le permiten regenerarse a tan extraordinarios niveles.

¿Nos regeneraremos? A larguísimo plazo, la esperanza que ofrece el axolote es simple: si logramos aplicar su autoregeneración a las especies mamíferas, quizá algún día el ser humano aprenda a hacer lo propio. Hoy es fruto de la ciencia ficción. Y mañana también podría serlo si una enfermedad, por ejemplo, acaba con las débiles o escasas poblaciones de axolote de laboratorio o salvaje. La humanidad se encamina a una carrera por su salvación. Y como todas, la esperanza es limitada.

Imagen | Estel/Hatena

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