Reducido al estereotipo durante el franquismo, revitalizado tras la muerte del dictador, redefinido en los márgenes de la cultura popular durante las décadas posteriores, la presencia del flamenco en el abanico referencial del español medio ha tenido altos y, ante todo, bajos.
¿Cómo, pues, ha logrado colarse en las playlist de las nuevas generaciones? ¿De qué modo un género de tan tradicional poso se ha vuelto a reinventar para acceder a un público más joven, más cosmopolita, no necesariamente andaluz, sintonizado con las nuevas tendencias y posiblemente rebotado del espectro independiente? 2017 ha significado la culminación de varias tendencias y proyectos cuyas aproximaciones al flamenco lo han actualizado de modos brillantes y audaces.
La historia que sigue es la de un puñado de grupos y solistas que, con un pie firmemente anclado en la tradición del género, se han lanzado a propulsarlo hacia diversas direcciones experimentales y vanguardistas. Al modo de lo que hiciera Morente con Lagartija Nick hace dos décadas, el nuevo impulso popular, no especializado, del flamenco vuelve a sostenerse a través de fórmulas más pop, más heterodoxas, capaces de sintonizar con un público que de otro modo le daría de lado.
Hay que interpretar esto último: el flamenco es muy diverso, y su rica escena, especialmente en Andalucía, sigue otros caminos y derroteros. Sus pulsiones no siempre se proyectan fuera de su propio círculo. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, hay grupos que sí lo están arrastrando a los veinteañeros de hoy en día. Jóvenes urbanos que acuden desde otros géneros (como el indie) y regiones y que conectan a través de artistas menos ortodoxos en espacios de apasionante fusión.
Maria Àrnal y Marcel Bagés: rondar las estrellas
45 Cerebros y 1 Corazón es uno de los trabajos más enriquecedores del año. Tras él están Maria Àrnal a la voz y Marcel Bagés a sus muchas guitarras. Sus canciones surgen de viejos archivos sonoros olvidados y de cantes populares actualizados: jotas del delta, canciones tradicionales valencianas y pinceladas de flamenco tradicional. El dúo se despliega en catalán y español, a ratos acústicos, a ratos electrificado. Hay vanguardismo folk, pero también hay un exquisito tratamiento de la tradición.
Ambos son paradigmáticos de una nueva generación: profundamente talentosos, conectados al espectro indie, con recorrido en medios y llenando teatros allá donde pisan, conscientes y deudores de sus raíces y con una evidente conciencia política, 45 Cerebros y 1 Corazón es quizá el mejor disco de los que en este texto se citan.
Ideal si buscas pasear por la tradición musical peninsular (Spotify).
Exquirla: el enésimo Niño de Elche
En Exquirla se juntan dos figuras: la del Niño de Elche, quizá el solista masculino más experimental de cuantos ha producido el flamenco en los últimos años, y Toundra, un grupo de post-rock madrileño. El objetivo era simple: aunar a un tiempo las texturas atmosféricas de estos y la radical reinvención del flamenco del primero. Y el resultado es maravilloso, referencias veladas a Triana ('Hijos de la Rabia') incluidas. Hay contundencia y hay muchísimo flamenco, desatado.
Volcánico y voluminoso, Exquirla es la última parada de Niño de Elche: con anterioridad, se sumergió en el krautrock y en los ademanes electrónicos en Voces del Extremo y cuadró un elegantísimo, muy tradicional homenaje Miguel Hernández. Y si todo lo que toca lo convierte en oro es porque, pese a sus excesos conceptuales, siempre lo ata todo a una clara raíz flamenca, a un evidente conocimiento formal de la ortodoxia del género.
Ideal si crees que Mogwai y Morente se habrían llevado guay (Spotify).
Rosalía: la conexión con la adolescencia
Sin duda, Rosalía es el nexo generacional entre la adolescencia sumergida en el trap y el flamenco más elemental. Espoleada por su colaboración con C. Tangana en 'Antes de Morirme' (un acertadísimo Drake meets Soleá), lanzó a principios de año Los Ángeles, una minimalista colaboración con Refree (productor-compositor surgido de la escena indie de Barcelona con un breve pero exitoso recorrido en el flamenco). ¿El resultado? Un desmesurado y justificado hype.
Rosalía es la figura más anclada a las nuevas tendencias populares, masificadas, callejeras de las nuevas generaciones, pero también la figura que ha producido un disco más arraigado al flamenco clásico (heredero de la tradición catalana). Es cierto que las notas y los arreglos a la guitarra de Refree, carentes de virtuosismo, la conectan a un indie folk extraño, pero tanto la composición como la esencia de las canciones (así como su cante) son flamenco puro. Intenso, emocionante y muy puro.
