Como han recogido medios como El Mundo y La Razón, el Gobierno de Madrid presidido por Manuela Carmena y muy especialmente su delegada de Medio Ambiente y Movilidad, Inés Sabanés, decidió el pasado mes de septiembre llevar a cabo un programa de monitorización por GPS del trabajo de las empresas concesionarias del servicio de limpieza.
Aunque las posibles sanciones recaigan en los proveedores del servicio, la implantación de estos dispositivos y un programa electrónico elaborado ad hoc analizará directamente el trabajo realizado por los barrenderos, constatando así el nivel de eficacia del trabajo desarrollado. De los profesionales de la limpieza podrán saber su ubicación en todo momento, la ruta que han ejecutado, las posiciones que ha tenido durante toda su jornada y el estado de limpieza de la calle antes y después de su paso por la zona.
No son los primeros, es más, es una tendencia al alza
Esta acción no se encuentra suspendida en la nada, sino que se trata de una medida más en sintonía con las nuevas incorporaciones del control de los empleados en la agenda empresarial, especialmente enfocada ahora en aquellos trabajos que tienen lugar fuera del recinto controlable por el empleador, como puede ser el de los barrenderos pero también el de los repartidores, los agentes de Correos o incluso los comerciales que deben hacer muchos desplazamientos.
A todos ellos les está llegando un creciente interés por monitorizar su actividad, para poder ver si sufren algún percance en el desempeño su cometido y, también de paso, controlar si realmente son lo suficientemente eficientes o si se escaquean en sus tareas. Como recogían dos estudios realizados por el Aberdeen Group en 2012, el 62% de los trabajadores estadounidenses que salen de las instalaciones de la empresa estaban constantemente geolocalizados por GPS. En España somos de los países occidentales que menos avanzada está la implantación de esta medida.
Es posible que tu jefe ya sepa lo que has dicho de él
Puede que los trabajadores no sean del todo conscientes del enorme poder de vigilancia que se puede ejercer a día de hoy, pero muchas empresas te espían, o pueden hacerlo, de muchas formas. Desde cámaras en el puesto de trabajo hasta el control de la entrada y la salida mediante dispositivos digitales en la mayoría de trabajos (vale, puede que esta práctica sea algo más antigua) pasando por aplicaciones capaces de analizar lo que el empleado teclea y un rastreo absoluto de todo lo que puedas hacer desde los dispositivos electrónicos de la empresa, bien sean ordenadores, tabletas, impresoras o smartphones, de los que también se pueden recoger tus conversaciones de voz.
Tu foto obscena en las redes sociales, entrar a Pornhub en horario laboral o quejarte un momento a tu amigo de la última del jefe o el encargado… Todo eso puede ser potencialmente un motivo de despido (mala conducta del empleado, difamación de la empresa, revelación de secreto empresarial) y todo ello es relativamente fácil de rastrear para las empresas.
Por supuesto, no creas que por haber borrado el historial de tus conversaciones no van a poder encontrarlo. Herramientas como WhatsApp Anti-Delete Protection Tool o las apps de keylogging permiten darle al dueño del terminal conocimiento de todo lo que se ha enviado por Whatsapp o todo lo tecleado por el aparato aunque se haya intentado eliminar el mensaje a posteriori. Por cierto, ojo con ir demasiado rápido conduciendo a las 3 de la mañana este fin de semana y llevar encima el móvil de la empresa. Todo smartphone lleva dentro un GPS.
Pueden despedirte por chatear
O por tuitear, o por cualquier cosa que hagas durante tu trabajo que no implique estar pendiente del mismo. Como recogen en el Observatorio de Recursos Humanos, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (STEDH 12/01/2016) en consonancia con la doctrina jurisprudencial española determinó que no hubo vulneración de la privacidad de un empleado después de que le despidieran por hablar con su familia de forma regular a través de una cuenta de Yahoo Messenger creada por el trabajador por orden del empresario, existiendo previamente (y esto es lo importante) una política corporativa con prohibiciones totales del uso privado de los medios tecnológicos puestos a disposición de los empleados.
El dictamen del TDEH recalcaba que esta práctica no vulneraba el secreto de las comunicaciones del trabajador, que formaba parte del derecho al control de la empresa al existir sospechas de una actuación irregular que podía ser comprobada mediante la lectura de los correos. Y son muchas las empresas que podrían acogerse a este tipo de penalizaciones para despedir a sus trabajadores.
