Es un análisis estadístico que se está moviendo ampliamente entre los independentistas pero que, paradójicamente, también puede servir perfectamente como ariete propagandístico para el bando contrario.
Según un barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió catalán hay una tendencia casi progresiva de segregación de votos. A más estudios, más apoyo a la independencia.
Como observamos, eso sí, en los extremos hay un ligero descenso de la tendencia. Los doctores académicos apoyan un poco menos una Cataluña soberana que sus compañeros universitarios; y los analfabetos apoyarán menos el unionismo que aquellos que simplemente no tienen estudios.
Por si quieres verlo, también ha habido críticas al comentario:
Hay también algo reseñable de este gráfico y es la ausencia de un dato clave: la edad de los encuestados según sus estudios. Como sabemos, la juventud española de hoy ha obtenido más títulos universitarios que las generaciones anteriores. Esto también ayuda a explicar esas adhesiones al independentismo.
En cualquier caso lo que esto señala no es tanto la inteligencia de los votantes según su postura ante el encaje jurídico catalán (sentenciar que un mayor nivel de estudios es indicativo irrefutable de buen juicio es, cuanto menos, arriesgado), sino la ruptura social que se percibe entre estas dos opciones políticas.
Lo analizaba El País extrayendo también más datos del mismo barómetro del CEO. Bajo el título “El apoyo a la independencia tiene raíces económicas y de origen social” se nos muestra cómo a mayor nivel de renta mayor tendencia a apoyar el separatismo. Y a la clase le complementa casi de modo parejo la procedencia del encuestado: a mayor raigambre catalana, es decir, cuanta más familia y más longeva sea tu herencia catalana, cuanto más profundamente marcado sea el catalán tu lengua materna, más posibilidades de tener una renta alta y apoyar el independentismo.
El lado contrario del gráfico nos devuelve a nacidos en el extranjero o en otras comunidades autónomas con más posibilidades de tener una renta baja y de apoyar el unionismo.
Hay que tener en cuenta también que la movilidad social es un problema crónico en España, y que tanto los estudios como los ingresos del hijo suelen estar fuertemente marcados por los de los padres. Algo que además se retroalimenta por las políticas de gastos, por el llamado efecto Mateo: dar más ventajas a los más aventajados y menos a los desfavorecidos. Decía hace poco para El País Martínez Celorrio, de la Universidad de Barcelona: “hemos calculado que en Cataluña solo el 27% de los niños de menos de 16 años de familias humildes reciben ayudas de libros de texto o comedor. Y es errónea la política de becas”.
Así que se puede decir que hay una tendencia de voto clara. A mejores estudios más posibilidades de votar sí a la independencia, pero también más papeletas de que de que tu familia haya sido catalana durante varias generaciones y ganes una renta superior a la de la media de la Comunidad. Que el sistema actual sea el que te beneficie y que, si comparamos con tus iguales dentro de tu mismo territorio, formes parte de los privilegiados.
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