Los 13 episodios de la cuarta temporada de “House of Cards” ya están disponibles para los abonados a Netflix en Estados Unidos. Si bien algunos los verán a lo largo de varias semanas, son muchos los que harán “binge-watching”: viéndolos todos de golpe a modo de maratón y pegados a las pantallas del ordenador o de la tele.
¿Y después?
La tristeza post-binge watching
Son muchos los que afirman sentirse tristes o sufrir ansiedad una vez finalizado el atracón de ver una serie. En su artículo para The New York Times, un escritor confesaba sentirse “angustiado, melancólico y despojado” cuando su binge-watching de la comedia norteamericana de Aziz Anrari “Master of None” estaba llegando a su fin.
Hace un par de años en una entrevista del periódico Star-Tribune un usuario decía sentirse “depresivo” y “vacío” al terminar de ver sus programas favoritos.
En Twitter hay comentarios similares.
¿Se trata de casos aislados de gente que ve demasiado la tele (e igual les viene bien un poco de aire fresco) o puede que el binge-watching sea perjudicial para la salud?
Hay pocos estudios empíricos sobre sus consecuencias, de ahí que aprovechando una amplia muestra hicieramos unas primeras incursiones en el estudio del binge-watching desde un punto de vista de salud pública.
El boom del binge-watching
Según un estudio de la Oficina de Estudios Laborales de EE. UU., ver la televisión es una de las principales actividades de ocio en el país. Cada estadounidense se pasa de media 2 horas y 49 minutos al día viendo la televisión y llega a ser el 50 % de sus actividades de ocio diarias.
Si bien la manera en la que los estadounidenses consumen la televisión está cambiando rápidamente y el binge-watching se ha convertido en un fenómeno relativamente reciente. La creciente popularidad de servicios de streaming bajo demanda como Netflix o Hulu ha hecho que sea más fácil que nunca el tener acceso ininterrumpido a series de televisión y el diccionario de inglés Collins eligió “binge-watch” como la palabra del año en 2015.
Las campañas de márketing y en las redes sociales también han fomentado el binge-watching: el famoso servicio de streaming Netflix incluso lo llama la “nueva norma”. A fecha de hoy, la mayoría de las encuestas y de los estudios sobre el tema han sido llevados a cabo por empresas de investigación privadas.
Una encuesta hecha por Netflix en 2013 mostraba que el 73 % de los encuestados lo consideraba como un comportamiento social aceptable y una encuesta similar de TiVo en 2015 mostraba que las percepciones negativas sobre el binge-watching habían descendido entre 2013 y 2015, con aproximadamente un 92 por ciento de los encuestados que había hecho binge-watching en algún momento.
¿Hay algún tipo de relación entre el binge-watching y los trastornos mentales?
Hace tiempo que se relaciona el uso excesivo de la televisión con ciertos trastornos mentales. Hay estudios científicos que demuestran que ver la tele durante un tiempo prolongado aumenta el riesgo de padecer obesidad y enfermedades relacionadas como la diabetes.
También ha sido relacionado con problemas mentales como la depresión y un estudio reciente de la Universidad de Texas A&M revelaba que un uso excesivo de televisión está relacionado con sentimientos de soledad y depresión. También se dieron cuenta de que aquellas personas que hacían binge-watching carecían de fuerza de voluntad para parar, lo que sugiere un comportamiento adictivo.
Para nuestro estudio encuestamos a 406 adultos estadounidenses en una plataforma online de recopilación de datos. Queríamos saber más acerca de las personas que hacen binge-watching habitualmente, sobre todo acerca de sus hábitos televisivos, su estado de salud mental y cómo de normal y aceptado estaba hacer binge-watching entre sus amigos. La mayoría de los encuestados definió de dos a cinco horas de visionado de vídeos consecutivos en un día. Un 35 % de los encuestados admitía que hacía binge-watching con la televisión.
No sorprende que para aquellos que se identifican como “binge-watchers” era más normal que tuvieran una mayor media de horas frente a la pantalla que aquellos que no se identificaban como tales. Los primeros también solían presentar una mayor adicción a la televisión (establecida mediante una escala validada). Sin embargo, lo más destacable de nuestro estudio es que aquellos que se autoidentificaban como binge-watchers tenían más probabilidades de mostrar signos de estrés, ansiedad y depresión.
Finalmente pudimos demostrar que hay una relación entre el binge-watching, el tiempo medio de visualización y el estado de salud mental.
Sin embargo, hay que interpretar estos resultados con cautela. Nuestro estudio solamente muestra una correlación y no una causalidad. No sabemos si la depresión, el estrés y la ansiedad son causa o viceversa. Dicho de otra manera, puede que la gente haga se tire horas viendo una serie como forma de paliar temporalmente sentimientos de estrés y de ansiedad ya existentes.
También nos dimos cuenta de que la influencia de los medios y la aceptación social son indicadores significativos en los casos en los que los usuarios reconocían hacer binge-watching. Cerca del 85 % de los encuestados dijo haber visto anuncios o artículos sobre el binge-watching, mientras que un 74% reconocía haber leído artículos sobre el tema. Aproximadamente un 62 % de los encuestados creía que la mayoría de la gente lo hace y un 53 % indicaba que la mayoría de sus amigos también.
Es obvio que hacen falta más estudios para comprender los efectos reales a nivel físico y psicológico. Mientras tanto, la próxima vez que pongas a cargar “House of Cards”, “Jessica Jones” o “Juego de Tronos” puede que sea una buena idea pensárselo dos veces y resistir la tentación de darle a “siguiente episodio”.
Fotos | istock
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.
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