Piensa en un western: terrenos áridos, paisajes desérticos, hombres solitarios cabalgando a lo largo de infinitos parajes vacíos, calor, una intimidante ausencia de vida en derredor. La mitología de la conquista del oeste se construyó sobre un paisaje muy concreto que, en Estados Unidos, comienza en el meridiano 100º y alcanza hasta la las aguas del Pacífico. Un entorno característico y muy diferenciado de las eternas praderas verdes del este. Hasta ahora.
El oeste se mueve. La culpa, como cabe esperar, es del calentamiento global. El progresivo aumento de las temperaturas globales está provocando que amplias zonas de planeta se desertifiquen a marchas forzadas. La fina línea que separa el este húmedo del árido oeste estadounidense también. Como indica un nuevo estudio que recopila datos climáticos de las últimas cuatro décadas, el desierto típico del western se está adentrando en las Grandes Praderas.
Una frontera antaño real. La idea de dos Estados Unidos, por un lado secos y por otro húmedos, surgió a finales del siglo XIX de la mano del geógrafo John Wesley Powell. Para Powell, el meridiano 100º marcaba con nitidez la transición de una esfera climática a otra. Aquella idea, sumada a la progresiva asimilación del oeste durante la recta final de la centuria, provocó que se configuraran políticas, administraciones e identidades muy ancladas en la separación meridiana.
Menos agua, más calor. El estudio revela cómo en meridianos tradicionalmente húmedos como el 98º la situación está cambiando. Año a año las lluvias se reducen y las temperaturas aumentan, lo que favorece la extensión del árido terreno al oeste. Las consecuencias a largo plazo serían tremendas: el clima determina el uso de la tierra (en el este se planta maíz, en el oeste trigo), las diversas especies vegetales y animales y, en gran medida, las políticas públicas para cada región.
Un proceso global. La desertificación es uno de los grandes riesgos que afrontan las tierras húmedas del planeta en el medio-largo plazo. Como vimos en su día, grandes lotes de tierra hoy habitables y cultivables se verán sometidas a un agravado proceso de desecación. Territorios como el Sahel, como el sur de Europa o como el interior estadounidense serán los primeros en verse afectados si la humanidad no logra antes reducir el progresivo, letal aumento de las temperaturas.
En busca del norte. En el largo plazo, transformaciones paulatinas como la del meridiano 100º provocarán que los seres humanos busquen otros lugares donde vivir. Como se apunta aquí, las transiciones climáticas pueden implicar problemas de cultivo y abastecimiento. En el corto plazo ya sabemos qué puede suceder: como ilustra el caso español, cuyo 20% del territorio ya está desertificado, sequías más agudas y prolongadas y más riesgo de incendios.
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