El dinero en efectivo se muere. ¿Hacia dónde va el dinero electrónico?

Esta semana ha sido ING con el lanzamiento de Twypcash, pero cada vez son más las entidades bancarias que se van sumando al pago sin tarjeta y mediante smartphone, bien sea accediendo al pago a través de plataformas propias u otros aglutinadoras como Android Pay.

La noticia de actualidad es que el banco holandés nos permitirá sacar dinero de miles de comercios españoles, como Shell o en Dia (pagarás con tu móvil y si quieres, abonas un importe mayor a tu compra y el resto te lo devuelven en efectivo). Este sistema cashback ya existe en países como Inglaterra y otros integrantes del Reino Unido. También en Kenia, donde llevan pagando con el móvil desde hace casi 10 años.

Los países en vías de desarrollo le abren los brazos al dinero virtual

Nació M-Pesa en Kenia como plataforma para guardar y transferir dinero digital, y desde que abrió en 2008 se ha extendido al uso por parte del 78% de la población local, 23 millones de clientes en constante crecimiento como también crece el número de teléfonos entre la población.

Es el ejemplo paradigmático, pero estos servicios los vemos también en países como Somalia, Costa de Marfil, Uganda o China. Sólo en 2015 se han lanzado 255 nuevos servicios de transferencia móvil en países (especialmente entre los subdesarrollados) de todos los continentes. Los expertos no preveían su éxito, defraudados como estaban del fracaso de los monederos virtuales en países occidentales, pero en estos años se han dado cuenta de que esta alternativa económica tenía que llegar.

Esta revolución financiera se explica por el acceso a los servicios bancarios. Más de un tercio de personas del mundo no pueden abrirse una cuenta en el banco, pero sí transferir dinero, incluso pasando por encima los problemas de movilidad derivados de la plataforma (suelen funcionar en un territorio limitado al país), de pago de comisiones o de desregularización. El pago móvil es sólo uno de los múltiples frentes que afronta la banca ante la revolución tecnológica que se le viene encima.

Todo el dinero electrónico, una aproximación

El pago móvil, como hemos dicho, ha vivido una resurrección en los países en vías de desarrollo, aunque hay antecedentes. Ya en 1997 había smart cards en Hong Kong, y el pago móvil ha estado a la orden del día en Japón desde hace más de 15 años gracias a la compañía NTT Docomo. Si lo pensamos, hasta las Oyster Cards y otras tarjetas de chips funcionan como pequeñas bandas portadoras de dinero. Estas son las categorías en las que se aglutinan todos los sistemas económicos virtuales.

Sistemas dependientes de la tarjeta de crédito

Dinero electrónico o contactless: Tu dinero sigue estando en todos los casos en un banco tradicional, ya que el contactless se trata de un sistema de identificación, de dejar de usar el efectivo o la tarjeta, por seguridad. Es el sistema sobre el que hay puestas más expectativas de crecimiento a medio plazo.

Facilitador de pago en e-comercio: Paypal, eCash o WebMoney funcionan como proveedores directos en el mundo virtual. Ellos son un intermediario entre las cuentas virtuales que se intercambian dinero. En España la mitad de los habitantes ha usado Paypal alguna vez (para que nos hagamos una idea, el 77% de la población ha usado tarjeta de crédito y el 80% de débito). Si las compras en comercios digitales sigue creciendo, es muy probable que este sistema siga creciendo.

Facilitador de pago móvil: A esta categoría también pertenece la citada M-Pesa, llegando a África, India, Afganistán y Europa del Este. El sistema simplemente transmite el dinero entre los titulares de los teléfonos. Está por ver si el sistema logrará extenderse a países con mayor prosperidad económica.

La moneda comunitaria: esos trueques locales por los que intercambias trabajos y productos a modo de trueque, sin pasar por el dinero. Hay incluso aplicaciones electrónicas que favorecen estas transacciones a modo de bancos de tiempo (así, si te deben 4 horas de trabajo o 5 euros virtuales, lo tienes registrado). Sólo en España contamos con más de 70 monedas locales.

Tarjetas monedero: fue un sistema fracasado, pero merece la pena mencionarlo. Bancos de todas las naciones han tenido en las últimas décadas la tentativa de eliminar el engorro de la tarjeta de crédito creando tarjetas para una “calderilla” virtual, pero casi todos los proyectos han resultado un fiasco.

Sistemas descentralizados: la criptomoneda

Palabras del BCE: “criptomoneda o criptodivisa es dinero no regulado, digital, que se emite y por lo general controlado por sus desarrolladores, y utilizado y aceptado entre los miembros de una comunidad virtual específica”. Como has podido adivinar, Bitcoin es la más famosa de esta categoría a la que también pertenecen Litecoin, Ripple monetary system o dogecoin, entre otros, y se centran en la idea de que su sistema de encriptado de la moneda es superior al de la banca tradicional.

Es todo un sistema económico independiente, y su valía final depende del apoyo de su divisa en el resto del mercado. Si la gente no la respalda, dejará de tener valor. Este tipo de dinero solo existe en la web, y su generación y almacenamiento es puramente digital. Para que nos hagamos una idea, es como si fuese el dinero de la nación Internet, ese país en el que la mayoría de la gente sigue usando la tarjeta de crédito o Paypal.

¿Y hacia dónde va el efectivo?

Como podemos comprobar aquí, España va con bastante retraso en cuanto a la implementación del pago móvil, pero todas las formas de pago virtuales crecen año a año. Algunos países europeos van poco a poco promoviendo el límite de los pagos en efectivo, para evitar el fraude (lo que, de paso, disminuye la presencia del cash). En los países nórdicos el 75% de sus transacciones son electrónicas, y este año por primera vez en España el pago con tarjeta ha superado al pago en efectivo. Aunque el horizonte sigue lejos: solo el 15% de los clientes de nuestro país opera únicamente a través del móvil o el ordenador.

Esta es la implantación de los medios de pago en España.

Es una tendencia al alza que tiene como consecuencia un mayor control de las actividades económicas de los ciudadanos por servicios bancarios, y hay quien apunta incluso que erradicar el efectivo podría desplazar a una parte de la población que no confía o no puede acceder a los bancos. Es decir, que perjudicaría a los pobres. Sin embargo, es posible que sean precisamente las nuevas tecnologías y la aparición de nuevas monedas alternativas las que permitan escapar a ese control de las grandes entidades. Eso sí, parece que el avance hacia una economía cada vez más virtual es imparable.

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