Un martes de agosto por la mañana se reunieron los 600 habitantes de un pequeño pueblo esquimal para tomar una importante decisión. La votación favoreció el Sí, y en los próximos meses se implantará el programa de preservación ofrecido por el estado. Los de Shishmaref se trasladarán 8 kilómetros más al norte. Todos ellos, el pueblo al completo.
Los vecinos de Shishmaref, un pequeño pueblo de la isla de San Mateo (en el Mar de Chukchi, justo al norte del estrecho de Bering) necesitan darle a su vida un giro de 180 grados. Tienen que cambiar modelo de trabajo y espacio de asentamiento. Aunque se parece, esta no es exactamente la misma historia que la que os contamos hace no mucho sobre un pequeño pueblo sueco. Allí los habitantes iban a mover metro a metro su población por los efectos de la economía a la que están sujetos (el suelo se les va a abrir en dos como no se larguen de allí cuanto antes por culpa de la minería). Aquí, este pueblo estadounidense ve amenazada su supervivencia por culpa del cambio climático.
Shishmaref, el pueblo al que se lo comía el viento (y el calentamiento global)
A Shishmaref se lo ha ido comiendo el mar poco a poco. Un par de casas este año. Al siguiente tres. No es la primera vez que los inupiats de la zona se plantean abandonar su hogar (ha habido intentos por parte de algunos miembros de la comunidad de trasladarse desde los años 70), pero la cuestión ahora es ineludible: el tiempo no va a mejorar, ni las corrientes marítimas van a estancarse.
El Mar de Chukchi es a donde van a morir los tifones de medio mundo. Como la mayor parte del año este mar estaba congelado, el efecto sobre la población indígena era nulo, ya que las tormentas golpeaban sobre el hielo hasta que el vendaval desaparecía. Ese hielo está desapareciendo y al carecer de fuerza de resistencia que haga de contrapeso, las grandes mareas se están llevando trozos de la ciudad con cada nueva batida. Los tifones erosionan más y más la tierra de esta isla que, con el tiempo, desaparecerá.****
Según la responsable de gestionar la comunicación entre estado y el pueblo, los inupiats de Shishmaref han vivido allí desde hace 10.000 años. “Debería meditar mucho lo que estamos haciendo. Esto va a afectar a mis hijos, a mis nietos, y tome la decisión que tome, tenemos que pensar en nuestro futuro”.
Además de esto, el modo de vida mayoritario de los de Shishmaref está enfocado a la caza de subsistencia. Gracias al permafrost de la zona almacenan su comida durante largos períodos de tiempo en este mismísimo congelador natural que es su ecosistema. O mejor, deberíamos hablar en pasado: el permafrost está desapareciendo y ahora no hay donde guardar la comida. Tienen que cambiar de hogar y de modelo de subsistencia.
Desertar o quedarse: una decisión que borraría miles de años de tradición
Y claro, es una decisión dura, y por eso la importancia de su última votación. Las dos opciones que se barajaban era la de una incorporación de protecciones ambientales extraordinarias o la de relocalizarse. Ganó, como hemos dicho, dejar la tierra en la que habían vivido durante generaciones para irse más al norte. Ambas decisiones hubieran conllevado altos costes. Según un estudio del Cuerpo Militar de Ingenieros nacional, son 180 millones de dólares lo que les va a costar irse a su nuevo emplazamiento. Quedarse habría supuesto medidas de 110 millones, para controlar la erosión de la tierra, cosa que tampoco garantizaba la durabilidad del plan.
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