"Estoy aquí para hacer algo más que comer y cagar", gritaba un furioso Mao ZeDong durante su único encuentro con Josef Stalin en Moscú tras haber estado esperando durante días. Este fue el intento de Stalin de enseñarle quién era el verdadero jefe. Si bien nos revela que estaba más interesado en los procesos internos de Mao de lo que dejaba ver.
Según últimas informaciones, el antiguo agente de la Unión Soviética Ivor Atamanenko asegura que Stalin había mandado que alimentaran bien a Mao durante los diez días de "hospitalidad" supervisada al mínimo detalle. También se requirió a Mao que usara un baño especial donde se recogían sus excrementos a diario para ser analizados en un laboratorio secreto.
Los científicos rusos querían determinar el estado mental del líder chino buscando componentes químicos en los excrementos que creían estaban relacionados con determinados comportamientos y características. Puede que suene completamente demencial, pero la anécdota plantea una cuestión válida: ¿cuánto se puede saber del estado mental de una persona a partir de los componentes químicos en su caca? Veamos lo que dice la ciencia.
Investigaciones dudosas
Los investigadores que tenían la tarea de examinar las muestras de heces de algunos líderes internacionales creían que altos niveles de componentes químicos en el cerebro como el aminoácido triptófano indicaban que se trataba de una persona tranquila y de trato fácil. Sin embargo, si los niveles eran bajos significaba todo lo contrario. También creían que la falta de potasio en la caca era una señal de que alguien estaba nervioso y sufría de insomnio.
No sabemos los resultados de los análisis hechos en Mao o con qué exactitud podían medir los componentes químicos. Muchos de los campos de investigación en Rusia durante el periodo de Stalin se encontraban atrapados en las luchas políticas propias del momento.
Por motivos ideológicos, Stalin había prohibido la genética clásica aporque se basaba en lo que el consideraba puntos de vista darwinistas occidentales corrompidos. A cambio, fomentaba teorías alternativas. A modo de ejemplo, su científico favorito, Trofim Lysenko, usaba el lamarckismo para defender que la producción de granos se podía triplicar simplemente plantando las semillas en tierra fría. Se dedicó a falsear enormes experimentos durante años hasta que la verdad llegó a ser demasiado embarazosa como para contarla. Millones de personas murieron de hambruna y el suministro de grano en la Unión Soviética se vio drásticamente reducido.
Es por eso que era poco probable que se pudieran medir los niveles de triptófano como para detectar cambios relevantes con suficiente exactitud en 1949. Probablemente el jefe de policía de confianza, Lavrentiy Beria, que estaba al cargo del proyecto, le habría dado a Stalin los resultados que quería oír. El fracaso no era forma de hacer carrera.
Microbios del intestino versus ADN
¿Entonces se trataba de una pseudociencia? En realidad, si bien el potasio no puede decir mucho de nuestras personalidades, el triptófano es más útil. Procede de las proteínas en la dieta y es la fuente de los componentes químicos claves del cerebro que se producen en nuestros intestinos. Estos incluyen la melatonina (responsable de regular el sueño y anormal en muchos estados de ansiedad) y la serotonina (asociada a una variedad de condiciones mentales como la depresión o el apetito).
La composición química de nuestras heces puede ser un buen predictor de buena o mala salud. La serotonina ha sido relacionada con los contenidos de nuestros intestinos
Tener unos buenos niveles de triptófano en nuestras muestras de heces probablemente sea una señal de buena salud e, irónicamente, es lo que le da a nuestros desperdicios el olor desagradable. Sin embargo, el modo en que estos componentes químicos de los intestinos interactúan con el cerebro (nuestro eje intestinos-cerebro) es mucho más complejo de lo que pensábamos.
Hace poco que la serotonina ha sido relacionada con los contenidos de nuestros intestinos de forma misteriosa. Los 100 trillones de microbios en nuestro colon producen por lo menos un tercio de todos los componentes químicos de nuestro cuerpo, así como muchas vitaminas. Los microbios en el intestino grueso son responsables de mantener la mayoría de nuestras reservas de serotonina, que influye en nuestro estado de ánimo. La ansiedad y el estrés en animales de laboratorio ha producido cambios en el número y en el tipo de microbios intestinales y ha alterado los componentes químicos que producen.
Cuando se recogen las muestras de heces de estos animales y se transfieren a los intestinos estériles de ratones normales, pasan a tener ansiedad y a estar estresados. Esto significa que en verdad la ansiedad puede ser infecciosa.
En los seres humanos, miles de diferentes tipos de microbios se pueden identificar con técnicas de ADN solo con tomar una muestra de un cacho de papel higiénico. Las pruebas están demostrando que todos tenemos una huella microbiana única que nos identifica de forma constante durante la vida. Por término medio compartimos menos del 20% de los microbios comunes con otras personas, comparándolo con el 99,9 % del ADN que compartimos.
Pequeños estudios en seres humanos han demostrado grandes anormalidades en las poblaciones de microbios en aquellos con dolores crónicos, depresión y autismo en comparación con los controles normales.
Analizar las muestras de heces que generamos puede ser una mejor forma de predecir enfermedades futuras que el análisis del ADN
Si bien los trastornos en nuestros microbios pueden deberse en parte al estrés de la enfermedad, se sugiere que también la podrían estar alimentando. Los estudios que han usado probióticos para modificar los microbios y los componentes químicos que producen para mejorar los síntomas mentales han tenido mucho éxito en los animales de laboratorio y en algunos estudios humanos, como es el caso de un estudio piloto que mejora el estrés durante los exámenes de los estudiantes de medicina japoneses.
Puede parecer poco probable, pero los análisis actuales de miles de muestras de heces de diferentes poblaciones nos muestran que, incluso con nuestros pocos conocimientos, la capacidad de predecir una enfermedad común como la obesidad, la diabetes, enfermedades autoinmunes o el aceleramiento de la vejez a partir de una muestra de excremento es con creces mejor que con un test de ADN. Puede que el experimento de Stalin no fuese algo tan demencial al fin y al cabo y si hoy en día tuviéramos una muestra de caca de Mao podríamos saber muchas cosas de él. Los líderes mundiales deberían cuidar mejor sus excrementos: podrían acabar en malas manos.