En una encuesta divulgada por la empresa Colt Data Centre Services, el 90% de los incidentes con el uso de la tecnología en la empresa tienen que ver con los usos particulares, un 45% a descargas ilegales y un 36% al mal uso o revelación de información confidencial. Pero de la mayoría de empresas, las de más de 50 millones de euros al año en facturación de las que habían consultado desde esta agencia, el 41% permitían un uso moderado de los sistemas informáticos corporativos cuando en 2002 esta cifra era del 29%.
Derecho a la intimidad y Derecho a controlar
Cada día usamos más la tecnología, y tal vez por ello las empresas se hayan percatado de que no pueden perseguir a todos los empleados que hagan uso de ella en las horas de trabajo. Eso sí, dependes de la aplicación del vago “principio de proporcionalidad” o del bienintencionado comportamiento de los empresarios, y de que no recurran a esa cláusula para despedirte en caso de que hayas incurrido (cosa que, como hemos visto, es bastante probable). Además, un informe del National Workrights Institute concluyó que la vigilancia electrónica de los trabajadores tiene como resultado un aumento del 7% de los ingresos empresariales y una reducción de los robos del 22%, con lo que a las empresas les viene bien tenernos controlados.
Por supuesto, en la mesa está el problema de cómo va a soportar estas condiciones en el futuro un trabajador que va viendo cómo incrementa el desarrollo tecnológico y, con ello, la invasión y el control total de su implicación con la empresa, que está llegando incluso a llegar a fuera de la órbita laboral. Y si no que se lo pregunten a los que defienden el Derecho de Desconexión. A que tu jefe no pueda pedirte un favor fuera del horario laboral, por muy fácil que sea mandarte un whatsapp del que además puede saber si lo has leído o no.
Según un estudio de de PwC de hace dos años titulado “The Future of Work: A Journey to 2022” tres de cada diez empresarios estaría dispuesto a acceder a los datos privados de su trabajador. La medida de Carmena para con los barrenderos podría no ser nada contra la idea de que los empleadores puedan echar mano de los mensajes de tu email privado, aunque no te hayas metido en tu cuenta desde el ordenador del trabajo. Mientras no sabemos si se llegará a ese punto sí comprendemos que vivimos en un entorno empresarial en el que la tecnología se estudia más como herramienta para lograr beneficios empresariales y no procurarle una satisfacción personal a los trabajadores.
¿Cuál es la intrusa en esta lista?
Te proponemos un divertido juego, una de las siguientes medidas nos la hemos inventado. Las demás son totalmente reales. Atención:
Workmeter es un programa chivato que mide la actividad y la productividad del usuario de un ordenador desde que lo enciende hasta que lo apaga.
ODesk es un software que hace seis capturas de pantalla aleatorias por hora en el ordenador de los trabajadores a distancia. La productividad, también para los del teletrabajo. OccupEyes junto al fabricante de mobiliario Herman Miller se unieron para incorporan a sus sillas un sensor que permite saber el tiempo que está siendo ocupada y envía la información a una base de datos.
Hitachi ha desarrollado un misterioso algoritmo basado en tu actividad física, midiendo desde la rapidez de tu paso hasta la frecuencia con la que asientes. Combinando todos los datos de tu actividad diaria podrá proporcionarse una valoración global de tu nivel de felicidad en tu lugar de trabajo y determinar si estás lo suficientemente motivado.
GameEffective es una aplicación que se puede incorporar a ciertos trabajos, como de ventas u operaciones bancarias, para añadir una dimensión de diversión y gamificación del entorno por lo que los empleados podrán competir por ver quién es el que ha ganado mayores puntos en el último mes de trabajo.
SmartCaps, un wearable usado por los mineros y conductores australianos, permite el escaneo cerebral para aumentar la seguridad, pero también para notificarle al jefe el nivel de fatiga sufrido cada día por el empleado.
Sociometric Solutions desarrollaron unos dispositivos de detección electrónicos portátiles capaces de analizar la comunicación no verbal y verbal, y tanto la proximidad como la localización de los usuarios. De esta forma se conocen las relaciones entre los empleados, y la empresa puede decidir con quién debe el empleado mejorar su relación y mandarles juntos a comer.
Los dispositivos de Melomind y Thync, afirman poder cambiar el estado de ánimo del trabajador a través de electrodos que estimulan el cerebro, y dicen que en los próximos años podrán cambiar los niveles de felicidad de los empleados en el espacio laboral, haciéndolos más felices y productivos.
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Son todas verdaderas
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