Cuando Tim Kaine, candidato a la vicepresidencia estadounidense de la mano de Hillary Clinton, se subió este fin de semana al estrado de una iglesia católica en Miami, Florida, hizo algo extraordinario: recitar un discurso en español en su totalidad.
El hecho encontraba precedentes tanto en la inusual campaña política que vive Estados Unidos como en la propia carrera de Kaine, preñada de referencias a la comunidad latina del país. Sin embargo, fue singular por un motivo: nunca antes un candidato a la Casa Blanca, aunque sea en la posición de vicepresidente, había realizado un acto electoral íntegramente en español. El gesto ilustra hasta qué punto la lengua de Cervantes está tomando, poco a poco, un papel central en la política estadounidense. Se está españolizando.
Un nuevo idioma para un nuevo votante
Para Kaine no era ninguna novedad. Nacido en Minnesota en 1958, es un estadounidense hispanohablante contraintuitivo: sin familia ni raíces latinas, pasó parte de su vida trabajando en Honduras, en cuestiones de carácter humanitario y social, y allí aprendió la lengua hispana. Desde entonces la ha convertido en una herramienta política más, consciente de la creciente población hispanohablante de Estados Unidos. En 2013, fue el primer senador en recitar un discurso también íntegramente en español en el Senado. Lo hizo a cuenta de una reforma migratoria, y fue un hecho histórico sin apenas referentes.
No es una cuestión baladí: pese a que ha habido numerosos altos políticos de herencia italiana o alemana, en ningún caso se valieron de sus lenguas ancestrales para posicionarse políticamente. La segunda o tercera generación de inmigrantes ya había perdido la lengua en su mayoría. Hablaban inglés. ¿Qué ha pasado con los latinos?
Algo distinto. Las cifras son impresionantes: Estados Unidos cuenta con alrededor de sesenta millones de hispanohablantes, de los cuales unos cuarenta tienen al español como lengua materna original. Otros doce, ya nacidos en Estados Unidos, también hablan español porque lo han aprendido en sus casas (el resto son irregulares, y no están registrados). Pese a que los jóvenes socializan en inglés y consumen más información y productos culturales en inglés, retienen el español. Las perspectivas http://magnet.xataka.com/preguntas-no-tan-frecuentes/como-sera-la-poblacion-de-eeuu-dentro-de-20-anos a corto plazo.
Dadas las circunstancias, es natural que el español haya llegado también a la política. Si en estados como California o Nueva México casi un tercio de la población es latna, para los dos grandes partidos es interesante acercarse a ellos en su lengua o en su acerbo identitario.
Uno de los aspectos más destacados de Kaine por los medios fue su capacidad para hablar español. Era un guiño de Clinton a la comunidad latina, de cada vez mayor importancia en las elecciones presidenciales (Trump está cerca de descubrir su inexorable peso demográfico). La propia campaña de Clinton ha cuidado a la lengua castellana de forma constante: su cuenta de Twitter está duplicada en español, y todos los anuncios incluyen otra versión con capturas y títulos en la lengua de la comunidad latina estadounidense.
La cuestión no queda lejos del Partido Republicano. Sí para el candidato oficial, Donald Trump, cuya campaña precisamente atacó a Kaine por su capacidad para hablar español, pero no para otros, como Marco Rubio o Ted Cruz, que se enzarzaron en una surreal disputa en pleno debate de las primarias por ver quién era más capaz de hablar castellano que el otro (Rubio, hijo de cubanos, lo habla con fluida nitidez). No hay que buscar sólo a los políticos de herencia hispana: Jeb Bush está casado con una mujer latina y habla español en su familia. Durante esta campaña se ha valido de ello para atraer a la comunidad latina, sin éxito.
Una herramienta quizá no tan importante
¿Cómo ha podido suceder algo así? Por un lado, la influencia global del español, que no tiene parangón para otras lenguas antiguamente importadas en Estados Unidos como el italiano o el alemán. Por otro, la escala de la inmigración hispana desde mediados del siglo XX: no tiene comparación posible y se ha mantenido muy constante y en grandes niveles desde entonces. Y por último, la cercanía de Estados Unidos al mundo latino: tanto geográfica como históricamente, con multitud de topónimos y guiños históricos tanto a la comunidad española como a la mexicana en lugares como California o Florida.
¿Pero es efectivo electoralmente? En The Atlantic, a cuenta precisamente de Jeb Bush, explican que fue George W. Bush quien consiguió reunir a más latinos en torno al Partido Republicano. Lo hizo sin saber una palabra de español, pero prestando atención a los medios de comunicación hispanos y ofreciéndoles un acceso a su oficina igualitario en relación a los medios anglosajones. Funcionó. Su hermano, además, sumaba su dominio del español.
La historia es más compleja, naturalmente. Tim Kaine, como bien recuerda The Washington Post, no fue elegido por Clinton por hablar español (por más que fuera un bello atributo), sino por su expertirse en asuntos críticos para el país estos días como la seguridad nacional. Y los votantes latinos no parecen estar particularmente preocupados por el español de sus políticos: sólo 3 de cada 10 lo consideran un factor decisivo para su voto, por más que el 95% de ellos crean que es importante mantener viva la lengua en las futuras generaciones.
La comunidad latina no considera que hablar español sea un elemento central a su identidad latina, y de ahí que no se lo exijan a sus políticos.
Sin embargo, el establishment político, de momento, sí parece cada vez más interesado en el español como herramienta discursiva y de márketing político. Pero con limitaciones: los votantes nativistas de los que Trump se nutre observan la proliferación del español como una amenaza, y la mayor influencia y exposición al inglés de las nuevas generaciones de latinos reduce al español a una posición de segunda lengua. Aunque los jóvenes latinos ya no huyen del español, el bilingüismo en Estados Unidos está lejos de estar asegurado.
Entonces, ¿cuánto tardaremos en ver a un candidato a la Casa Blanca dar discursos en español con normalidad? Puede que no lo veamos jamás o puede que la población latina haya retenido su español y, siendo demográficamente cada vez más prominente, políticos como Marco Rubio se valgan cada vez más de su bilingüismo. Él ha estado cerca, pero en última instancia ha sido derrotado por la antítesis de un candidato entusiasta en su bilingüismo. Kaine, en cualquier caso, ya ha dado el primer paso.
Imagen | Mary Altaffer/AP Photo
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