Ideal si buscas un flamenco más elemental y, al mismo tiempo, más conectado con la chalada (Spotify).
Silvia Pérez Cruz: el verso suelto
A Silvia Pérez Cruz, como a Maria Arnal, hay que buscarla en los terrenos de la música popular. Propulsada desde el flamenco, su discografía es un continuo ir y venir a través de los cantes tradicionales de España y Europa. Su último disco, Vestida de nit, es un ejercicio de barroquísmo delicioso en el que se introduce en la música de cámara, en la música portuguesa y en el trenemdismo expresionista. Hay histrionismo vocal y también muchísima emoción.
Cruz ha tocado diversos palos en apenas un puñado de años. Si el año pasado se arrimó al folk de carácter más elemental y si hace dos conmocionó a la escena indie con Granada, un paseo experimental por el flamenco tradicional, Schumann y Edith Piaf, versiones reinterpretadas desde una perspectiva radical, de nuevo barroca pero muy contundente, muy fina. Todo lo que toca, siempre exagerado en la lírica y en su primorosa técnica vocal, lo convierte en un maremoto de talento.
Ideal si buscas la ornamentación y la suma perfecta del clasicismo con el vanguardismo (Spotify).
Los Planetas: qué hay de nuevo, viejos
En 2007 Los Planetas lanzaron el ya proverbial La Leyenda del Espacio, su fenomenal fusión del espectro shoegaze y ruidista y el flamenco andaluz. Aquel marasmo de emociones, de tensión resuelta en crescendos inapelables, se quedó sin continuidad: el grupo entró en barrena compositiva de nuevo, facturando un flamenco-pop más simplón y mediocre tres años más tarde en Una Ópera Egipcia. Fueron casi pioneros acercando el flamenco al público general, y su causa parecía perdida para siempre.
Sorpresas te da la vida. En una deliciosa segunda resurrección, Los Planetas lanzaron este año Zona Temporalmente Autónoma. Se inspiraron en las raíces islámicas de Andalucía, se despojaron de la densidad de las guitarras y se hundieron en las atmósferas de los teclados. Y cuadraron un disco maravilloso, de nuevo rematadamente aflamencado, muy pop, pero también muy hermoso en su personal tratamiento del género. Sirvan 'Hierro y Níquel' y 'Una Cruz a Cuestas' como ejemplo de la perfección cosmética de su flamenco.
Ideal para quien busque un acercamiento menos rupturista, más pop (Spotify).
Rocío Márquez: la pureza llevada a su no retorno
Si Maria Arnal, Rosalía y Silvia Pérez Cruz representan el carácter juvenil y alborotado del flamenco catalán, Rocío Márquez es la vuelta de tuerca andaluza, el producto de los clubes y tablaos de la Huelva profunda y la hija pura de la exquisitez formal. Su Firmamento, por tanto, podría ser el giro clásico, menos emocionante, de la nueva generación de artistas conectados al flamenco. Y sin embargo, esta idea queda muy empequeñecida cuando se escuchan sus canciones.
A Márquez no le cabe el flamenco que lleva dentro, pero no es autocomplaciente: el carácter elegante, los arreglos de viento, el punto barroco y también de cámara de sus composiciones, la capacidad de reventar con una sutileza brutal las estructuras tradicionales del flamenco la llevan a terrenos de lo más excitantes. Su cante, muy dulce y modulado, la alejan del cliché más oxidado del clasicismo. Todo ello revestido de una teatralidad y una riqueza compositiva que en ningún momento resulta cargante.
Ideal para quien busque un flamenco más puro, muy arraigado, y al mismo tiempo en permnente huida de sí mismo (Spotify).
Melange: el flamenco más tamizado
Una pequeña licencia final: Melange están mucho más alejados del flamenco de lo que puedan estar los seis nombres anteriores. El grupo no proviene de la música folclórica tradicional, sino de la psicodelia más vanguardista, y su conexión con el género y con su espíritu clásico es más lateral, a través de referencias cruzadas (el rock progresivo andaluz de los setenta, por ejemplo). Sin embargo, sus dos discos tienen un indudable, si bien tamizado, poso flamenco.
Tanto en Viento Bravo como en Melange, el grupo se dirige desde un rock preciosista y evocador a composiciones muy ancladas en el flamenco y en la música tradicional ('Solera', 'Oxi', 'Beti Jai'). Y aunque el resultado final esté más alejado de la esencia flamenca que en otros casos, el espíritu es lo que vertebra sus composiciones, de forma muy similar a la que cuadraron Triana, Sabicas, Smash o Mezquita. Este toque, tan idiosincrásico, retro y al mismo tiempo actual les convierte en un grupo muy especial.
Ideal si quieres llegar al flamenco desde un poso de rock clásico y psicodelia suave (Spotify).
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