Una ciudad es el resultado de centenares, cuando no miles, años de evolución. Y el urbanismo varía, se adapta, se modifica en función de las necesidades de cada tiempo, del modelo de ciudad y de la tecnología disponible. Dicho de otro modo, las ciudades envejecen.
Y en este inexorable paso del tiempo, las cicatrices de la historia son bien presentes. No es lo mismo pasear por el casco antiguo de Barcelona que hacerlo por el ensanche. Hay un cambio de paradigma. Si nos adentramos en las barriadas de Sant Andreu o de Santa Coloma, el paisaje habla de otro tiempo, de otra sociedad, de otro estrato, pero también de otro espacio urbano. Lo mismo sucede en Ciudad de México, en Cuzco o en Manizales.
Ahora bien, datar de forma exacta el envejecimiento progresivo de una ciudad y visualizarlo de forma simple, más allá del paseo que podamos dar a lo largo de nuestra urbe, no es tan sencillo. ¿Cómo hacerlo? Con mapas, obviamente. Tan brillante idea se le ocurrió a Daniskarma, un usuario de Reddit que compartió en r/DataIsBeautiful cuatro mapas de cuatro ciudades españolas en los que mostraba en colores distintos las edades de los edificios registrados.
El resultado es fascinante, y la metodología relativamente sencilla. "Toda la información de los mapas viene del Catastro de España", nos explica. "Es completamente libre aunque para hacer una descarga manual de toda la cartografía de un municipio hay que tener un certificado digital (el cual es gratuito y cualquiera puede hacerlo)". Gracias a la base de datos del catastro, es posible replicar los mapas en, virtualmente, cualquier otra ciudad de España.
Los mapas son un viaje por las cicatrices, las señales del tiempo, de las ciudades. En Madrid y Barcelona el resultado es muy obvio: los centros históricos están repletos de edificios anteriores a 1900 (los más oscuros), contando ambos con cascos históricos relativamente grandes. El de Barcelona, sin embargo, es mucho más significativo, dado lo vetusto de la ciudad: casi el 10% de los edificios de la ciudad son previos al siglo XX. No sólo el casco, también el ensanche.
Prueba de su histórico dinamismo y de la grandilocuencia de la ciudad mucho antes de su apogeo industrial y demográfico. Este último es evidente en las cinco ciudades (Valladolid, Las Palmas de Gran Canaria y Valencia, de otro usuario, son las otras tres que aparecen): es en los sesenta cuando se produce el boom demográfico de las ciudades, recogiendo a grandes bolsas de población provenientes del campo. Se instalan en la periferia del casco antiguo, en edificios desarrollistas franquistas.
El porcentaje de edificios de esa década es, por tanto, el más alto en la mayoría de los casos, llegando a representar el 20% en el caso de Barcelona y el 23% en Madrid.
Barcelona es el caso más particular, ya decimos, por su carácter tan histórico. Y por estar tan limitada por su geografía: enclaustrada entre el mar y la montaña, la mayor parte de los edificios son rojos o morados, y hay muy pocos amarillos, al contrario que en Valencia o en Madrid, ciudades más llanas donde las montañas no cortaron el desarrollo urbanístico de la urbe de igual modo. En Madrid es especialmente interesante observar la construcción en los 60 y 70 de los antiguos barrios chabolistas.
Para su realización, Daniskarma se ha valido de QGIS, un software que trabaja con Sistema de Información Geográfica. "He usado un plugin para descargar la cartografía y los datos del catastro llamado Spanish Inspire Catastral Downloader, que permite simplemente introducir el municipio deseado y te descarga todo lo necesario. Con esto sacar los planos es sencillo, simplemente se le pide al programa que coloree los edificios en función de su año de construcción, se elige una paleta de colores y listo", cuenta.
Las imágenes, completas
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